China ofreció su señal más clara hasta el momento de que se desplazará hacia un crecimiento económico más equilibrado y limpio, con la promesa de reducir el ritmo de la inversión a un mínimo en una década y de librar una “guerra contra la contaminación”.
China ofreció su señal más clara hasta el momento de que se desplazará hacia un crecimiento económico más equilibrado y limpio, con la promesa de reducir el ritmo de la inversión a un mínimo en una década y de librar una “guerra contra la contaminación”.
En un discurso en la reunión anual del Parlamento chino que comenzó el miércoles, el primer ministro Li Keqiang dijo que Pekín pretende que la segunda economía más grande del mundo crezca un 7,5 por ciento este año, similar a la meta del 2013.
Analistas han dicho que el mantenimiento de la meta después de años de expansión vertiginosa sugiere que Pekín seguirá centrado en las reformas y el reequilibrio de la economía.
Li dijo que la promulgación de las reformas es su primera prioridad incluso mientras mantiene su atención en el crecimiento.
Las fábricas inactivas serán cerradas, y el trabajo sobre un nuevo impuesto a la protección del medio ambiente será acelerado para crear una economía más verde y más equilibrada impulsada por el consumo y no la inversión, dijo.
“La reforma es la máxima prioridad para el Gobierno este año”, dijo Li a unos 3.000 delegados en una sala de reuniones en el centro de Pekín.
“Debemos tener (…) el temple para enfrentar y romper los grilletes mentales con el objetivo de profundizar las reformas en todos los frentes”, agregó.
Para ayudar a la transformación, el planificador económico de China, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, dijo al Parlamento que el Gobierno buscará un crecimiento de un 17,5 por ciento de la inversión en activos fijos este año, su nivel más ralentizado en por lo menos 10 años.