Tal vez por el lugar que imita arquitectónicamente la nave de una iglesia, ayer el segundo ejecutivo en importancia de YPF, después de Miguel Galuccio, no solo confesó la necesidad de otras reglas para lograr más inversiones petroleras. Su asistencia a un seminario en la Universidad Católica, organizado por la Fundación Mediterránea y los ocho ex secretarios de Energía, muy críticos de la política oficial, fue un gesto que trascendió su exposición.

Lo presentó Daniel Montamat, que fue funcionario de las administraciones radicales. Y Fernando Giliberti arrancó elogiando a los ex secretarios: “Tienen una visión aguda de la problemática ”.

En su presentación, dijo que se “ necesita un horizonte de planeamiento, para ser exitosos en el largo plazo. Hay que evitar el modelo fiscal que penaliza el capital inversor ”, dijo tomando distancia de la Casa Rosada. Lo escuchaban Juan José Aranguren, presidente de Shell, perseguido en la justicia por el Gobierno y el titular de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere. Decididamente, Giliberti se llevó los aplausos del día.

Como vicepresidente de planeamiento de YPF, el ejecutivo aclaró que si bien la compañía nacionalizada es líder con el 37% de la producción y el 55% del mercado, no genera la política de energía.

Y fue franco al comentar lo que significa la extracción del combustible no convencional que conocemos como shale. Así, señaló que en el proyecto de Loma Campana que aportará el 10% de los recursos de YPF, se lleva el 50% de sus inversiones.

El piloto que desarrollan con Chevron implica US$ 1.200 millones para la prueba y otros US$ 16.000 millones para el desarrollo de 300 kilómetros cuadrados. Otro dato de la magnitud: “Hay que disponer entre US$ 4.000 a US$ 5.000 millones para arrancar y solo se trata del 1% de Vaca Muerta”, admitió Giliberti Esos números también se repiten en el caso de que Argentina busque petróleo en el mar, en sus 382.000 kilómetros cuadrados. “ Hacen falta US$ 2.000 millones solo para investigar”, contó el ejecutivo. Argentina es hoy el segundo país del mundo que explota recursos no convencionales después de EE.UU. “Pero el modelo de EE.UU. no se puede replicar, por las características de la propiedad. Aquí el subsuelo es del Estado y desde la Constitución de 1994, las provincias tienen más derechos”, amplió.

Guillermo Pereyra, jefe del sindicato de los petroleros en el sur y actual senador, también se propuso dar a conocer mejor el sector. Y sorprendió al contar el escenario laboral, con trabajadores que llegan a cobrar hasta $90.000 mensuales por acumulación de horas extras y que sufren a la vez graves problemas de adicciones que afectan al 40% de los planteles. No fue la única sorpresa.

Pereyra, que comulga con la oposición, planteó que los trabajadores “deben participar en las ganancias de las empresas”.

El seminario se tituló Energía y Desarrollo y fue una iniciativa de expertos de la Mediterránea que debatieron codo a codo con los ex secretarios de Energía acerca de cómo Vaca Muerta puede ser una pista de despegue. Jorge Vasconcelos, economista jefe del IERAL, puso el foco en la pérdida de exportabilidad de la economía tanto por la crisis energética como por las regulaciones. Vasconcelos sostuvo que Vaca Muerta puede generar 2,8 millones de empleos en diez años, algo que a su juicio no parece una epopeya. A la hora del cierre, el ex viceministro de Economía, Guillermo Nielsen, advirtió que para lograr inversiones hay que recuperar credibilidad. Y remató: “En materia institucional estamos pésimo”.

Al igual que sucede en la Argentina, en México, la balanza comercial energética se está deteriorando y se encamina hacia un saldo negativo en los próximos cuatro años. Por eso, el país azteca decidió motorizar un cambio radical en el modelo del manejo de sus recursos. Esa “revolución energética” que dio comienzo el año pasado, contempla -en sentido contrario al modelo argentino- una menor injerencia del Estado en la producción de sus hidrocarburos y la incorporación de empresas que compitan en el mercado. “No podemos seguir como hasta ahora. Tenemos que prepararnos para el futuro, para un nuevo modelo que va a depender más del gas y donde el foco deberá estar puesto en los recursos no convencionales como el shale gas”, comentó ayer, Héctor Moreira, director de la petrolera mexicana Pemex. Fue en una conferencia, en la Universidad Católica donde habló sobre “la experiencia mexicana en la convergencia sobre políticas energéticas”.

Algo está cambiando en los debates empresarios sobre el futuro energético de la Argentina. Ayer tuvo lugar un ejemplo. En un seminario organizado por la Fundación Mediterránea en la UCA y convocado por el grupo de los ocho ex secretarios de Energía, que mantuvo disputas con el ministro de Planificación, Julio De Vido , el orador más destacado fue Fernando Giliberti, director de Planeamiento y Desarrollo de Negocios de YPF y hombre de confianza del presidente, Miguel Galuccio .

Hubo espacio, por lo tanto, para miradas distintas sobre el mismo tema. Giliberti exhortó, una vez más, a que el resto de las petroleras se sumen al esfuerzo inversor de su compañía. Avisó que la apuesta por el desarrollo de Vaca Muerta llevará a la compañía a invertir 50% de su presupuesto para este año en Loma Campana (Neuquén), desde donde obtiene sólo 10% de su producción.

Al momento de las preguntas, el virtual número dos de YPF deslizó que desde hace años la carga impositiva sobre la venta de combustibles es muy alta. "El ITC nunca ha sido tocado en la historia argentina y es una fuente de apalancamiento de los precios", sostuvo.

También fue de la partida Guillermo Pereyra, titular del sindicato petrolero de Neuquén, número dos de Hugo Moyano en la CGT opositora y titular de la Comisión de Energía del Senado. Cuando intentaron acorralarlo con el reclamo de mayor productividad por parte del trabajo, respondió que estaba de acuerdo con esa idea. Pero consideró que, para que se lleve a la práctica, los trabajadores deberían participar de las ganancias de las empresas.

Daniel Gerold, uno de los analistas más consultados por las empresas, avisó que "históricamente la Argentina procuró su autoabastecimiento", por lo que la "tendencia importadora de energía es poco compatible con la estructura económica del país".

Recomendó, para saldar el problema, impulsar un "shock" de atracción de capitales bajo la premisa de que en la industria del petróleo y del gas el recurso más escaso es el capital.

Los ex secretarios de Energía Daniel Montamat y Jorge Lapeña coincidieron en que la Argentina "tiene un presente energético complicado", y criticaron al Gobierno por su "visión cortoplacista".