El ministro de Economía quiere un nuevo tipo de cambio para la compraventa de crudo y que bajen los combustibles.
Una decena de empresarios petroleros debieron tragar saliva y morderse la lengua antes de responder a la propuesta del ministro de Economía, Axel Kicillof, y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Muy preocupados por la presión que la devaluación les puso a los precios de los combustibles, los funcionarios sugirieron ajustar el precio del dólar para la compraventa de crudo en el mercado interno: quieren que el sector tome como referencia para la venta de petróleo un dólar de $ 6,8, equivalente a la cotización del 21 de enero. Y que las refinadoras de combustibles retrotraigan los precios de las naftas y el gasoil a esa fecha.
Los petroleros, acostumbrados a pensar en la moneda norteamericana sus decisiones, no estaban preparados para escuchar la propuesta. Guardaron silencio y prometieron volver con nuevas ideas. No les hizo más fácil digerir el trago la propuesta oficial de mantener el nuevo tipo de cambio vigente por dos meses, y la promesa de que autorizarían aumentos para fijar un nuevo sendero más adelante.
Por la mañana y a primera hora de la tarde ambos funcionarios recibieron a los barones del crudo en el Ministerio de Economía, según confirmaron fuentes privadas y oficiales. Por el lado de las productoras asistieron representantes de YPF, Pan American Energy, Pluspetrol, Tecpetrol, Chevron, Petrobras y Total, entre otras. Son las principales encargadas de extraer el crudo del subsuelo (la variedad Medanito cuesta hoy US$ 83, un 12% más que al momento de la estatización de YPF) y vendérselo a las refinerías, como YPF, Shell, Esso y Petrobras. De acuerdo con Shell, que anteayer aumentó un 12% sus precios, el valor del crudo representa hasta un 80% de sus costos y se paga en dólares, por lo que le resulta imposible esquivar la devaluación. Según sus cálculos, el aumento debería haber sido de 23% si la intención era recuperar el terreno cedido al incremento de costos. El resto de las refinadoras está de acuerdo, aunque no lo dice públicamente.
Por la tarde desfilaron los ejecutivos de las refinadoras YPF, Axion (opera la marca Esso), Petrobras y Oil. No invitaron a Shell. Su presidente, Juan José Aranguren, fue acusado por el Gobierno de promover la suba de la cotización del dólar. Y anteayer Capitanich sostuvo que tuvo una "actitud conspirativa" por el aumento de precios que aplicó la compañía.
Los representantes de las refinerías no terminaron de entender el mensaje. En medio de los reclamos del Gobierno, algunos les recordaron a los funcionarios que la mitad del precio de los combustibles corresponde a impuestos que van al Estado. Al igual que en el encuentro que se realizó más temprano, se comprometieron a pensar alternativas para evitar que la devaluación impacte de lleno en los precios.
En ambos encuentros, Capitanich y Kicillof sostuvieron sus posiciones en un clima de diálogo. Si bien la intención de retrotraer los precios en los surtidores les recordó a los petroleros los tiempos de Guillermo Moreno -en varias ocasiones congeló los valores de las naftas y el gasoil-, algunos de los asistentes reconocen que el trato fue muy distinto. No es la única diferencia en las formas. Si bien Kicillof puede establecer por su propia cuenta los precios a los que se venden los productos derivados del petróleo por el llamado decreto de soberanía energética, dijo que no quiere hacerlo de esa manera. Su mayor objetivo es firmar un acuerdo, como hizo con los supermercadistas y los siderúrgicos. Los petroleros, en cambio, no quieren hacerlo, pero prometieron estudiarlo.
El Gobierno reanudó ayer la ronda de reuniones que viene manteniendo con las petroleras en los últimos días para intentar frenar un aumento en los precios de los combustibles. Sin llegar todavía a un acuerdo firme, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; el ministro de Economía, Axel Kicillof; y el secretario de Comercio, Augusto Costa, citaron por la mañana a representantes de las compañías (YPF, Pluspetrol, Petrobras, entre otras), que ven afectados sus costos a partir de la reciente decisión oficial de acelerar la devaluación.
