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INTERNACIONALES
Crisis en Ucrania: la represión ya dejó decenas de muertos

Tras una débil tregua de unas horas, unas 50 personas murieron en los combates de ayer en el corazón de Kiev; según la oposición, serían, por lo menos, 70; alarmados, EE.UU. y la UE impulsan sanciones contra el presidente Yanukovich

21/02/2014

Feroz baño de sangre en Ucrania: la represión dejó decenas de muertos

La Nación

La tregua de anteayer duró apenas unas horas , sólo seis. Y después, Ucrania se precipitó en el abismo, al vivir el día más sangriento que se recuerde desde la época soviética, en una batalla política y campal que enfrenta a un gobierno cercano a Rusia con opositores inclinados por Occidente.

Ahora, este país bisagra entre Europa y Rusia se encuentra en el peor momento de incertidumbre de su historia reciente.

Los choques entre los manifestantes antigubernamentales, que protestan desde noviembre pasado, y la policía en el centro de Kiev se saldaron ayer con unos 50 muertos. Eso llevaría la cifra total de muertos desde el martes a 75, según el gobierno. Pero la oposición advirtió que ayer contabilizó entre 70 y 100 muertos.

La nueva represión disparó la alerta global, y el presidente Victor Yanukovich se vio sometido a intensas presiones opuestas de la Unión Europea y Rusia.

Pero cualquier salida diplomática a la crisis que atraviesa Ucrania desde hace tres meses se insinúa complicada. Desde hace días, los manifestantes que resisten en Maidan (la plaza de la Independencia) ya no responden a los llamamientos de los líderes de la oposición, desbordados por los reclamos de la calle.

El intercambio de fuego entre opositores y fuerzas de seguridad se prolongó ayer durante más de tres horas en el centro de Kiev.

Imágenes de video mostraron a agentes de la policía antidisturbios disparando desde un tejado contra los manifestantes en la plaza.

En otro video, un militante de la oposición que usaba casco disparaba apostado tras un árbol. Sólo ayer murieron cerca de medio centenar de personas, entre opositores y policías. Más de 300 personas continuaban hospitalizadas, la mayoría por heridas de bala. En el Maidan se apilaban cadáveres desparramados por el piso, a pocos metros de donde Yanukovich se reunía con una delegación de la Unión Europea.

Los manifestantes resistieron las embestidas policiales con bombas incendiarias, palos y armas de fuego, algunas de ellas robadas a los cerca de 70 agentes retenidos por los grupos más violentos.

Conformando milicias de ataque y defensa, los manifestantes se han transformado de la noche a la mañana en una guerrilla urbana, pertrechada con escudos, palos y fusiles, y provista de hospitales de campaña para atender a los numerosos heridos en las refriegas con las fuerzas de orden público.

El Ministerio del Interior instó a los ciudadanos a que eviten el centro de Kiev. Colegios, restaurantes y muchos negocios en la activa ciudad de tres millones de habitantes permanecían ayer cerrados. El subte no funcionaba y los cajeros automáticos estaban casi sin efectivo.

INCERTIDUMBRE

Mientras el centro de Kiev ofrecía escenas apocalípticas propias de una guerra civil, los rumores sobre una inminente declaración del estado de excepción sobrevolaban toda la ciudad.

Yanukovich estuvo a punto de jugar la carta del despliegue del ejército anteayer para sofocar la insurrección, pero a última hora cedió a las presiones y pactó una tregua con los dos principales líderes opositores, Arseni Yatseniuk y Vitali Klitschko. El cese de hostilidades, sin embargo, sólo duró unas horas, en una muestra más del caos que reina en el país.

En los despachos oficiales también gobernó la incertidumbre durante todo el día de ayer. Yanukovich, un ave fénix que sale a flote cuando más acorralado parece estar, recibió a los cancilleres de Alemania, Francia y Polonia con el fin de diseñar una hoja de ruta que conduzca hacia una solución política a la crisis. "Enfrentamos una noche de negociaciones difíciles", dijo un vocero de la cancillería polaca en su cuenta de Twitter.

