Abril, con el vencimiento del acuerdo, es la fecha clave. Barrick vende en todo el mundo, menos en Argentina. Algo quiere decir, alternativas en danza. El clima minero, con nuevo tablero por la devaluación.
Entre fines del año pasado y lo que va del año, la minera Barrick puso el tachito de venta a unos cuantos proyectos en todo el mundo y ya comenzó a desprenderse de varios de ellos: dos en Australia y una en EEUU. Lo curioso fueron los montos: no más de $25 millones por cada uno de los proyectos oceánicos, precios que marcan la profunda depresión de los activos mineros en el mundo.
Llamó la atención que estos movimientos de desprendimiento de la empresa en momentos en que no resulta aconsejable en ningún momento hayan alcanzado –al menos en términos de rumores- al principal activo global de la compañía, el gigante de Pascua-Lama alojado y paralizado en plena cordillera sanjuanina. Por algo será.
Viene remando Barrick una mochila cargada de plomo para esta transición: sus acciones desplomadas por el piso de los 19 dólares cada una, y un mercado global de metales inestable más bien a la baja en el tembladeral de Wall Street. A esas dos variables -que nadie maneja- deberán prender una vela los sanjuaninos en el corto plazo para entender si es posible reactivar el gigante y detener la hemorragia. Se verá pronto.
Rige por ahora un acuerdo firmado a cara de perro entre el gobierno provincial y la empresa en diciembre último: trata de la conservación de 3.500 puestos de trabajo hasta abril, cuando habrá que barajar, orejear el horizonte, y dar de nuevo. Justo, caprichos del diccionario, ese plazo tiene vencimiento a fines de abril, para las Pascuas.
Lo que hoy ocurre, ante susurros y hasta pedidos de informe en la Legislatura, es que de ese grueso de 3.500 trabajadores que dispuso conservar el acuerdo, hay unos 1.000 en funciones y otros 2.500 a quienes la empresa envía sus salarios a sus casas pero se ahorra el costo de transporte y mantenimiento para que no vayan a no hacer nada. Acuerdos son acuerdos, un costo que la empresa cedió imputar, luego de haberlo aceptado a regañadientes, a ganar tiempo y ver si cede su complicada posición financiera.
Estos meses previos son tiempos de lapiceras con cuentas finas, y de gestos. Entre éstos, la empresa designó como CEO global a John Thorthon, un ejecutivo cuya foja de servicios puede deparar un pista sobre las esperanzas sanjuaninas de reactivar el proyecto. Íntimamente ligado a los mercado asiáticos, hacia allí pondrá seguramente la mira la compañía para no tirar a la basura unos 6.000 millones de dólares de tiene enterrados en el Valle del Cura y otros 7.000 que cuesta ponerlos a funcionar.
Claro que la alternativa china, con alguna operación de compra o de sociedad siempre con grandes conglomerados estatales, marcha a un ritmo demasiado lento como para estar cocinado en poco tiempo. Corren al lado entonces otras opciones, que seguramente cobrarán volumen a medida que lo hagan las urgencias de los tiempos marcados por el acuerdo que expira en abril: la intervención estatal, ya no china sino nacional.
¿Hay espalda en Argentina, en San Juan, para que el estado se haga cargo de operaciones mineras? Existen antecedentes surtidos: en Santa Cruz lo hace participando del capital del mina Cerro Vanguardia, mientras en Mendoza amagó varias veces con asumir el peso del funcionamiento de Potasio Río Colorado que al final terminó esta misma semana siendo tirado al archivo.
Está el caso de YPF y un discurso nacionalizador que suena como dulce melodía a los oídos nacionales, pero es cierto que a pesar de varios amagues nunca ese tablero se tradujo en acciones serias en el ámbito minero. Tampoco el gobierno provincial se muestra demasiado amigo de tal opción, pero la falta de novedades y el estrangulamiento de los tiempos con miles de puestos de trabajo en el medio pueden resultar en un reverdecimiento de aquellos discursos estatistas.
Al menos como una herramienta de negociación entre los gobiernos y la compañía, que en aquellos dos encuentros Uñac-Thornthon no ocultó las caras largas, tanto en las fotos públicas como en el clima con puertas cerradas. O al menos como esquema amigable, lejos de la toma por asalto de las oficinas de Repsol y más cerca de una sociedad mixta que permita capitalizar un proyecto que hoy aparece claramente desfinanciado y acordar un reparto equitativo de los dividendos. En este esquema, el punto clave es el de la operación, además del mal momento para el Estado –nacional o provincial- para afrontar rescates financieros.
Se verá cuánto calza cada uno, y qué se está dispuesto a resignar. Serán sin dudas tiempos intensos, y justo aparece en el medio de toda esta madeja una vela encendida al fondo del túnel: la devaluación del peso frente al dólar, que cambia provochosamente las reglas en un sector minero que se animó a definirlo como “cambio temporal de competitividad”. Casi la totalidad del sector minero es exportador, por lo tanto la devaluación le sirve. Lo de temporal es sencillo: que la escalada de costos en insumos, mano de obra, etc., no les termine comiendo las ventajas cambiarias. Hay temores fundados de que eso termine ocurriendo.
Cuánto opera este cambio en Pascua-Lama es difícil de precisar, pero sencillo de inducir. Si bien se trata de un beneficio, algunas fuentes empresarias lo definieron como un calmante para un cáncer, afectado por dilemas más troncales. En un contexto mundial en que una mina australiana se pagó U$S 25 millones y el desfasaje del proyecto argentino-chileno es de unos cuantos miles, está claro que se habla de aspirinas.
Igual, mejora la perspectiva y la motivación. Más aún cuando el cambio de relación con el dólar parece haber sido acompañado por un cambio de ambiente de relación: una extraña cordialidad, según reportes colegas de Mining Press, se vivió en el encuentro entre Capitanich, De Vido y los empresarios mineros nacionales de esta semana.
Hubo en esa mesa, además, otras curiosidades surtidas. Números de inversión minera pronunciados por Capitanich que no concuerdan con los números del sector privado. No una vez sino tres, el jefe de Gabinete habló de una inversión privada para este año anunciada en U$S 3.800 millones, que no coinciden con los cálculos del sector. A fuerza de no haber sido detallados, pocos de esos dólares parecen tener a San Juan como destino, aunque el secretario de Minería Jorge Mayoral amagó con guardarse una carta de alto impacto en la manga.
Otra curiosidad, que ninguno de los actores –ni funcionarios ni empresarios- hayan comentado siquiera haber cruzado una palabra sobre el tema que más los enfrenta apenas se prende un micrófono: el impedimento de liquidar utilidades en el exterior. ¿Cómo es que mantienen una disputa política y mediática de alta intensidad, y cuando se encuentran no tocan el tema? Extraño.
Al fin, para estos días operará una noticia por demás esperada. El regreso de un actor central de todo este asunto, extrañado hasta el extremo en estos meses críticos: José Luis Gioja.