La orden del Gobierno es una: la de no tocar los precios. Sin embargo, en el sector explicaron a los funcionarios que un aumento resulta inevitable al tener sus insumos dolarizados (los combustibles se comercializan en pesos en las estaciones de servicio pero la compra de petróleo crudo, incluso en el mercado interno, se realiza en dólares). Si bien no está claro qué fórmula se estaría negociando para que el impacto no sea tan fuerte en los surtidores, trascendió que podría aplicarse desde un tipo de cambio diferenciado para las petroleras en sus operaciones, pasando por un esquema de suba de precios escalonados, hasta un pacto del sector por mantener al menos por un mes los valores de sus productos.
Tal como había anticipado El Cronista ediciones atrás, la primera petrolera en recibir el mandato y paradójicamente la más afectada por la devaluación fue la estatal YPF. La empresa de bandera sigue siendo en la actualidad la que exhibe los precios más bajos del mercado.
Cristina de Kirchner analizó anoche con el ministro Axel Kicillof una propuesta para los precios de los combustibles que empezó a negociarse por la tarde entre los funcionarios del Ministerio de Economía y las empresas productoras de petróleo y, por separado, con las refinadoras, entre las que no estuvo invitada Shell. Las conversaciones continuarán hoy, pero la definición apremia porque la diferencia de precios está generando una sobredemanda en las estaciones de servicio que mantuvieron los valores al público, y además muchos usuarios buscan llenar el tanque para cubrirse de un ajuste que consideran muy cercano, por lo cual en algunas ciudades del país podrían empezar a notarse quiebres de stock.
La cuestión del precio de las naftas exige un delicado equilibrio al Gobierno para que la decisión a adoptar no afecte a YPF en cuanto a la cotización de la acción y su posibilidad de endeudarse en el mercado internacional y en la plaza local.
Las reuniones con las petroleras fueron anticipadas por el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, por la mañana. Dijo que Kicillof trabaja en una estrategia que permita no trasladar a los precios de los combustibles la incidencia de los costos de las empresas que no están integradas en la cadena de producción de hidrocarburos. Explicó que no todas las petroleras están integradas verticalmente. "Algunos deben comprar el crudo para procesar y el ministro Kicillof está trabajando, buscando fórmulas que permitan evitar trasladar eso a los precios", dijo el funcionario.
Actualmente YPF utiliza mayoritariamente petróleo que extrae de sus propios yacimientos para proveer a sus plantas refinadoras. Axion (que opera bajo la marca Esso) es de Bridas Corp., que a su vez es dueña del 40% de Pan American Energy, la segunda productora de hidrocarburos del país. Petrobras también tiene petróleo en la Argentina que le alcanzaría para la refinería que opera en Bahía Blanca. Las únicas dos empresas que compran a terceros todo el crudo que procesan son Shell y Oil, del empresario Cristóbal López.
Tanto Capitanich como el ministro de Planificación ayer volvieron a criticar duramente a Shell por haber dispuesto una suba del 12% que rige a partir del lunes, e incluso un dirigente de la agrupación La Cámpora llamó a boicotear a esa petrolera, evocando la convocatoria que hizo en el mismo sentido en 2005 el expresidente Néstor Kirchner.
El ministro De Vido acusó al titular de Shell, Juan José Aranguren, de pretender "dolarizar el mercado argentino de los combustibles". Consideró que "Aranguren sigue pensando que la rentabilidad de los combustibles que produce en la Argentina en pesos, con salarios e insumos en pesos, debe estar dolarizada, como si los vendiera en el mercado global y no a los consumidores del país".
Según De Vido, "la actitud del titular de Shell no sorprende a nadie porque hace pocos meses había anticipado que iba a esperar que cambie el Gobierno para invertir". Agregó: "Aun teniendo la concesión de yacimientos con enorme potencial, como Cruz Lorena, Sierras Blancas y Águila Mora, entre otros, que le permitirían abastecer con petróleo propio a su refinería, la empresa informa que posterga inversiones". Por su parte, Capitanich reiteró que Shell "actuó unilateralmente" al subir el 12% los precios de sus combustibles.