Las calles y avenidas de la región metropolitana han sido invadidas por una nueva especie de “mastodontes mecánicos”. Montados en grandes remolques tienen un altura de 4 metros y miden 12 m. de largo por 2,40 m. de ancho. Su peso ronda las 30 toneladas y funcionan entre 12 y 18 horas por día.
Son los grandes generadores móviles que el Gobierno nacional y las distribuidoras Edesur y Edenor instalaron en la Capital y el Gran Buenos Aires para reducir los cortes provocados por el deficiente estado de las redes.
Los megaequipos portátiles de generación aparecieron en el escenario metropolitano en diciembre pasado para morigerar los cortes originados por la ola de calor. La cuestión es que ahora las empresas no los pueden retirar porque el sistema de distribución sigue funcionando al límite y cualquier repunte del consumo se traduce en fallas e interrupciones del servicio en los barrios más críticos.
Según los datos obtenidos por Clarín, en la región metropolitana funcionan unos 198 generadores móviles de gran porte. La mayor parte de ellos fueron rentados por la estatal Enarsa que, a su vez, se los subalquila a Edesur y Edenor.
Con un inocultable nivel de contaminación ambiental y acústica, las usinas rodantes consumen gasoil y son reabastecidas con una logística que implica el movimiento diario de 200 camiones de combustibles.
La principal función que cumplen es “oxigenar” las zonas que tienen las redes deterioradas por la escasa inversión de los últimos años o saturadas por un crecimiento de la demanda que no fue respaldado con obras de ampliación de las líneas. Lo que hacen, básicamente, es mantener el voltaje y evitar las caídas de tensión que se producen por la mala calidad del servicio y los picos de consumo.
Más allá del ruido y la molestia que provocan a los usuarios, éstos singulares aparatos tienen otra arista llamativa. Su costo de generación –que se cubre con subsidios estatales–es ocho veces más alto que el de una usina convencional y todo indicaría llegaron para quedarse por un largo tiempo.