Mientras el discurso oficial se radicaliza en su diatriba anticapitalista, la banca privada y pública venezolana exhibe enormes ganancias que despertarían la codicia de cualquier cazador de inversiones. La pregunta es cuánto durará.
Por Omar Lugo
Será el peor clima de negocios de la región, la deuda soberana estará casi al nivel de “bonos basura” y las agencias como Moody’s y Standard & Poor’s no paran de advertir los riesgos de un supuesto colapso económico. Pero hay un negocio que sigue incólume en Venezuela. La banca ha soportado rígidos controles, duras supervisiones, tarifas y comisiones congeladas desde hace cinco años y tasas de interés activas máximas a la mitad de una inflación anual de casi 60%. Y aun así ganan dinero: mucho dinero. ¿Cómo lo logran?
“El secreto está en los márgenes”, señala el economista Boris Ackerman, profesor de la Universidad Simón Bolívar. Los bancos pagan 12,5% en tasas pasivas y cobran 24% en vehículos y 29% a tarjetas de crédito.
La Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (Sudeban) informó en septiembre que el desempeño del sector era el mejor en 13 años, con una evaluación