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INTERNACIONALES
Informe Especial: Cómo reducirá la U.E el Gas de Rusia, por el conflicto Ucrania-Crimea

Esta semana, Bruselas analizará cómo minimizar los costos posibles de la crisis Ucrania-Crimea-Rusia en la provisión de gas natural a la comunidad de países europeos. La UE y Rusia se encuentran en una situación de interdependencia energética, en particular con respecto al gas natural, consecuencia de las infraestructuras existentes de gasoductos que atraviesan el territorio ucraniano para su transporte hacia el resto de Europa. 

12/03/2014

Dependencia, en primer lugar, de Rusia respecto a sus países clientes. Las exportaciones de hidrocarburos (petróleo y derivados, y gas) representan un porcentaje cercano al 60% del total de mercancías exportadas por Rusia a la UE. En el caso del gas, del lado ruso actúa Gazprom, empresa pública que actúa como monopolista en los suministros a Europa.

Con respecto a los países de la CEI Gazprom ha seguido un sistema de discriminación de precios, heredado de la Unión Soviética, y continuado como arma de influencia política. Georgia viene pagando un precio muy superior al de Moldavia o Armenia y especialmente Bielorusia.

Su objetivo a corto plazo con respecto a estos países es elevar los precios de venta de su gas lo más rápidamente posible hasta los pagados por otros países europeos. Uno de los elementos fundamentales de su estrategia general a medio plazo es la de extender su influencia y participación directa al transporte por gasoducto fuera de sus fronteras, tanto de tránsito como consumidores finales, tanto por motivos de rentabilidad económica como para asegurarse una mayor estabilidad en los suministros).

La dependencia de la UE de las importaciones de gas procedentes de Rusia (que mantiene una de las mayores reservas de gas natural del mundo) es notable pero muy variable entre países de la UE.
Pueden hacerse tres grupos de países en función del porcentaje de gas comprado a Rusia. Hay un primer Grupo de países cuya dependencia es total (Bulgaria, Eslovaquia, Finlandia, Letonia y Lituania se abastecen en un 100% de gas ruso), o muy alta: Austria, Grecia, Hungría, Polonia y República Checa compran más del 70% del gas que consumen de Rusia, mientras que Eslovenia y Rumania compran más de la mitad de su gas a Rusia.

Un segundo grupo de países, entre los que están los principales compradores en volumen absoluto, mantienen un grado medio de dependencia respecto del proveedor ruso Gazprom: Se trata de Alemania (40%), Italia (30%) y Francia (22%), que entre los tres concentran más del 50% del gas que la UE compra a Rusia, y Países Bajos (17%).


 

La UE reducirá la dependencia del gas procedente de Rusia

La voz de galicia

La Unión Europea se prepara para lo peor. El cariz que está tomando el conflicto de Ucrania y la dificultad de predecir los próximos movimientos que dará Vladimir Putin en la península de Crimea han obligado a los líderes europeos a reunirse la próxima semana en Bruselas. Uno de los objetivos, además de decidir si se adoptan sanciones contra la elite dirigente de Moscú, es buscar nuevas formas de garantizar el suministro de energía el próximo invierno en caso de que la escalada en Ucrania, principal vía de acceso del gas ruso a Europa, vaya a más y el Gobierno de Putin decida cerrar el grifo ante el endurecimiento de las sanciones impuestas por Bruselas.

«El Consejo Europeo está preocupado por las altísimas tasas de dependencia energética, especialmente de gas, por lo que pide intensificar los esfuerzos para reducirlas, especialmente en los Estados miembros más dependientes», reza el primer borrador de conclusiones de la próxima cumbre.

Entre el 30 % y el 33 % del gas que importa la Unión Europea procede de Rusia. Su gigante Gazprom suministra la mayor parte de la energía a través de Ucrania. Esta es la razón por la que la UE quiere diversificar las vías de suministro y desarrollar interconexiones para «poner fin a cualquier aislamiento de los Estados miembros de las redes europeas de gas y electricidad». Aunque la búsqueda de redes alternativas es fundamental, la prioridad ahora es otra: ganar eficiencia energética para no depender tanto de las importaciones y promover el desarrollo de renovables y energía autóctona. Los líderes también pedirán que se reduzcan los costes de energía para los usuarios a través de iniciativas nacionales o incluso renegociando contratos.

La dependencia del gas ruso de algunos países, como Alemania, se ha convertido en una línea de fractura dentro de la Unión Europea ya que frena el ansia de sanciones a Rusia que buscan imponer otros países, especialmente Polonia, más preocupados por las consecuencias del expansionismo de Moscú. Estos últimos países sostienen que la limitación del consumo de gas ruso en Europa es una sanción en sí misma, ya que priva a la economía de Rusia de una de sus fuentes de ingresos más importantes.

