Aumentar la productividad es el principal desafío para América Latina, dicen expertos.
La baja en la inversión no es un fenómeno aislado que enfrente Chile, si no una realidad compartida en América Latina. Detrás del fenómeno está el fin del superciclo del precio de los commodities.
El martes, el Banco Central informó que la inversión en Chile anotó una caída de 12,3% en el cuarto trimestre de 2013, la mayor desde la recesión de 2009. El ex timonel del BC José De Gregorio y el director del Departamento Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional Alejandro Werner, coincidieron ayer en que ahora que los precios de las materias primas han caído, la inversión en minería y construcción que impulsó el crecimiento en buena parte de la región también se ha frenado. Ambos expusieron en el seminario “Recuperación en los países desarrollados: ¿Qué esperar para Chile y América Latina?”, organizado por EuroAmerica.
Los dos economistas apuntaron a que el superciclo de los commodities terminó, y, aunque no esperan un desplome en los precios, sí habrá una rentabilidad menor. Ayer, el cobre volvió a caer, cerrando en US$ 2,92 por libra (ver infografía).
Werner explicó que América Latina pudo aprovechar el boom de los commodities porque había factores no utilizados que paliaron las carencias en infraestructura. Pero, advirtió, los mercados laborales se han ajustado y “ya no se puede seguir creciendo sumando recursos humanos, hay que sumar productividad e inversión”. Añadió que mientras la inversión se ha desacelerado, el consumo se ha mantenido, “lo que no es un buen presagio para el crecimiento potencial futuro”.
El experto del FMI destacó que la reacción de la economía chilena al retiro de estímulos de la Reserva Federal de Estados Unidos ha sido más parecido a las de Canadá o Australia que a las de otros países emergentes. “Chile fue el único país de América Latina donde la curva de rendimiento no se movió con el anuncio del tapering, en un contexto internacional de alza de tasas de interés”.
Reforma tributaria
De Gregorio planteó que no hay un dogma respecto de si conviene o no realizar una reforma tributaria en una economía que se desacelera (él prevé una expansión del PIB de 3,5% este año, con “sesgo a la baja”) y que a su juicio postergarla generaría una mayor incertidumbre que puede resultar contraproducente.