Tiene el bolsillo preparado? ¿no? Pues vaya haciendo ejercicios de elongación de billetera, porque el zarpazo que se viene por las tarifas puede ser impactante.
Por Marcelo Cantón
Es que la devaluación tuvo, como las bombas en las guerras modernas, “efectos colaterales no deseados”. O sea, aumentó el déficit de los subsidios de manera vertical, y ahora la factura que debe enfrentar el Gobierno es mucho mayor. ¿Ya se dio cuenta de quién la pagará?
En las últimas semanas se asegura que es “inminente” un aumento de tarifas para reducir los subsidios. Algunos (con buen acceso a los despachos que importan) dicen que será después de que finalmente empiecen las clases: el Gobierno no quiere mezclar huelgas de maestros con subas de luz y gas; sería un coctel explosivo. Más allá del momento, ese ajuste en las boletas sería otro paso en el ortodoxo camino que recorre Axel Kicillof estos días: devaluación, suba de tasas, enfriar la economía, acordar con el FMI y el Club de París, pagar a Repsol ... Es el precio que la Casa Rosada decidió pagar por estabilidad para la última parte de su tránsito por el poder. En esa línea, ahora seguiría reducir el déficit, para que el Banco Central emita menos billetes, de esos que inflaman la inflación. Ahí viene la suba de tarifas.
En 2013, los subsidios a la energía fueron unos $ 100.000 millones, monto casi equivalente al déficit fiscal. Desde esta columna advertíamos en octubre pasado que para eliminar ese rojo habría que subirle $ 20.000 las boletas de luz y gas a cada familia. La cuenta es fácil: hay unos 8 millones de hogares con conexiones a esos servicios, de los cuales unos 500.000 (countries, Barrio Norte, etc.) ya no reciben subsidios, en tanto que un tercio de las familias tiene algún plan social, los que los deja afuera del tarifazo; así, la factura de $ 100.000 millones es para 5 millones de grupos familiares.
Con esos $ 20.000 anuales por hogar (o $ $ 1.600 al mes), el Gobierno entonces podía eliminar la cuenta de los subsidios. El monto era enorme, inviable, políticamente imposible. Pero ahora es peor.
Al 31 de diciembre, el dólar cotizaba a $ 6,50; hoy roza los $ 8. Las tarifas de luz y gas se cobran en pesos. Pero los combustibles se importan en dólares. Así, los subsidios subieron por efecto de la devaluación de este verano la friolera de 40 a 50 mil millones.
¿Cómo se llega a este número? Marina Dal Poggetto, del estudio Bein, el mismo que elogia la Presidenta, hace la cuenta así: en 2013 las importaciones de energía de ENARSA y Cammesa costaron $ 63.652 millones. Este año, por la devaluación, serán $ 105.047, $ 41.394 millones mas.
Jorge Lapeña hace otro cálculo. El año pasado se importaron gas y fuel oil por US$ 13.000 millones, que eran $ 84.500 millones, dice. Este año esa misma importación costaría, sólo por el dólar, $ 19.500 millones mas. “Pero las importaciones crecen a un ritmo del 25% anual ”, agrega. Así, la cuenta cerraría en $ 130.000 millones, un alza de $ 45.500 millones.
Los números dan escalofrío, ¿no? Ahora proyectémoslos sobre su bolsillo. Si tomamos la cifra de Dal Poggetto, cada familia debería pagar $ 690 más de luz y gas al mes, sólo para compensar el impacto de la devaluación en las importaciones de energía. Según el número de Lapeña, son $ 760 mensuales. Y el Gobierno, con eso, sólo lograría volver al explosivo lugar donde estaba a fines del año pasado. Sin ninguna mejora.