Aquí es visto como un recurso de gran potencialidad, pero no despierta el mismo interés en inversores norteamericanos; buscan mercados más amigables
¿Entonces usted no es optimista con Vaca Muerta ? Duncan Wood, un especialista en energía formado en el Reino Unido y Canadá, no sobreactuó corrección política aunque adelante tuviera a un argentino impaciente por el futuro de YPF . "En el corto plazo, no -dijo a LA NACION-. ¿Sabe qué pasa? Ahora hay gas en todo el mundo. Y en Estados Unidos es muy fácil: uno va a un privado y le dice: «Quiero un contrato ». Y no tiene que pedirle permiso a todo el mundo, algo que sí pasa en Venezuela, la Argentina, Brasil y México."
Podría decirse que Wood, director del Instituto México del Centro Woodrow Wilson de esta ciudad, ONG que se sustenta con aportes de empresas y del Estado, resume un poco la posición de gran parte de la industria petrolera local hacia varios yacimientos de la región.
El descubrimiento aquí de recursos no convencionales como Haynesville, Marcellus, Woodford, Barnett, Bakken, Fayetteville o Eagle Ford ha dejado a Estados Unidos algo ensimismado y, al mismo tiempo, ante una oportunidad geopolítica: después de años de importar energía, está cerca de convertirse en exportador neto. Si consigue desarrollar esos activos y exportar gas, podría influir sobre los precios que, por ejemplo, Rusia y Medio Oriente le cobran a Europa.
La propuesta supone un desafío para países como la Argentina, donde hasta la oposición fantasea con Vaca Muerta, y aquí plantea un dilema casi fundacional: para vender el nuevo gas al mundo, Estados Unidos deberá autorizar exportaciones cuyos trámites se apilan en despachos oficiales, un proteccionismo que parece más propio de Venezuela o la Argentina. Pero si avala los permisos, ese gas que las fábricas norteamericanas compran a un promedio de 3,50 dólares el millón de BTU -casi lo mismo que los 4,16 que se pagan en los confines del kirchnerismo- podría triplicar su precio y las quejas domésticas.
He ahí la dialéctica: geopolítica versus política interna. Éstas fueron algunas de las conclusiones del programa "El futuro de la energía en las Américas", al que el Departamento de Estado invitó a medios de toda América, incluido LA NACION, y que tuvo al gas no convencional como gran vedette. Lo que aquí llaman shale revolution.
Es la razón por la que Wood no parece entusiasmado con el subsuelo de Neuquén, aunque las estadísticas de la Agencia Internacional de Energía, un organismo con sede en Francia, ubiquen a la Argentina segunda, detrás de China, en el ranking de naciones con recursos de gas no convencional técnicamente extraíble. "Tengo entendido que Chevron ha hecho una inversión en Vaca Muerta, ¿no? -se explayó Wood-. Y sé que México quería entrar a través de Repsol y después vino el conflicto. Pero si usted fuera Exxon, BP..., ¿invertiría allí? Yo no. Los grandes problemas políticos y la reputación en materia de riesgo terminan siendo más importantes que el precio. Los precios no están solos. Con la Argentina, lo que espero es que cambie el contexto."
Llegados a este punto, vale ser justos. Este orden de prioridades no afecta sólo a la Argentina, sino a casi toda la región, incluidos México, Chile, Colombia y, en menor medida, Brasil. Bastó ver el gesto espontáneo que Lee Branstetter, profesor asociado de Economía y Políticas Públicas de la Universidad de Carnegie Mellon, Pittsburgh, hacía mientras avanzaba la pregunta de un periodista venezolano acerca de si un crecimiento de la oferta de hidrocarburos en Estados Unidos afectaría el precio del petróleo bolivariano. Branstetter levantaba las cejas ante la sola mención de la palabra Venezuela, y contestó por fin: "Es real el impacto de la expansión de la producción de los Estados Unidos. Creo que sí, que esto va a incidir en el valor del petróleo venezolano. Pero el verdadero reto que yo veo es más interno, el sector de hidrocarburos necesita inversiones, necesita tecnología, invertir en ciencias de producción para mejorar la eficiencia. De todos modos, las ganancias están aún en un nivel aceptable".
El nuevo escenario podría sin embargo demorar décadas y conllevaría un costo político para el gobierno norteamericano que tome el nuevo rumbo. Hasta ahora, para la administración de Barack Obama se trata de una cuestión sensible de política interna, porque la industria se maneja desde hace tiempo con precios irrisorios. En 2012, por ejemplo, mientras en Estados Unidos se vendía el gas a 3 dólares el millón de BTU (unidad de medida británica), se conseguía a 11 en Alemania y a 17 en Japón. En el sector privado descuentan que el cambio sobrevendrá de todos modos. "Creo que en Estados Unidos puede llegar a estar a 6 dólares en 2020", evaluó Betsy McCorkle, directora de Asuntos Gubernamentales de la Asociación de Energía Sustentable del estado de Carolina del Norte. El profesor Branstetter agregó que, como ex miembro del Consejo de Asesores Económicos del Presidente, había intentado en su momento, sin éxito, influir para que se autorizaran las exportaciones. Los cepos no son sólo argentinos.