Tras cuatro horas de reunión, fuentes diplomáticas polacas filtraban un supuesto acuerdo para celebrar elecciones anticipadas este año, organizadas por un gobierno de unidad nacional. Pero Francia salió al paso enseguida para desmentir esa hipótesis. "La situación es muy difícil", dijo lacónicamente el ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius.

Yanukovich tuvo hasta ahora las espaldas cubiertas por el firme apoyo de Vladimir Putin. El presidente ruso nunca vio con buenos ojos el acercamiento de una parte de la sociedad a la UE. De hecho, el detonante de la crisis fue el rechazo del mandatario ucraniano a firmar un acuerdo comercial con Bruselas, a fines de noviembre pasado. Pero la situación empeoró mucho desde entonces. El país se encuentra al borde de un enfrentamiento civil entre europeístas y prorrusos y a Occidente se le ha agotado la paciencia.

Si anteayer Barack Obama afirmó vehementemente que la represión tendría "consecuencias", la UE concretó ayer sus advertencias en un paquete de sanciones que incluyen la prohibición de visados para los dirigentes ucranianos y el congelamiento de sus activos en el exterior, entre otras medidas, según anunció la canciller italiana, Emma Bonino, al término de una reunión de emergencia en Bruselas.

Al mismo tiempo, la canciller alemana, Angela Merkel, se comunicó con Obama y Putin para analizar la delicada situación. Los tres líderes mundiales llegaron a la misma conclusión: hallar una salida política a la crisis lo antes posible para evitar nuevos baños de sangre.

El Kremlin, sin embargo, criticó las sanciones de Europa y señaló que sólo ayudaban a "empeorar las cosas". A pedido de Yanukovich, Putin envió a Kiev a un mediador para tratar de lograr un acuerdo político. Se trata del defensor del Pueblo Vladimir Lukin, de 76 años, con una larga experiencia diplomática.

Kiev, otro escenario de la renovada batalla entre Rusia y Occidente

La Nación

Dos dos bandos de lo que ya se convirtió en un choque Rusia-Occidente por Ucrania endurecieron sus posiciones ayer, después de que funcionarios rusos denunciaron que se trata de un golpe de Estado contra Kiev de extremistas de derecha, y Estados Unidos y Europa impusieron sanciones a los responsables de la violencia que hizo erupción en la capital ucraniana y que se propagó a otras ciudades.

Las reacciones, diametralmente opuestas, subrayan la profunda confrontación entre Rusia y Occidente por el destino de Ucrania, un choque en el que cada bando acusa al otro de interferir y en el que se cuestionan incluso los hechos concretos de lo que está ocurriendo.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, expresaron su alarma por la escalada de violencia y culparon a las fuerzas de seguridad del presidente Viktor Yanukovich, al dejar en claro que apoyan una transición política que les permita a los ucranianos elegir un nuevo gobierno.

Rusia, por el contrario, se comprometió a utilizar todo su peso para apoyar al gobierno de Ucrania y se sumó a las acusaciones de Yanukovich, que culpa a sus oponentes de intentar tomar el poder, lo que equivale a un golpe de Estado.

En uno de sus comunicados más duros desde que se desató la crisis en Ucrania, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia llegó incluso a evocar la Machtergreifung -la toma del poder de los nazis en Alemania en 1933- para responsabilizar "a fuerzas radicalizadas de la oposición por los hechos criminales" que causaron derramamiento de sangre y denunciar a los países europeos por negarse a admitirlo.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, acusó a Occidente de "alentar a la oposición [ucraniana] a actuar al margen de la ley". "Nosotros no queremos imponernos, a diferencia de lo que intentan hacer nuestros fanáticos socios occidentales", dijo Lavrov desde Kuwait.

Un alto funcionario del Departamento de Estado desestimó la acusación de que Estados Unidos se inmiscuya en los asuntos de Ucrania y dijo que Washington siempre apoyó abiertamente un gobierno de coalición.

