(Por Daniel Bosque*) Los tiempos han cambiado y los empresarios de la menguada minería podrían ufanarse de que los presidenciables de la Argentina 2015 quieren hablar con ellos, cuando otrora la búsqueda del diálogo corría en sentido inverso. Curioso alineamiento de discurso se vive a los postres del kichnerismo: “Todos decimos y prometemos prácticamente lo mismo, les tocamos la musiquita que quieren escuchar”, dicen que decía uno de los candidatos a presidir el país tras su periplo por Estados Unidos.
Al halago encadenado a los inversores se suman ministros y secretarios del gobierno nacional. Aunque a estos cueste más creerles, primero por su currículum reciente de acosadores seriales de todo lo que parezca negocios y libre empresa, y segundo porque todavía no han enterrado los tormentos con que hicieron polvo el ciclo benéfico que consiguieron en el primer lustro de la “década ganada”.
Excluyendo a Cristina, que ahora promociona alfajores y analiza linchamientos por TV, los políticos más full time del gobierno y la oposición vienen cafeteado con los ejecutivos de las mineras para decirles lo mucho que les importa la inversión del sector y que harán todo lo posible para que crezca cuando se pongan la banda.
De Macri, en la minería no dudan. No sólo porque supo arriesgar unos garbanzos a la exploración de minerales en un territorio tan pedregoso como Mendoza, sino también porque su discurso desarrollador de la producción siempre incluyó la cuestión minera.
La promocionada foto con Scioli también ha sido prenseada convenientemente por el establishment minero. El más sólido candidato del Frente para la Victoria (FPV), aunque no sea el más querido, ha dicho a las mineras que su política de estado les tiene reservado un lugar especial. Precisamente, el gobernador bonaerense es el invitado de honor que quiere sentar Lucía Corpacci el próximo 7 de mayo en Catamarca para el almuerzo del Día de la Minería que está organizando la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM).
La celebración catamarqueña responde al propósito de la CAEM de festejar las efemérides un año en Buenos Aires y el siguiente en el Interior. La última juntada federal fue en Salta, en el recordado almuerzo en el que Jorge Mayoral polemizó con ilustres invitados por Mining Press, el peruano Hans Flury y el chileno Alberto Salas, acerca de qué país tiene más minería: Argentina, Chile o Perú. Tachar lo que no corresponda.
Tenerlo a Scioli en el palco proscenio parecerá más un acto proselitista que una celebración empresarial, pero el mining business está acostumbrado a hacer concesiones aquí y en los cinco continentes.
La pregunta que todos se hacen por estas horas es What do you think about mining, Mr. Sergio Massa?, cuyo Frente Renovador, como ha sucedido cada vez que alguien quiere sumar por afuera de los aparatos, va agrupando gente variopinta.
José Ignacio De Mendiguren y Roberto Lavagna, del think tank Renovador, han garantizado a los mineros el pensamiento pro industrial de Massa. ¿Pero qué hacen en la troupe el mendocino Jorge Difonso y el riojano Ismael Bordagaray? Cada uno de ellos, como intendentes de San Carlos y de Famatina, respectivamente, son conocidos como furibundos exponentes de la anti-minería en la Argentina.
No es en la única fuerza política donde habrá, seguramente, debates de acá hasta diciembre de 2015 y en los primeros 100 días de gobierno del 2016. “Estamos tranquilos, la minería tiene un consenso político y social que no tuvo nunca antes” dijo a este diario un conocido empresario minero repitiendo una ocurrencia que ha caído bien entre sus pares: “la minería es como la salud, la echamos de menos cuando nos falta”.
Ahora sólo se trata de trabajar para que las inversiones vuelvan y rogar para que los precios de minerales y metales remonten la cuesta. Mientras tanto, cualquier señal es buena. Como la que le dio John Thorton, el líder de Barrick, al recuperado José Luis Gioja en San Juan este fin de semana: Pascua Lama no se va y podría volver a activarse en un par de años, de la mano de los chinos.
*Director de Mining Press