Si sólo se atienden los precios, es indudable que la Argentina está frente a una buena oportunidad. Después de la estatización de YPF, el Gobierno aplicó un precio de 7,50 dólares para el gas nuevo en toda la industria, y eso podría atraer el interés privado.
Pero la incógnita vuelven a ser las condiciones. ¿Qué necesitaría para invertir en Vaca Muerta?, le preguntó LA NACION en Pittsburgh a Nicholas DeIuliis, líder de Consol Energy, empresa privada que proyecta invertir unos 30.000 millones de dólares en energía diversificada en los próximos diez años. La respuesta no trascendió el manual del petrolero internacional. Lo primero, enumeró, es la experiencia que se tenga para las determinadas áreas; lo segundo, el potencial del recurso, y lo tercero, cuál es el ambiente de inversión para este tipo de oportunidades de infraestructura en la región.
Según DeIuliis, a fin de cuentas, siempre se termina en lo mismo: las reglas, las leyes y el contexto, que varía incluso entre los diferentes estados de su país. "Irónicamente, esta tercera condición puede generar un punto de inflexión y determinar el proyecto", agregó.
Lugares comunes petroleros. La lógica de los negocios es la misma en todo el mundo.
VEA EN ENERCLUB: LAS ANALOGÍAS ENTRE LOS NO CONVENCIONALES DE ARGENTINA Y EE.UU.
Las majors petroleras, como se conoce entre los barones del crudo a un puñado de compañías dueñas de una billetera enorme que les da un aire de omnipotencia, a veces dan pasos en falso. Los ejecutivos del sector cuentan que años atrás algunas de esas empresas no vieron el futuro de los desarrollos no convencionales en Estados Unidos, el mayor consumidor de energía del planeta.
Pese al error de cálculo, el boom llegó, y debieron pagarles mucho más a compañías de menor porte para quedarse con yacimientos petroleros en esa parte del mundo. Dicen también que la norteamericana Chevron, una de las gigantes del negocio, quedó entre las rezagadas, por lo que debió hacer un esfuerzo mayor para colarse en la industria no convencional de la principal potencia mundial. Chevron fue, no casualmente, la primera compañía importante que cerró un acuerdo de inversión con YPF, por más de US$ 1000 millones, para aumentar posiciones en Vaca Muerta. Una cifra menor para la empresa, pero lo suficiente para dejar una marca evidente en las cuentas del Banco Central.
El caso de Chevron es un buen ejemplo del sentimiento de las petroleras con respecto a la formación de recursos de hidrocarburos no convencionales Vaca Muerta: hasta ahora, ninguna de las grandes empresas estuvo dispuesta a hundir una inversión gigantesca en el subsuelo argentino, pero tampoco quieren quedarse con los dos pies afuera y perderse un negocio con posibilidades de ser prolífico.
En más o en menos, y por motivos distintos, varias de las grandes jugadoras siguieron el mismo camino. Shell, que mantuvo una relación conflictiva con el kirchnerismo a partir de 2005 pero está presente en el país desde mucho antes, avanza en un proyecto petrolero en Sierras Blancas. Este año invertiría unos US$ 500 millones, sólo para hacer "pruebas".
Exxon, la petrolera más grande de los Estados Unidos, vendió en 2012 a Bridas, la empresa de la china Cnooc y los hermanos Bulgheroni, su refinería y su red de estaciones de servicio en la Argentina. Todo hacía pensar en una retirada, pero lo fue a medias. La empresa comenzó a invertir en la producción de recursos no convencionales.
La francesa Total, otra animadora del negocio petrolero mundial, también tiene trabajos en esa formación, y la malasia Petronas acaba de firmar un acuerdo con YPF para poner un pie en Vaca Muerta.
Las petroleras internacionales que llegaron a Vaca Muerta tienen objetivos distintos. Algunos distan del más evidente, que pasa sencillamente por producir petróleo y gas. Les interesa, por ejemplo, aprender cómo funciona la geología neuquina a mayor profundidad, o ensayar alternativas tecnológicas para bajar los costos de producción, que hoy colocan al negocio de los no convencionales argentinos en una posición incómoda.
En todos los casos, definen la inversión con una mirada de largo plazo y una premura mucho menor que la que requiere el Gobierno cuando pide la vuelta del autoabastecimiento energético.