El funcionario le devolvió la acusación al Kremlin. "No han sido transparentes sobre su accionar en Ucrania", dijo.

El presidente Barack Obama, de visita en México, interrumpió la apertura de su reunión con el presidente Enrique Peña Nieto para informar a los periodistas que Estados Unidos condenaba "categóricamente" la violencia, que en los últimos días se cobró muchas vidas.

Obama advirtió enfáticamente a los militares ucranianos para que se abstengan de intervenir en la crisis política que sacude las calles de Kiev, y dijo que Estados Unidos hará responsable al gobierno de la escalada de violencia.

La decisión de Obama de referirse a la situación en Ucrania sin que se lo hayan preguntado refleja la creciente preocupación de la Casa Blanca por la espiral de violencia fuera de control en la que derivó el enfrentamiento entre gobierno y manifestantes.

"Observamos con suma atención los hechos y esperamos que el gobierno ucraniano demuestre mesura -dijo Obama-. Si se pasan de la raya, habrá consecuencias."

La esencia de esa amenaza quedó clara el miércoles por la noche, cuando el gobierno de Obama impuso una prohibición en la visa de 20 altos funcionarios ucranianos, a los que acusó de ser parte de la represión del gobierno el martes pasado.

En una conferencia de prensa del miércoles por la noche, Obama dijo que la violencia en Ucrania no se debía a una tercerización de la lucha por la influencia en la región entre Estados Unidos y Rusia. En cambio, advirtió que el enfoque de su gobierno era "no considerar esto un tablero de la Guerra Fría en el que competir con Rusia".

CONFRONTACIÓN ARMADA

Ya existe el temor de que lo que comenzó como una crisis política en Ucrania degenere en abierta guerra civil. Algunas figuras políticas de Moscú advierten que podría repetirse un caso como el de la desintegración de Yugoslavia.

Alexei K. Pushkov, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja del Parlamento ruso, dijo que los opositores más radicalizados ya no buscan llegar a un acuerdo, sino que optaron por tomar las armas. "Ya no se trata de un proceso político. Es una cuasi guerra civil."

La ferocidad de la violencia en Kiev pareció tomar por sorpresa a los líderes europeos, que ahora se desesperan por encontrar una respuesta a la crisis.

En Rusia, los funcionarios también buscan influir en los acontecimientos. Rusia ya prometió 15.000 millones de dólares en asistencia financiera para ayudar a Ucrania a evitar el default, y el martes hizo efectivo otro desembolso de 2000 millones, hecho que desencadenó las últimas protestas, ya que muchos temen que la ayuda de Rusia termine empujando del todo al país a los brazos del Kremlin.

Anteayer, sin embargo, autoridades ucranianas dijeron que el pago estaba retenido por "cuestiones técnicas".

Tanto en Rusia como en Europa la crisis parece ser un momento bisagra para el continente y sus fronteras. "Nosotros los polacos -dijo Donald Tusk, primer ministro de Polonia- no nos quedaremos de brazos cruzados ante estos hechos, porque sabemos que lo que ocurra en Ucrania será decisivo para la historia y el futuro de toda la región."

Un conflicto que pone en juego la identidad y la unidad de Ucrania

El País. Por Lluís Bassets

La fuerza del mapa coloreado que representa las viejas naciones se sobrepone con frecuencia sobre una realidad mucho más precaria y frágil.

Esa Ucrania que parece encontrarse ahora en un momento crucial de su historia tiene sólo 22 años de vida como nación política unida e independiente.

Su nombre eslavo no es ni siquiera el de un país, sino literalmente el de "frontera", "confín", que es lo que significa su denominación. Todo lo demás son proyecciones del presente sobre el pasado y fantasías habituales en la narrativa nacionalista. Según el investigador de la Fundación Juan March Leonid Peishakin, "si hay algo que define la experiencia ucraniana es la división, entre la unión polaco-lituana y Rusia desde 1569 hasta 1795; los imperios austríaco y ruso, entre 1795 y 1917, y el catolicismo griego y la ortodoxia rusa desde 1596 hasta hoy".

