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The Wall Street Journal: los comentados elogios a Evo Morales
24/02/2014

Bolivia, una economía estable

Los Andes

Se hundió la moneda argentina desencadenando inquietudes mundiales sobre las economías en desarrollo. Brasil batalla para minimizar la preocupación por años de crecimiento lento. Venezuela, ubicada encima de las reservas petrolíferas más grandes del mundo, tiene una de las mayores tasas inflacionarias mundiales. Mucho más lejos, países como Turquía y Sudáfrica han observado a sus monedas sufrir mientras los inversionistas buscan rendimientos más seguros en otras partes.

Y también está Bolivia 

Guardada a la sombra de sus vecinos más populosos y más prósperos, la pequeña y empobrecida Bolivia, otrora un perenne caso perdido, de pronto se ha convertido en un tipo diferente de excepción, en el buen sentido.

Su economía creció aproximadamente 6,5 por ciento el año pasado, entre las tasas más sólidas en la región. La inflación ha sido mantenida a raya. El presupuesto está balanceado y se recortó la deuda gubernamental, otrora incapacitante. El país cuenta con reservas de divisas en un fondo para tiempos difíciles tan grande -para el tamaño de su economía- que podría ser la envidia de casi cualquier otro país en el mundo. 

“Bolivia ha sido, en cierto sentido, atípica”, señaló Ana Corbacho, la jefa de la misión del Fondo Monetario Internacional en esta ciudad, y agregó que la caída en los precios de las materias primas y otros factores han aminorado las expectativas económicas en toda la región. “La tendencia general es que hemos actualizado nuestras proyecciones de crecimiento a la baja, excepto que para Bolivia las hemos estado revisando hacia el alza”. 

Bolivia ha tomado un camino insólito para convertirse en predilecta de las instituciones financieras, como el Fondo Monetario, no menos debido a los elogios que provienen de algunas de las mismas entidades a las que el presidente socialista Evo Morales le encanta sermonear. 

Es frecuente que Morales hable con dureza del capitalismo y de algunos de sus más ardientes defensores, como las grandes corporaciones, Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Él nacionalizó el sector petrolero y gasífero después de asumir el cargo en 2006, y expropió más de 20 empresas privadas de una diversidad de actividades. 

No obstante, mientras Morales se autodenomina revolucionario, otros han empezado a usar una palabra muy distinta para describirlo: “prudente”. 

Tanto el Fondo Monetario como el Banco Mundial, en informes recientes, elogiaron lo que llamaron las políticas macroeconómicas “prudentes” de Morales. Fitch Ratings, una importante agencia calificadora del crédito, habló de su “administración fiscal prudente”. 

Mientras Morales sigue firmemente en el campo izquierdista latinoamericano, en muchos asuntos económicos encaja dentro de una tendencia más amplia, alejada de la rigidez ideológica en la región. 

En el Perú, el presidente Ollanta Humala pasó de un izquierdista ardiente a ser un centrista. En Colombia, el presidente Juan Manuel Santos, un ex ministro de la Defensa, ahora funge como pacificador, negociando con la organización guerrillera más grande del país. En El Salvador, los candidatos presidenciales de izquierda y derecha se movieron al centro para atraer al electorado. En Uruguay, el presidente José Mujica, un izquierdista y ex guerrillero marxista, ha implementado políticas económicas amigables con los negocios. 

“Definitivamente, se ha menospreciado al elemento del pragmatismo” en la región, notó Maxwell A. Cameron, un profesor de ciencia política en la Universidad de Columbia Británica. 
No hace mucho, Bolivia era un foco de atención por la inestabilidad política y económica, y si bien sigue siendo el país más pobre de Suramérica, es mucho lo que ha cambiado. 

El crecimiento económico del año pasado fue el más firme en al menos tres décadas, según el Fondo Monetario, y siguió una serie de varios años de crecimiento sano. La parte de la población que vive en la pobreza extrema cayó a 24 por ciento en 2011, en comparación con 38 por ciento en 2005, el año anterior a que Morales tomara posesión como presidente. 

Si bien todavía hay mucha miseria, la transformación económica se puede ver ampliamente en prósperos mercados urbanos o en los nuevos tractores que aran la tierra donde, no hace mucho, los animales de tiro jalaban el arado. En El Alto, una ciudad obrera localizada al norte de la capital, los nuevos ricos presumen su éxito en la forma de mansiones de colores brillantes. Otro agregado reciente: la proliferación de panaderías que venden pasteles muy adornados, un signo de que hasta quienes tienen medios modestos cuentan con dinero extra para gastar. 

Uno de los acontecimientos más sorprendentes es la forma en la que Bolivia ha acumulado divisas, formando un fondo para tiempos difíciles, de unos 14.000 millones de dólares, equivalente a más de la mitad de su producto interno bruto, o 17 meses de importaciones, que puede ayudarla a pasar por tiempos difíciles. 

Según el Fondo Monetario, Bolivia tiene la proporción más alta del mundo de reservas internacionales en relación al tamaño de su economía, y hace poco superó a China en ese respecto. 

“Le estamos mostrando al mundo entero que se pueden tener políticas socialistas con equilibrio macroeconómico”, notó el ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce. “Todo lo que vamos a hacer está dirigido a beneficiar a los pobres. Pero lo tienes que hacer aplicando la ciencia económica”. 