Zona de libre comercio

Por otro lado, la Comisión Europea presentó ayer el nuevo paquete de ayuda comercial que tiene previsto poner en marcha en junio para evitar la asfixia económica de Ucrania. Su presidente, José Manuel Durao Barroso, y el comisario de comercio, Karel de Gucht, anunciaron su disposición a crear una «zona de libre comercio» de la que solo se podrán beneficiar las empresas ucranianas. «Crimea forma parte de Ucrania, así que también saldrá ganando, pero velaremos porque los productos rusos que atraviesan esa península sean excluidos», aclaró De Gucht.

El paquete incluye la rebaja e incluso supresión de aranceles para multitud de productos ucranianos. Esta medida unilateral se prolongará hasta el 1 de noviembre. Se estima que Kiev pueda obtener un beneficio de 500 millones de euros al año.

¿Puede una Rusia enfadada dejar sin gas a toda Europa?

ABC

El día de año nuevo de 2009 y en plena ola de frío, Ucrania amaneció temblando: Gazprom había suspendido provisionalmente el suministro de gas en Ucrania tras una disputa comercial. La decisión prometía un invierno frío en toda Europa. Algunos Estados, como Eslovaquia dependían en ese momento en un 100% del aprovisionamiento ruso. Afortunadamente Europa aprendió la lección y fue cortando en la medida de lo posible el cordón umbilical ucraniano.

La situación amenaza con repetirse. El gigante ruso advirtió ayer aUcrania que interrumpiría próximamente el suministro de gas si Kiev no cubría impagos por valor de 1,89 millones de dólares.

A pesar de que Europa ha aumentado el consumo de gas de origen ruso, gracias a nuevas formas de suministro, está menos expuesta a crisis en Ucrania que en el precedente. La construcción en 2011 del gaseoducto Nord Stream que une Alemania con Rusia a través de las profundidades del Mar Báltico ha debilitado esta dependencia. Además, la UE ha alentado la creación de reservas de hidrocarburos para casos de conflicto. Según el Ejecutivo Comunitario "actualmente hay alrededor de 40.000 millones de metros cúbicos de gas almacenados bajo suelo europeo"

Un 80% del gas que se exporta al Viejo Continente pasa por la ex república soviética. La escalada de tensión entre Rusia y la UE a raíz dela anexión del territorio ucraniano de Crimea a la Federación Rusa puede terminar en un conflicto energético que sería terrible para Europa.

Alemania, el mayor consumidor

En apariencia Occidente le echa el pulso a Rusia tras la reciente ocupación de la península de Crimea, pero la realidad demuestra que algunos países se limitan a estrecharle la mano.

Alemania es una pieza clave en las negociaciones con Rusia. Tercer socio comercial del país, se mantiene neutral en la crisis ucraniana. Según datos de la Administración de Energía de Estados Unidos, Berlín es el principal consumidor de gas ruso, con un 25% del total, además un tercio de su petróleo procede de Moscú. «Alemania es quien tiene más que perder enfrentándose a Rusia», considera Stefan Meister, experto del Consejo Europeo en Relaciones Exteriores.

Merkel, que habla ruso y creció en la antigua Alemania Oriental comunista, no ha escatimado en esfuerzos para templar a Vladimir Putin.

Berlín llama al diálogo, distanciándose de la postura firme de Estados Unidos , que suspendió la cooperación militar con Rusia y amenazó con expulsarlos del G8. «Alemania es el principal obstáculo para mantener una línea dura con Rusia», valora Meister.

El Lobby industrial alemán ha advertido esta semana sobre las consecuencias de hacerle la contra a Rusia. «El establecimiento de sanciones económicas recíprocas entre Berlín y Moscú dañaría seriamente la economía europea» advirtió esta semana Eckhard Cordes, presidente del Comité Económico Alemán para Europa del Este.

España saldría beneficiada

Un apagón en el suministro de gas ruso en Europa sería catastrófico para la industria y el consumo privado, disparando los precios en prácticamente todo el continente. No solo Alemania padecería. Europa del Este consume cerca de un 30% del gas siberiano, Italia acapara el 11%, Francia y el Reino Unido el 6%.

En España las cosas serían distintas. Al ser absolutamente independientes del gas soviético, un hipotético corte del suministro en el continente, o una limitación del mismo, favorecería las exportaciones de nuestro país al resto del continente ya que nuestro gas procede fundamentalmente de Argelia (50%) y en menor medida de Francia (12%), Qatar (11%) o Nigeria (10%). Sin embargo, no hay que olvidar que

Rusia fue el tercer proveedor de petróleo de España el año pasado.

