Hizo todo lo que suelen hacer los políticos de América latina que quieren ser presidentes: vino a Nueva York, se reunió con empresarios, inversores de Wall Street y periodistas, y brindó una charla ante un centenar de personas en el Consejo de las Américas .

Y, en medio de las turbulencias económicas que días atrás se ganaron aquí un espacio en la tapa de The New York Times, el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, llamó a invertir en la Argentina y defendió una por una las políticas que la Casa Rosada puso en marcha para acercarse a los mercados internacionales. "Se perciben en el mundo la fuerza de la Argentina y las grandes posibilidades", dijo Scioli durante una conferencia de prensa en el Consejo de las Américas. "No se trata de negar los problemas, sino de explicar de qué manera se piensa solucionarlos", agregó.

En eso ocupó Scioli gran parte de su tiempo en Nueva York: en defender el modelo kirchnerista y explicar las últimas medidas que adoptó la Casa Rosada para tratar de mantenerlo a flote. Ésa fue, al menos, la fórmula que dio cuando se le preguntó cómo hacía para recuperar la confianza de los inversores en el país: "Hablando", respondió Scioli. "Trabajando de esta manera, transmitiendo las decisiones que se están tomando", completó.

Decidido a que 2015 sea su año, Scioli saltó de reunión en reunión e intentó aprovechar al máximo su gira de 48 horas por Nueva York, que concluirá hoy. Uno de sus rivales, el ahora diputado Sergio Massa (Frente Renovador), hará lo propio en marzo. Scioli ensayó un equilibrio entre su rol de mensajero del gobierno nacional y sus aspiraciones presidenciales, un complejo rol en el que, confiaban en su equipo, el gobernador "tiene gimnasia".

"Todos conocen mi voluntad, pero hoy mi responsabilidad es gobernar", fue el mensaje de Scioli que difundió su entorno.

Para terminar de despejar dudas, el propio Scioli comentó que antes de viajar se reunió con el ministro de Economía, Axel Kicillof, y que estuvo en contacto con el CEO de YPF, Miguel Galluccio. Siempre intentó mostrarse como gobernador antes que como candidato. La agenda de Scioli comenzó con un desayuno con el economista Guillermo Calvo, profesor de la Universidad de Columbia y crítico de las políticas kirchneristas.

El Consejo de las Américas y la Cámara de Comercio ayudaron al equipo de Scioli a organizar reuniones con empresarios, analistas e inversores de firmas de primera línea, desde energéticas hasta bancos y fondos de inversión. Scioli tuvo ayer tres reuniones privadas, una de ellas en el Consejo de las Américas, antes de su exposición. Hoy tendrá dos encuentros más antes de regresar al país.

Scioli afrontó preguntas sobre las negociaciones con el Club de París y con la petrolera española Repsol por YPF, el impacto de la devaluación sobre la economía argentina y el futuro de la pelea con los holdouts (dijo que "confía en la Corte Suprema" de Estados Unidos, que evalúa ahora el caso), la inflación y la caída de las reservas.

Frente al desafío de defender el modelo, una de las respuestas que Scioli dijo que les dio a quienes lo escuchaban, sobre la inflación, marca cómo el gobernador se ajustó al manual kirchnerista: "Expliqué que la Argentina busca incentivar la inversión, aumentar la oferta, incentivar la capacidad productiva, la oferta de bienes y servicios. Tenemos claro de las lecciones del pasado que las políticas de ajuste generan sufrimiento", afirmó.

Sobre la caída de reservas, insistió en que no habían razones objetivas para que continuara porque el país, dijo, está ante el ingreso de "una gran cosecha" y que habrá un impacto positivo por la normalización que la Casa Rosada busca con los mercados internacionales. Sobre las paritarias, rescató la necesidad de tener "la responsabilidad, la madurez, de cuidar el empleo y alentar las mejoras a los ingresos de los trabajadores", y que veía "buen espíritu" para alcanzar un acuerdo. Fiel a su estilo optimista, dijo que captó "muy buena expectativa e interés" en Estados Unidos e insistió en que la Argentina "se configura como un mercado excepcional".

Cuando terminó su exposición en el Consejo de las Américas, Scioli aceptó preguntas del público, sobre todo compuesto de argentinos. Ninguna de las preguntas fue amable. Uno de los asistentes le preguntó cuáles eran los tres errores más importantes que había cometido Cristina Kirchner. Scioli pensó unos segundos y volvió a su libreto usual. "Mire... todos somos humanos y podemos cometer errores y rectificarnos. Yo no me voy a poner aquí a hablar de los errores", respondió. "Me gusta hablar de los avances, de las asignaturas pendientes y de corregir las cosas que haya que corregir. Yo quiero contribuir de esa manera."