Al país le va bien gracias a los precios relativamente altos del gas natural -su producto de exportación más importante- durante la presidencia de Morales. Eso le permitió ordenar en noviembre que los trabajadores en todo el gobierno y muchos en el sector privado recibieran el doble del aguinaldo acostumbrado de un mes extra de salario a fin de año. 

Fue una medida populista que los críticos vincularon a la próxima temporada de elecciones -Morales competirá para otro mandato, en el mes de octubre-. Sin embargo, está de acuerdo con un esfuerzo más amplio para redistribuir la riqueza y dirigir parte del ingreso por el gas natural directamente al bolsillo de las personas. 

“No diría, necesariamente, que son políticas económicas de la corriente principal”, dijo Corbacho. “Lo que hemos evaluado como muy positivo es el resultado que han obtenido cuando se trata de crecimiento, indicadores sociales” y otros criterios. 

El giro radical de Bolivia es digno de atención porque, durante muchos años, el país fue terreno de prueba para el tipo de políticas ortodoxas de libre mercado, promovidas durante mucho tiempo por el Fondo Monetario y otras instituciones internacionales. Al tratar de resolver un montón de problemas económicos, incluida la hiperinflación que alcanzó 24.000 por ciento en 1985, el gobierno redujo el gasto, eliminó los subsidios al combustible, privatizó parcialmente las compañías paraestatales y despidió a muchos trabajadores. 

Los críticos dicen que si bien se controló la inflación con esas políticas, también causaron daños de largo plazo, exacerbando la distribución desigual de la riqueza y empujando a los mineros y jornaleros agrícolas recién desempleados al cultivo de la coca, lo cual incrementó la producción de cocaína y, por último, contribuyendo a la agitación social que ayudó a abrirle el paso a Morales rumbo a la presidencia. 

“Básicamente, el gobierno de Morales se apartó de las recomendaciones del FMI y otras enormes instituciones crediticias internacionales y, por primera vez, durante su mandato, ves que mejoran significativamente esos indicadores macroeconómicos, lo cual, al final, obtuvo la aprobación de organismos como el FMI”, explicó Kathryn Ledebur, la directora de la Red Andina de información, una organización de investigación con sede en Bolivia. 

Morales se ha beneficiado al ser presidente durante un momento en el que son altos los precios de las materias primas en toda la región. En una acción excesivamente contenciosa, nacionalizó al sector energético al tomar un interés mayor en las compañías que extraen el gas del país y al exigir una parte más grande de los ingresos. Ello incrementó enormemente los ingresos del gobierno, dándole dinero para costear programas sociales, como el pago en efectivo a madres jóvenes, mejores pensiones y proyectos de infraestructura. 

Sin embargo, mientras que la nacionalización inquietó a los inversionistas extranjeros, en general, hoy se le dan buenas calificaciones a Morales por la forma en la que ha manejado los beneficios extraordinarios. 

“Se podría manejar mal esta oportunidad, y la realidad es que eso no ha pasado”, notó Faris Hadad Zervos, el representante residente del Banco Mundial en La Paz, quien mencionó las grandes reservas en divisas e incrementos sustanciales en el gasto gubernamental en infraestructura. 

No es que no haya aspectos inquietantes. Tanto el Fondo Monetario como el Banco Mundial dicen que se debería hacer muchísimo más para alentar la inversión privada. Bolivia tiene menos de la mitad de la proporción de inversión privada que la mayoría de los otros países en Suramérica. 

También hay preocupación por lo que pudiera pasar si caen en forma significativa los precios del gas y si Bolivia simplemente está en medio de un típico ciclo de auge y decadencia que con frecuencia atormenta a los países pobres. 

Todas las exportaciones bolivianas van al Brasil y a la Argentina con contratos a largo plazo, lo que significa que los problemas económicos constantes en esos países podrían, al final, significar problemas para Bolivia. 

Sin embargo, una mayor inquietud se debe al bajo nivel de inversión en la exploración de gas, lo cual podría hacer peligrar la capacidad de Bolivia para mantener los niveles de producción en el futuro. 

“Esto no es sustentable en el largo plazo”, notó José L. Valera, un abogado con sede en Houston, quien ha representado a compañías de energía que hacen negocios en Bolivia. “El modelo no está diseñado para generar ganancias sustanciales para una industria petrolera a la que se va a incentivar para reinvertir en Bolivia”.

Las relaciones de Bolivia con el Fondo Monetario y el Banco Mundial, ambos con sede en Washington, son un marcado contraste con las de algunos de sus aliados izquierdistas. Venezuela, Ecuador y la Argentina se niegan a participar en las revisiones económicas anuales del Fondo Monetario. 

Las declaraciones públicas de Morales también han sido excesivamente críticas, con frecuencia. En una ocasión, dijo que el Banco Mundial había intentado chantajearlo para que cambiara sus políticas económicas. Y, en un discurso de diciembre de 2012, llamó a desmantelar “el sistema financiero internacional y sus satélites, el FMI y el Banco Mundial”. 

Sin embargo, su actitud pareció haber cambiado en julio, en un acto para anunciar un proyecto del Banco Mundial en apoyo a los agricultores de quinua. 

“El Banco Mundial no chantajea ni impone condiciones; ya no”, dijo Morales, según una publicación sobre el sitio web del Banco. Para celebrar, jugó un partido amistoso de fútbol con el presidente del Banco, Jim Yong Kim.


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