Las raíces de la actual división de Ucrania en dos segmentos al borde de la guerra civil están inscriptas así en su historia y su personalidad. Según un diplomático británico que viajó allí en 1918, cuyo testimonio recoge el historiador Orlando Figes, "si se le pregunta a un campesino medio de Ucrania cuál es su nacionalidad dirá que es griego ortodoxo; si se le pregunta si es granruso, polaco o ucraniano, diría probablemente que es un campesino, y si se insistiera respecto de qué lengua habla, diría que la lengua local".

La división actual responde en un primer plano a la doble opción que se les ha ofrecido a los ucranianos entre la integración en la Unión Europea (UE), tal como corresponde a su pasado austrohúngaro, y el regreso a Rusia, ahora en forma de una unión aduanera, que recrea tanto el expansionismo del viejo imperio zarista como el de la desaparecida Unión Soviética.

En un segundo plano, afecta también a dos modelos políticos, sea la democracia soberana corrupta y autoritaria que Viktor Yanukovich intenta mantener a flote mediante sus poderes presidenciales, sea el régimen parlamentario de tipo occidental demandado por los manifestantes. Pero incide en la propia identidad y existencia del país, es decir, en la improbable capacidad de los ucranianos para mantenerse unidos a partir y no a pesar de estas diferencias que los han separado hasta ahora, y que en este momento los sitúan al borde de la guerra civil.

Hay muchas responsabilidades en el deslizamiento violento del conflicto que empezó en noviembre tras la negativa de Yanukovich a firmar el acuerdo de asociación con la UE y su decantación en favor del presidente ruso, Vladimir Putin.

La primera, del propio mandatario ucraniano, inepto y mendaz hasta molestar a su propio patrono del Kremlin. También las tiene el presidente ruso, con sus ambiciones imperiales frente a Washington y Bruselas. Son evidentes las responsabilidades de la vacilante UE. Y no puede faltar la oposición, incapaz de controlar un movimiento que ha ido cayendo en el descontrol de la violencia o bajo el control de la extrema derecha.

Ucrania vive una mezcla de conflicto civil y de guerra geoeconómica que está derivando hacia la contienda armada. Están en juego las fronteras de Europa e, indirectamente, la capacidad de la UE para existir en el mundo. Pero lo más sustancial concierne a los ucranianos y es su capacidad para construir Ucrania juntos, país que sólo podrá sobrevivir si consigue convertirse en un Estado democrático que respete e incluya todas las diferencias e identidades.

DESERCIONES EN MASA EN LAS FILAS DE YANUKOVICH

En medio de la violencia que conmociona a Ucrania, el alcalde de Kiev, Volodimir Makeyenko, anunció ayer que abandonó el partido del presidente Viktor Yanukovich, a modo de protesta contra "el baño de sangre y la lucha fratricida" en el centro de la capital.

"Estoy dispuesto a todo para detener la lucha fratricida y el baño de sangre en el corazón de Ucrania, en la plaza de la Independencia", dijo el alcalde.

"La vida humana debe ser el valor supremo de nuestro país, y nada debe contradecir ese principio", añadió Makeyenko, que dejó las filas del gobernante Partido de las Regiones.

Horas antes de su deserción, por lo menos 12 diputados de esa agrupación con bancas en la Rada (Parlamento) también habían anunciado su deserción.

Ucrania se desangra: mueren 47 manifestantes por la represión

Agencias

Nuevos choques violentos entre manifestantes opositores y la Policía causaron, ayer en Kiev al menos 47 muertos, lo que elevó la cifra de víctimas mortales a 100 en las últimas 48 horas, profundizando la crisis en Ucrania en medio de los intentos de Occidente por presionar al presidente Víktor Yanukóvich para que convoque a elecciones.

Según el Ministerio de Salud, el balance es de 75 muertos y 363 personas hospitalizadas, 76 de ellas "en estado grave", entre el martes y ayer. Entre los fallecidos hay por lo menos 13 policías.