Riesgo de impago

La huida de capitales se acelera en Ucrania a medida que crece la inestabilidad política. El nuevo Gobierno llega al poder con las arcas públicas semi vacías, sin apenas reservas de divisas y al borde de la quiebra. Las agencias de calificación ven como algo muy remoto que Ucrania vaya a conseguir los 4.000 millones que necesita para evitarse la quiebra.

El comisario europeo de Energía, Gunther Oettinger, aseguró que la Unión Europea apoyaría económicamente a Ucrania para que salde sus deudas con la gasística. Además la compensación económica necesaria sería mucho más gravosa ya que a partir de abril, Gazprom cobrará el gas a Ucrania al precio completo, eliminando la rebaja de la que se beneficiaba tradicionalmente el Gobierno pro soviético de Yaukóvich.

Rusia ya ha demostrado otras veces que si se la molesta más de la cuenta, puede dejar a Europa a oscuras. Lamentablemente Ucrania deberá pagar el precio de su europeismo. Putin tiene el interruptor en casa y a nadie le interesa una crisis energética.

El Gas Natural Licuado. La panacea energética para Europa (Opinión)

hidrocarburosbolivia.com

Por Alexandre Muns Rubiol 

La anexión de facto de Crimea por parte de Rusia nos recuerda la gran dependencia energética de la UE de proveedores externos no fiables (Rusia, Venezuela), localizados en regiones inestables (Argelia) o víctimas de conflictos internos (Libia)

La energía importada cubre el 54% del consumo europeo,convirtiendo a la UE en el primer importador mundial de energía. La UE importa más del 80% del petróleo y 60% del gas que consume. Según la Agencia Internacional de la Energía, la dependencia europea de energía exterior alcanzará 70% en 2030.

La ausencia de una política energética común europea es desesperante. Francia genera el 80% de su electricidad mediante sus centrales nucleares, pero el abandono de dicha energía por parte de Alemania, su prohibición en Italia y su impopularidad impiden su desarrollo común europeo. Los hidrocarburos del Mar del Norte se agotan, y el lobby verde frena la explotación de los depósitos de gas de esquisto, cuya cantidad es considerable en el norte de Europa y Ucrania y no despreciable en España. Las energías renovables generan un porcentaje aún insignificante de la electricidad a nivel europeo. Unicamente Dinamarca puede presumir de haber desarrollado su energía eólica desde los años setenta y de haber logrado que las renovables generen más del 30% de su electricidad.

Debemos investigar para desarrollar las tecnologías que nos permitan almacenar y transmitir la electricidad generada por fuentes renovables. Sin embargo, la propia Comisión Europea reconoce que no se cumplirá el objetivo en 2020 de producir el 20% de la energía total consumida por parte de fuentes renovables (33% de la electricidad, 21% de la necesaria para calefacción y refrigeración y 11% para el transporte). Y las renovables generan costosas contradicciones. Alemania tiene que financiar a sus productores de renovables aunque la electricidad producida en condiciones favorables (intensidad de viento e irradiación) se pierda por la incapacidad de almacenarla o distribuirla a otros países por una red que no está integrada.

La revolución energética de EEUU ofrece la mejor perspectiva energética para Europa. EEUU ya es el primer productor mundial de gas natural y este año igualará a Arabia Saudí con una producción de 14 millones de barriles de petróleo diarios. El lobby verde no es capaz de impedir la mayor explotación de reservas petrolíferas en estados como Montana o Dakota del Norte y del gas de esquisto. Obama o el próximo presidente aprobará la construcción del oleoducto Keystone XL, que aumentará la capacidad de transporte de petróleo crudo sintético y arenas bituminosas  de Canadá para su refinamiento en EEUU Estados Unidos tiene ya la capacidad de exportar gas natural licuado a Europa. Para ello no es necesario construir oleoductos, sino terminales de regasificación del GNL transportado por vía marítima. Bélgica, Francia, Italia, España, Países Bajos y Portugal ya importan GNL.

Tenemos pues la panacea energética para Europa a nuestro alcance. Existen, sin embargo, intereses contrarios a la exportación de GNL de EEUU a Europa. Los grandes consumidores industriales de gas natural en EEUU temen que aumentaría su precio. La pasión alemana por su modelo energético sostenible (renovables y más eficiencia energética) es conmovedora pero irracional: aumenta la factura energética de sus empresas y particulares. En 1980 Alemania Occidental y otros países europeos decidieron financiar gaseoductos para importar gas soviético. Esperemos que los líderes europeos actuales aprendan del error.


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