Este año, las necesidades financieras del gobierno volverán a ser crecientes, incluso asumiendo una desaceleración en la dinámica de los subsidios y subas salariales “moderadas”. Si bien bajo estos supuestos el déficit primario no aumentaría, no sería suficiente para reducir la dependencia del Tesoro del financiamiento del Central. Como resultado, incluso bajo supuestos benignos, las presiones sobre la emisión monetaria y las reservas internacionales seguirán siendo elevadas en 2014.
Uno de los temas clave del año que acaba de comenzar en materia económica será, sin dudas, la evolución de las cuentas públicas. Este año, las necesidades financieras del gobierno volverán a ser crecientes, incluso en un escenario favorable que asume una desaceleración en la dinámica de los subsidios y subas salariales “moderadas”. De todos modos, si bien bajo estos supuestos el déficit primario no se ampliaría en relación al año anterior, esto no sería suficiente para reducir la dependencia del Tesoro del financiamiento del Central. Como resultado, incluso bajo supuestos benignos, las presiones sobre la emisión monetaria y las reservas internacionales seguirán siendo elevadas en 2014.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la reciente depreciación del peso tendría un efecto adverso sobre la evolución de las cuentas públicas. Entre los efectos directos, y a grandes rasgos, el incremento en las importaciones de combustibles más que compensaría el efecto positivo sobre las retenciones. Pero además, aparece un efecto indirecto que también deteriora el panorama fiscal: la mayor incertidumbre y la aceleración de la inflación producto de la devaluación seguramente se traducirán en mayores demandas sindicales, lo que podría afectar la dinámica de las erogaciones salariales. Y especialmente a nivel provincial, donde prácticamente la mitad del gasto público está destinado a pagos de salarios. A su vez, los gobiernos provinciales también se verán perjudicados por el incremento del costo de su deuda atada a la evolución del dólar (conocida como dollar linked), y aquella denominada en dicha moneda.
Dicho esto, también hay que tener en cuenta que los signos recesivos que ya ha empezado a mostrar la economía, y que tenderían a confirmarse en los próximos meses, repercutirán negativamente en la recaudación, la cual se espera muestre un crecimiento de alrededor de 22%. De esta forma, los recursos tributarios sufrirán una desaceleración respecto de la suba de 26,3% registrada en 2013, y volverán, por segundo año consecutivo, a avanzar por debajo de la inflación. En este sentido, los tributos más dinámicos serán las retenciones, que se verán impulsadas por la devaluación, mientras que IVA y Ganancias sufrirán una importante desaceleración de la mano de la menor actividad económica.
Por su parte, el gasto primario crecería en torno al 24%-26% interanual, mostrando una importante desaceleración respecto del 33,5% registrado en 2013. Los recientes anuncios sociales ponen un piso a su expansión, dado que hasta el momento ya se comprometieron más de 13.000 millones adicionales. En cambio, los gastos de capital constituirían la principal variable de ajuste, luego de haber sido uno de los más dinámicos de 2013 con un avance de 46,9%, producto de la contienda electoral.
De todos modos, nuestro escenario base está sujeto a dos supuestos fundamentales que afectarán la dinámica del gasto. En primer lugar, se asume que el gobierno lograría contener las subas salariales por debajo del 30%, lo que permite contener el gasto en remuneraciones. Y en segundo lugar, un aspecto clave es que se espera una corrección (parcial) de las tarifas energéticas, que permitiría desacelerar la dinámica de los subsidios a un ritmo de alrededor de alrededor de 24%, luego de que los mismos mostraran una suba de alrededor del 40% en 2013. Esto, daría lugar a un ahorro fiscal de alrededor de medio punto del producto (en relación a un escenario sin ajuste).
Bajo estos supuestos, el resultado primario lograría una leve mejora en 2014, cerrando en torno a los $22.000 millones (0,6% del PIB), mientras que el déficit financiero (luego del pago de intereses) indicaría un deterioro, superando los $90.000 millones (2,5% del producto). Obviamente, en estas cifras volverán a tener un rol central el BCRA y la ANSES: ¡sin su ayuda, el déficit primario llegaría a representar 2,7% del PIB, mientras que el rojo financiero escalaría hasta alcanzar nada menos que 4,7 puntos del producto!
Así, el escenario más favorable da cuenta de necesidades de financiamiento del Sector Público Nacional por $105.000 millones, aunque la sensibilidad a los supuestos es muy elevada. Bajo un escenario desfavorable (sin corrección tarifaria y con incrementos salariales superiores), las necesidades podrían ascender a $177.000 millones. De todos modos, incluso en el primer escenario (positivo), el BCRA volvería a ser el principal financista del Tesoro, lo que nuevamente se traducirá en mayores presiones sobre la emisión monetaria y las reservas internacionales. De hecho, la ayuda de la autoridad monetaria (por debajo de la línea) se duplicaría en 2014, y alrededor de la mitad de ese monto se cubriría con mayor emisión.