Pero los datos de medios opositores estipulaban que un centenar de personas, en su gran mayoría manifestantes, perecieron en los enfrentamientos en el Maidan, o plaza de la Independencia, epicentro desde hace tres meses de la peor crisis vivida por este país desde su independencia de la Unión Soviética, en 1991.

Los incidentes de ayer, ocurridos luego de seis horas de tregua entre el Gobierno y la oposición, se iniciaron con una violenta embestida de centenares de estudiantes radicales enmascarados y armados con palos, adoquines y bombas molotov para recuperar el terreno perdido.

El ministro ucraniano del Interior, Vitalí Zajarchenko, ordenó la entrega de armas de combate a los efectivos policiales y advirtió que la ley les permite utilizarlas contra los extremistas. La misma advertencia fue lanzada por el Ministerio de Defensa, que recordó que los soldados pueden usar sus armas para defender sus vidas y las instalaciones militares.

De acuerdo con los periodistas en el lugar, los disparos provenían tanto de los cordones policiales como de edificios aledaños donde se habían apostado francotiradores. Imágenes grabadas por radio Svoboda mostraron a un hombre, presuntamente de las fuerzas de seguridad, disparando con una Kalashnikov contra un blanco no identificado.

La masacre de ayer es, probablemente, la página más oscura de la Ucrania independiente. Los manifestantes tienen miedo de una violencia aún peor a la vivida pero, pese al miedo, no tienen intención de desistir.

"Mejor morir que vivir con cadenas", gritó Anatoli, de 61 años, "comandante" de un grupito de opositores en el Maidan.

El lujoso hotel Ucrania, que se asoma sobre la plaza de la Independencia, fue ocupado por los manifestantes -que en noviembre salieron a las calles para rechazar la suspensión de la adhesión del país a la Unión Europea y que ahora, tras la violencia, exigen la salida del Gobierno- y transformado en un hospital, con dos salas quirúrgicas improvisadas en el hall de la planta baja.

También el Ministerio de Agricultura y un monasterio se convirtieron en salas de primeros auxilios donde llegaron muchos de los muertos, todos ellos con tiros en la cabeza, en el corazón o en el cuello.

En tanto, los ministros de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier; Francia, Laurent Fabius; y Polonia, Radoslaw Sikorski, se reunieron ayer durante más de cuatro horas con Yanukóvich, para proponerle una hoja de ruta que ataje el conflicto, mientras en Bruselas sus colegas aprobaban la imposición de sanciones contra funcionarios y militares ucranianos que tengan "las manos manchadas con sangre".

No se llegó a "ningún acuerdo" con el presidente ucraniano para poner fin "a los violentos enfrentamientos entre policías e insurgentes", afirmó el exboxeador y emblemático opositor, Vitalí Klitschko, quien también mantuvo un encuentro con los tres cancilleres.

La presión sobre Yanukóvich, a quien le exigen elecciones anticipadas aumentó cuando Alemania, Estados Unidos y Rusia se pronunciaron por "una solución política" a la crisis que, sin embargo, viene creando tensiones dignas de la Guerra Fría entre Moscú y las capitales occidentales.

La iniciativa fue comunicada tras consultas entre la jefa de Gobierno alemana, Angela Merkel; el presidente estadounidense, Barack Obama y su par ruso, Vladímir Putin. "Tiene que cesar el baño de sangre", señaló el comunicado difundido en Berlín.

El mandatario ruso también envió a un representante a Ucrania para mediar en negociaciones con la oposición, indicó un portavoz del Kremlin.

El Congreso ucraniano, por su parte, prohibió las "operaciones antiterrorismo" anunciadas por el servicio secreto (SBU), por 236 votos sobre un total de 450. Ordenó, además, al SBU y al Ministerio del Interior "frenar inmediatamente el uso de la fuerza contra los ciudadanos" porque es inconstitucional y pidió al revocar las restricciones, el ingreso de vehículos a la capital.


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