No debería exceder el -1%. Afirman que la apreciación del dólar podría ayudar a compensar menores ingresos producto de la desaceleración del crecimiento. Coinciden en la importancia de converger hacia un equilibrio estructural en 2017.
Tras las conclusiones de la Comisión Corbo, que en 2011 calculó en -3,1% del PIB el déficit estructural legado por Michelle Bachelet a la actual administración, el gobierno se autoimpuso la meta de llegar a 2013 con un saldo negativo de -1% del Producto Interno Bruto (PIB). A fines de enero, de este año, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, informó la superación de este objetivo: el déficit sería incluso menor al esperado, alcanzando -0,7% del PIB.
Parte de este resultado se explicó por un menor crecimiento del gasto público el año pasado, de 4% en vez del 5,9% proyectado. Para este año, el presupuesto aprobado considera un crecimiento del gasto de 3,9%. Sin embargo, para algunos analistas la menor expansión del gasto en 2013 da espacio para que el gasto se eleve hasta 6% este año. Este antecedente abre la interrogante sobre cuál debiese ser la meta fiscal para el primer año del segundo mandato de Bachelet.
Si bien el programa de la presidenta electa establece como meta alcanzar un equilibrio fiscal estructural (0%) en 2017, utilizando parte de los US$ 8.200 millones que se aspira a recaudar con la reforma tributaria, no establece parámetros para cada año, si bien el Presupuesto 2014 se elaboró considerando un déficit de -1%.
Para los expertos, considerando el escenario macroeconómico 2014, el resultado fiscal no debería exceder un saldo negativo de 1%. Aseguran que los gastos comprometidos y un acotado espacio fiscal dificultarán avances más significativos en esta materia, si bien mayores ingresos por exportaciones deberían compensar en parte el menor ritmo de la actividad prevista para 2014, que se ubicaría bajo el 4%.
Alejandro Fernández, de Gemines, sostuvo que “los ingresos estructurales serán mejores a los estimados producto de la apreciación del dólar, lo que ayudará a compensar el menor crecimiento. Esto podría influir en los ingresos estructurales. Por ello, sería factible repetir un déficit de 0,7% o bien llegar hasta el 1% contemplado en la ley”. En ese plano, añadió que pedirle al nuevo gobierno avanzar más en 2014 “no sería necesario”.
Patricio Rojas, de Rojas y Asociados, acotó que las holguras presupuestarias para este año “son prácticamente nulas, ya que el erario se realizó con un PIB potencial más alto del que tiene la economía”. En ese contexto, agregó que para 2014 no espera que exista un avance en esa materia, por lo que “es razonable que el déficit sea de 1% del PIB”.
Una visión distinta entregó Rubén Catalán, de Estudios de Bci quien aseguró que aunque el presupuesto de este año ya está fijado, existe la posibilidad de lograr un mejor resultado mediante una expansión del gasto más acotada.
BALANCE HACIA 2017
Los expertos coinciden en que además del resultado fiscal de 2014, se debe poner énfasis en las perspectivas para alcanzar un balance en 2017. “Lo relevante es lo que hará el próximo gobierno durante los cuatro años y ahí analizar si cumple o no con su promesa de llegar al balance”, indicó Rojas.
Rodrigo Aravena, economista jefe para Chile de Itaú puntualizó que “es muy importante tener claridad de una trayectoria y el objetivo final que se plantee la próxima administración. Eso es lo más relevante”.
Catalán comentó que la convergencia al balance en 2017 “será vista con buenos ojos por el mercado”. Con todo, apuntó que “a la hora de definir la trayectoria específica para el déficit, lo importante será balancear el impacto macroeconómico del menor gasto en el corto plazo, con la responsabilidad fiscal de mantener un presupuesto equilibrado en el mediano plazo”.