Es inminente un alza del 6% por un acuerdo entre el Gobierno y las empresas
Por Pablo Fernández Blanco
Las productoras de naftas y gasoil aplicarán en los próximos días un nuevo aumento en el precio de los combustibles. Más temprano que tarde, como definieron fuentes vinculadas con la decisión, las petroleras subirán un 6,1% sus productos. Con esta alza el incremento en los últimos 12 meses será de entre el 58% y el 62%.
El nuevo aumento es el resultado de un acuerdo al que hace dos semanas llegaron las empresas con el mi-nistro de Economía, Axel Kicillof, que buscó fraccionar las subas de los precios en varias etapas para que los efectos de la devaluación no se trasladaran de inmediato a los surtidores.
Si se toman en cuenta los valores en Capital Federal de YPF, dueña del 55% del mercado y habitualmente con el precio más bajo, el litro de súper pasaría de $ 9,49 a $ 10,06, mientras que la premium saltaría de $ 10,68 a $ 11,33 este mes.
El resto de las productoras de combustibles, como Shell, Axion (opera bajo la bandera de Esso), Petrobras y Oil, del empresario Cristóbal López, siguieron un camino similar.
En una de esas empresas sostuvieron que, si bien no habían definido el número preciso del incremento, tenían previsto aplicarlo la próxima semana. Sostuvieron, también, que todas las compañías tenían previsto hacer lo mismo.
Los incrementos de precios también se extenderán al gasoil.
Aunque desde el punto de vista del consumidor el aumento del último año es sustancial, las petroleras sostienen que están lejos de ensanchar sus arcas con las remarcaciones.
La respuesta a esa paradoja está en el funcionamiento de la industria petrolera. Sucede que las refinadoras cobran en pesos el combustible que despachan, pero el precio del crudo, que explica un 80% de sus costos, está fijado en dólares y se liquida de acuerdo con la cotización del Banco Central. Por eso, la devaluación de 23% de enero puso presión sobre los valores de venta al público. Es el motivo, también, por el que los precios de los combustibles mantienen una relación estrecha con la marcha de la moneda.
Hasta el primer mes del año, la devaluación de los últimos 12 meses había sido de 60,9% (hasta ayer acumulaba 56,2% en el último año, debido a la leve apreciación del peso); es decir, un número muy cercano al incremento en los surtidores.
Dispersión de aumentos
Tras la devaluación de enero, Shell incrementó 12% sus combustibles. El resto de las empresas tenía previsto tomar el mismo camino.
Luego de registrar ese movimiento, Capitanich y Kicillof se pusieron al frente de la avanzada para contener las subas en las estaciones de servicio. Convocaron a por lo menos tres reuniones con las productoras de petróleo y las refinadoras para edulcorar los futuros aumentos que, a esas alturas, ya vislumbraban como incontenibles.
Primero, el jefe de Hacienda sinceró su intención de crear un dólar artificial, de $ 6,88, para la compraventa de crudo.
La iniciativa sembró el temor entre las empresas privadas y cosechó el rechazó tanto de las compañías como de las gobernaciones petroleras.
El neuquino Jorge Sapag y el chubutense Martín Buzzi se pusieron al frente de un reclamo que compartían todas las provincias. Creían que la propuesta de Economía afectaría la llegada de inversiones.
La molestia en los distritos productores fue tan grande que llegó a unir los opuestos. Guillermo Pereyra, jefe del principal sindicato petrolero del país, a cargo de las provincias de Río Negro, La Pampa y Neuquén, número dos de la CGT de Hugo Moyano y rival político de Sapag, visitó a Capitanich para evitar que la propuesta avance.
Frente a tantas advertencias, Kicillof tomó algunas de las sugerencias y reelaboró luego su propuesta. Comprometió a las productoras de crudo a que bajaran el precio, pero sin tocar el tipo de cambio. Empresas como Chevron, Pan American Energy, Pluspetrol y Tecpetrol, entre otras, acordaron vender el crudo de Neuquén, que costaba US$ 83 el barril en febrero, con un descuento de 14% ese mes, de 8,75% en marzo y de 3,75% en abril, no acumulativo.
A medida que baje el descuento en el petróleo, subirán los combustibles: 6,1% este mes, 5,4% el que viene y 3,8% en mayo, que se sumarán al incremento de 6% en febrero, el primero expresamente autorizado por el ministro de Economía (incluso Shell retrotrajo sus precios hasta ajustarlos a ese porcentaje), y al 7% que se registró en el primer mes del año.
El futuro del acuerdo dependía, principalmente, de que la devaluación del peso no se profundizara durante su período de vigencia. Hasta el momento, el Gobierno cumplió con esa parte del trato tácito, dado que no lo escribió en ningún documento.
Al final del camino, el litro de nafta premium de YPF costará en torno de los $ 12,39, mientras que la súper escalará hasta los $ 11 en mayo. El resto estará por encima.
De allí en más, casi todo dependerá de la complicada relación entre el peso y la moneda norteamericana