En el Palacio Eliseo, sede del gobierno francés, siguen con atención el día a día de la geopolítica del gas, ese vínculo entre negocios y relaciones internacionales del que depende su abastecimiento energético. Francia importa hidrocarburos por 65.000 millones de euros al año, un monto equivalente al rojo de su balanza comercial. De las ecuaciones que sacaban ayer los funcionarios, aquí en París, parece surgir que Argentina está perdiendo al menos una parte de la oportunidad que es Vaca Muerta.
“El presidente de los Estados Unidos autorizó hoy el primero de los 19 proyectos de instalaciones de exportación de shale gas en la costa Este de su país”, dijeron ayer fuentes diplomáticas francesas. Eso implica que el gas extraído por fracking en EE.UU. podrá ser exportado a Europa, algo que hasta el momento era inviable. En el Eliseo hacen cuentas: el shale gas cuesta en EE.UU. entre 4 y 6 dólares el millón de BTU. Licuarlo, transportarlo a Europa y volverlo a gasificar tiene un costo similar, dicen los asesores del presidente François Hollande. Así, podrían en el mediano plazo estar abasteciéndose de gas norteamericano a entre 8 y 12 dólares. Argentina paga hoy a sus productores US$ 7,50, por arriba del precio de EE.UU. E importa a precios que superan los US$ 15 el gas que llega en barcos.
El abastecimiento de gas norteamericano es una gran esperanza para los políticos y técnicos franceses, lo que es reflejo de la situación en toda Europa. Es que este país decidió bajar de 80 a 50 el porcentaje de energía que consumen que es generada con centrales atómicas, de aquí a 2020.
Necesitan una fuente alternativa. Y consideran al gas como un combustible más limpio que el petróleo o el carbón, una opción hasta que madure la producción de energía solar, de las mareas o eólica.
Esta decisión de diversificar la matriz energética francesa es una oportunidad para el gas que Argentina extraiga de Vaca Muerta. Sobre todo si se considera que se alinea con estrategias similares de reducción de la energía atómica de otros países europeos, como Alemania. Pero EE.UU. está buscando quedarse ya con ese mercado. “Puede ser que Argentina esté llegando algo tarde al mercado ”, dicen en el Eliseo.
La crisis de Crimea también juega en este rompecabezas. Es que el presidente Vladimir Putin decidió subir el precio que Ucrania paga por el gas ruso. Ucrania se niega a pagar el valor exigido. Rusia amenaza con cortarle el suministro. Pero por los gasoductos ucranianos pasa gran parte del gas que llega a Europa. Para seguir recibiéndolo, los europeos deberían hacerse cargo de la factura de los ucranianos. Hay países, como Rumania, que solo tienen almacenado el gas para una semana, dicen en Francia. “Nosotros estamos algo mejor, porque también recibimos gas por otros gasoductos”, agregan. Si se comparan los precios, se vuelve a ver la oportunidad del shale gas: Francia paga a Rusia un promedio de US$ 15 el millón de BTU, dicen los asesores del Eliseo.
Los yacimientos argentinos de shale están en una primera etapa de exploración. Algunos pozos están ya en producción. Pero son casos aislados y con resultados desiguales, señalan especialistas argentinos. La consolidación de la producción argentina puede demorar una década. Eso resolverá el abastecimiento de la demanda nacional. Pero para entonces, habrá sido EE.UU. el que fije gran parte del marco que rija el negocio en el mercado internacional: ya tienen instalaciones de exportación en la costa Oeste, buscando abastecer a Japón, el otro gran cliente potencial del shale gas.