Presidentes y directores de empresas se reunieron esta semana a debatir sobre cómo perfeccionar la operación de las mesas directivas. Garantizar la transparencia, tener un buen manejo de riesgos, un mayor control interno y saber elegir al presidente son parte de las recomendaciones.
    
La necesidad de avanzar en mejorar los estándares de los gobiernos corporativos de las compañías se tomó parte del debate empresarial esta semana. El epicentro de la discusión estuvo en el seminario “Michael Oxley, Desafíos para los Directorios”, organizado por KPMG. El encuentro se convirtió en una especie de manual o guía práctica que deberían seguir todos quienes ocupan -o desean ocupar- algún sillón en las mesas directivas de las sociedades anónimas chilenas.

Los desafíos pendientes y los retos que deben enfrentar hoy los directorios de las empresas, se han vuelto un tema de recurrente análisis, a la luz de casos emblemáticos como La Polar, Enersis y Cascadas.

En ese sentido, una de las conclusiones del encuentro estuvo dada por la importancia de que cada integrante del directorio esté preparado para asumir un rol en caso de crisis, comprometido con la compañía y seguro de sus determinaciones.

“Los directores asustados toman malas decisiones”, planteó Jorge Carey, presidente de Masisa.

A juicio de Mauricio Larraín, presidente del Banco Santander, una gestión más moderna del directorio conlleva necesariamente asumir nuevas responsabilidades. Eso implica, por ejemplo, que el presidente de una sociedad anónima no puede tener una visión cortoplacista de la compañía. “Debe tener un programa de trabajo a tres años plazo, con actividades que se vayan cumpliendo de manera ordenada, sistemática y exhaustiva”, señaló. En esa misma línea, aseguró que un buen directorio será exitoso si cuenta con un buen presidente. “Si el presidente no sabe liderar, el directorio no va a funcionar bien”, apuntó Larraín.

Para que una gestión corporativa dé valor a una compañía, ésta debe cumplir con diversas condiciones, indica el titular del Santander. Entre ellas, menciona, garantizar la transparencia, tener un buen manejo de los riesgos y un mayor control interno.

Pero eso no basta. Crucial también es la composición de la mesa. “Las compañías deben tener una estrategia clara al momento de definir cuáles son las habilidades que se están buscando para conformar el gobierno corporativo”, enfatizó.

Al mismo tiempo, subrayó, un gobierno corporativo debe asegurar otras dos cosas: una estrategia clara y diferenciada para relacionarse con los distintos stakeholders, y que los objetivos de la empresa estén acordes a las necesidades de los clientes.

Rol de la SVS

A su turno, José Antonio Guzmán, presidente de AFP Habitat, alertó sobre los riesgos que suponen los malos gobiernos corporativos, destacando que éstos “no sólo están ocasionando un daño a su propia empresa, sino que a todo el sistema”.

En ese sentido, recordó los casos La Polar, Cascadas y Enersis, los que sindicó como ejemplos de gobiernos corporativos “realmente deplorables”. Estos tres casos, aseguró Guzmán, “ilustran el daño a la reputación empresarial, que se ve acrecentado por la nula reacción condenatoria de sus pares”.

En una posición menos frontal, Carey reconoció que “nunca nadie va a ser capaz de evitar el fraude. El fraude siempre va a existir”. Entre sus recomendaciones para mejorar las prácticas de las mesas directivas, menciona tres que considera fundamentales: la preocupación por evitar conflictos de interés con el controlador, el cuidado sobre la información declarada reservada y confidencial, y establecer una dinámica de trabajo responsable de los comités de directores.

Como parte de la tarea pendiente, en opinión de Carey también se debe fijar una dinámica de trabajo seria con la empresa de auditoría externa, que incluya reuniones sin la presencia de los ejecutivos, además de cultivar un vínculo estrecho entre los miembros del directorio. “No hay que estar en directorios donde uno no se sienta cómodo”, señaló, destacando la importancia de la confianza con los pares.

Junto con eso, llamó a no restarle importancia a la Norma 341 de la SVS, que busca informar al mercado sobre las prácticas de los gobiernos corporativos. “Cuando haya un juicio, lo que usted contestó será mirado con lupa”, advirtió el abogado.

Contar con buenos estándares de gobierno corporativo constituye una ventaja competitiva que hace más atractivo al mercado nacional y permite atraer más inversionistas, comentó Fernando Barros, director de empresas y socio de Barros & Errázuriz.

Para el abogado, el escenario de los directorios cambió y hoy deben ser activos en desempeñar una función de gestión estratégica que acompañe a la administración de la empresa, además de sumar una mirada y función de contraloría.

Frente a ese contexto y para transitar hacia la adopción de mejores estándares, a juicio de Barros se requiere que la SVS tenga un rol de apoyo a los gobiernos corporativos. “La SVS debiera generar una unidad de apoyo a los directores, que permita orientar las funciones y entregar lineamientos sobre el proceder”, recomendó el abogado.