El oro ha perdido su brillo, al menos como inversión. Desde que la onza alcanzó los 1,900 dólares en el verano de 2011, el precio del metal áureo ha caído cerca de 30%. Esa caída ha provocado un éxodo de los fondos cotizados de oro. Pero ahora los inversionistas están fijando su mirada en otro mineral precioso: los diamantes.
En los últimos meses ha aumentado el entusiasmo en torno al potencial de los diamantes para convertirse por primera vez en un verdadero activo de inversión. A diferencia del oro, las gemas actualmente no tienen preciospot o mercado convencional aparte de las joyerías y las casas de empeño.
El reconocido inversor de mercados emergentes, Mark Mobius dijo recientemente a MarketWatch que ha visitado a revendedores de joyas de empeño para tener una visión de primera mano del mercado de diamantes, que él cree está en la cúspide de un boom y que puede, con el tiempo, estar disponible para los inversionistas a través de los fondos cotizados.
Y en efecto, Bain & Company y otras instituciones han estado siguiendo el interés de los inversionistas en los diamantes y sopesando si la piedra, en términos de inversión, podría convertirse en el próximo oro o platino.
En marzo de 2013, un grupo de operadores de fondos de cobertura lanzó en la ciudad de Los Ángeles la Bolsa Investment Diamond Exchange, donde los inversores pueden comprar diamantes físicos (sin la intención de convertirlos en joyas).
Y en septiembre, una compañía de Chicago llamada GemShares anunció una alianza con la multinacional Nasdaq OMX Group para desarrollar el índice GemShares Global Investment Grade Standard Diamond Basket Index, que podría ser utilizado para crear un fondo cotizado respaldado enteramente por diamantes.
Un factor sorprendente que está impulsando la demanda es el nuevo pero creciente apetito en China por los anillos de compromiso. Que el futuro novio compre un diamante es, desde luego, parte de la costumbre en los compromisos matrimoniales estadounidenses. Pero hasta hace unos años era un concepto extraño para los chinos, explica Rick de los Reyes, gerente de cartera del portafolio Global Metals and Mining Strategy, de la firma de inversión T. Rowe Price.
La riqueza en China ha aumentado y la política del hijo único ha ocasionado que el país tenga una proporción menor de mujeres; sin embargo, esas mujeres han descubierto un nuevo mejor amigo, por así decirlo. “Si eres una mujer en China y quieres un anillo de diamantes, sin duda puedes encontrar a un hombre que te lo dé. Ellas tienen la sartén por el mango”, dice De los Reyes.
La demanda de diamantes se ha incrementado también en Estados Unidos, gracias al fortalecimiento de la economía. Estados Unidos importó casi 23,000 millones de dólares en diamantes pulidos en 2013, 16% más respecto a 2012, según Rapaport Group, una firma de investigación de mercado que mantiene su propio índice de precios de diamantes. De acuerdo con ese índice, el precio medio de los diamantes aumentó casi 14% el año pasado para situarse en 1,855 dólares por quilate.
No obstante, algunos analistas se muestran escépticos sobre la posibilidad de que la inversión en diamantes sea tan simple como comprar oro y otros metales preciosos. Después de todo, el oro tiene un precio por onza, mientras que los diamantes son clasificados según su tamaño, corte, claridad y color… y, en cierta medida, el ojo de quien lo mira.
De acuerdo con un reciente informe de Bain, hay hasta 16,000 combinaciones de esos cuatro factores que influyen en el precio de cada piedra, además de un grado de subjetividad, toda vez que las tasaciones pueden diferir hasta en 30%.
Michael Haynes, director del centro de negociación de metales preciosos APMEX, que vende activos físicos como lingotes de oro y platino, no está seguro de que sus clientes estén siquiera interesados en los diamantes.
Aunque Haynes tiene experiencia en autenticar y clasificar diamantes (incluso posee algunos), admite que la calidad variable de las gemas las hace una clase de activos distintas al lingote, por lo que atraen a inversionistas con una filosofía diferente.
“Estoy seguro de que tenemos compradores de lingotes a quienes también les gusta comprar petróleo, gas y acciones de Boeing, pero no veo grandes similitudes con los compradores de diamantes”, dice.
Lo que complica aún más el mercado de los diamantes, apunta De los Reyes, es que los gustos de los consumidores pueden variar. Los diamantes chocolate (de color marrón), por ejemplo, son muy populares en estos momentos.
Pero antes hubo una tendencia de diamantes de color rosa, y cuando la demanda cayó el mercado se vio obligado a adecuarse. “¿Cómo fijar un precio cuando gran parte de él depende de la moda?” pregunta De los Reyes.
Aunque le intriga la posibilidad futura de los fondos cotizados de diamantes, por ahora, De los Reyes se ciñe a las acciones mineras, como la compañía británica Petra Diamonds (que cotiza en Londres bajo el símbolo PDL), que cuenta a T. Rowe entre sus principales accionistas.