No fue fácil la antesala que le tocó a Daniel Scioli en su debut como presidenciable ante el Consejo de las Américas. Como si fueran poco el anuncio de tormenta de nieve y los diez grados bajo cero de Nueva York, su presentación venía precedida de augurios oscuros sobre la Argentina en Financial Times, The Wall Street Journal y The New York Times, el crédito local que puso a Cristina en su tapa de hace diez días para estamparle un mazazo mediático internacional a la crisis. El gobernador bonaerense impactó con dos datos que la realidad confirmará o echará por tierra en el futuro cercano. La negociación por el litigio entre YPF y Repsol se resolverá en 45 días, e irá en la misma línea positiva que las pulseadas con el Club de París y los bonistas que todavía no entraron al canje de la deuda argentina. Pura ortodoxia hasta ahí.

El otro eje de su discurso en el Consejo y de los tres encuentros restantes que mantuvo con empresarios y financistas fue el pedido de inversiones por 225.000 millones de dólares para los próximas diez años. Son, a criterio del Gobernador, los que necesita el país en materia de infraestructura, de energía, de educación, de salud y de servicios para ingresar en algo parecido al desarrollo, cuestión de complementar esta década de crecimiento que la inflación, el déficit fiscal y el cepo al dólar debilitaron hasta dibujar este presente de imagen deteriorada y derrota electoral que enfrenta el gobierno de Cristina Kirchner.

Ceos y gerentes de varias de las principales compañías, bancos y fondos de inversiones estadounidenses lo escucharon con atención y lo interrogaron sin ponerlo en demasiados aprietos. Los había de Coca Cola, de Monsanto, de Exxon, de Chevron, Dow Chemical, Motorola, el BBVA neoyorquino, JP Morgan, Fidelity, Goldman Sachs, Cargill, IBM, Paribas, Direct TV o el Bank of America. Por allí andaban David Martínez, de Fintech, Sergio Chodos, Federico Tomasevich, Matías Garfunkel, Alejandro MacFarlane y algunos otros argentinos que se habían acercado hasta la fría Nueva York de anoche para escuchar al gobernador que apuesta al 2015.

Scioli se mostró con un equipo corto, dirían los especialistas del fútbol, que incluyó a Silvia Batakis, su ministra de Economía; Gustavo Marangoni, el influyente presidente del Banco Provincia; y Cristian Breitenstein, ministro de la Producción y ex intendente de Bahía Blanca. En segunda linea se dejaron ver Guillermo Francos, también director del Provincia; Gustavo Ferrari, flamante asesor de la Gobernación, y Juan Courel, responsable de la Comunicación.

Mientras Cristina la emprendía contra los empresarios en Buenos Aires, Scioli se proponía como el moderador imprescindible hasta 2015 en Nueva York. Y, lo mismo que la Presidenta, promovía la figura del economista Miguel Bein, uno de sus hombres de consulta junto a Mario Blejer, quienes emitieron en los últimos días los pronósticos optimistas que acompañaron la baja del dólar que el titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, impulsó restringiendo los activos bancarios y las letras como aspiradoras de pesos del mercado.

La receta que Scioli paseó por Nueva York era una seguidilla de intenciones que poco tenían que ver con aquellos arrestos populistas del gabinete que la Presidenta estrenó tras su derrota de octubre del año pasado. Efecto positivo de la devaluación del peso sobre las reservas; acuerdos próximos con Repsol, con el Club de París, con los holdouts y negociación de una paritaria viable con empresarios y gremialistas.

Para evitar las polémicas por la inflación, el Gobernador se refugió en la cobertura que el consenso con el Fondo Monetario Internacional le va a dar el nuevo IPC que se va a conocer hoy.

Gambeteó a su adiencia cuando le preguntaron como se iba a terminar la brecha entre el dólar oficial y el blue, y cuando le pidieron que describiera los tres peores errores de Cristina como Presidenta.
“Cuando mas lejos estoy de la Argentina mejor hablo de mi país”, dijo con una sonrisa con la que terminó de esquivar una definición, ese deporte que ya conoce mejor que la motonáutica. En un momento revivió aquellos tiempos. Vine a esta ciudad en lancha desde Miami en una carrera, contó lejos del micrófono. Claro que esta carrera es muy diferente y con rivales mas peligrosos. Sergio Massa estará aquí el mes próximo y ya están anotados Julio Cobos, Mauricio Macri y Ernesto Sanz para convencer a la comunidad empresaria y financiera que la Argentina no se va a precipitar al barranco político, económico e institucional que tanto la tienta cada vez que pasan diez años.