Capitanich, Kicillof y Costa se reunieron con las empresas el viernes para que no ajusten los precios; todas las compañías consideran que deben aumentar
El aumento de precios del 12% realizado ayer por Shell provocó el enojo del Gobierno, que criticó al presidente de la filial argentina, Juan José Aranguren. Y también puso en evidencia la preocupación por los precios en todas las petroleras, incluida YPF: ahora se esperan ajustes de otras petroleras.
“Shell y su más alto directivo en el país siempre tienen una actitud conspirativa y atentatoria contra los intereses del país ”, disparó el jefe de Gabinete. “ No tiene razonabilidad técnica para establecer este tipo de fijación de precios”, aseguró el jefe de Gabinete. Aseguró que había estudiado el mercado petrolero con el ministro de Economía y que “ estábamos trabajando claramente para morigerar y evitar cualquier impacto en este sentido, pero esta empresa no debe extrañar”.
Aranguren defendió su aumento: “ Se hizo simplemente un traslado parcial, de 12%, cuando los costos nos aumentaron 23%”, señaló. Y agregó: “ Se está abusando porque son palabras muy duras, muy fuertes, contra la obligación de una petro lera de tratar de defender el interés para el cual está operando en la economía”.
Los ejecutivos del sector entienden que la recomposición hecha por la compañía angloholandesa está en línea con la devaluación del peso.
Aunque no hubo declaraciones oficiales, los representantes de cámaras de estacioneros decían que Oil también subirá los precios (ya los había elevado en varios lugares del interior) y que Axion (Esso) estaba evaluando sus próximos pasos.
En YPF descartaron “por ahora” un ajuste, pero había inquietud frente a un posible desabastecimiento en caso que no apliquen un aumento próximo.
Desde ayer, Shell llevó el litro de nafta “súper” a $ 10,48 en sus 50 estaciones propias, a $ 10,96 en otras estaciones porteñas y del conurbano donde tiene revendedores y a $ 12,31 en el interior. Con esos valores, el combustible de la empresa angloholandesa e s hasta 20% más caro que el de YPF, que comercializa el litro de súper a $ 8,91 en la ciudad de Buenos Aires. Si persiste esa diferencia, YPF enfrenta el riesgo de “sobredemanda”, que más consumidores se vuelquen a sus estaciones. Miguel Galuccio –CEO de YPF– dijo varias veces que una de sus metas era “reducir el diferencial de precios” respecto a la competencia.
En el Gobierno le dieron un aval informal a YPF para aumentar en el interior del país, en ciudades chicas. La nafta premium de Shell quedó a $ 11,86 en estaciones propias y $ 12,39 en la de terceros. YPF vende ese combustible a $ 9,99 en Buenos Aires y $ 10,49 en el conurbano. Hasta ayer, Esso cobraba $ 9,99 la súper en barrios como Villa Crespo y $ 9,29 en otros como Constitución.
Oil facturaba a $ 9,65 la súper y $ 10,75 la “podium” en Buenos Aires. En la ruta 2, Oil ya estaba a $ 10,70 la súper y $ 12,70 la “podium”.
El Gobierno debatía anoche la posición a adoptar luego de que Shell aplicó desde la primera hora de ayer una suba del 12% promedio en el precio de los combustibles. A la mañana, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, fustigó a la empresa y la acusó de tener "una actitud conspirativa", pero eludió precisar si se adoptaría alguna medida para obligarla a retrotraer los ajustes y sólo hizo una advertencia general usando la frase de Perón "mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar".
Sin embargo, una resolución que obligue a retrotraer los precios a los valores vigentes el último domingo, traería consecuencias riesgosas para YPF, que sigue siendo castigada en los mercados por el temor de los inversores a un mayor intervencionismo del Estado. La acción volvió a caer ayer en el mercado de Nueva York y cerró a u$s 21,85 , con una baja del 1,53% en el día y un desplome del 33,7% desde el 31 de diciembre.
Por otra parte, una diferencia de precios al público de más del 20% como la que hubo ayer entre los surtidores de YPF y los de Shell, conduce automáticamente a un desplazamiento de los consumidores que dejaría sin stocks y sin posibilidad de reabastecer a la petrolera que preside Miguel Galuccio. YPF cambió ayer la respuesta que venían dando sus voceros en la última semana: de "no analizamos aumentos por ahora", pasó a "sin comentarios", mientras las restantes petroleras -Axion, Oil, Petrobras- estaban pendientes de una eventual medida oficial contra Shell y de no producirse, aplicarían desde hoy incrementos similares.
De todas formas, las estaciones de terceros que pertenecen a las redes de esas tres últimas compañías, volvieron a hacer ajustes ayer, lo que acentuó las dificultades de YPF para hacer frente a la demanda si no aplica también una suba, debido a que las estaciones de esta petrolera están obligadas a cobrar los precios sugeridos.
Cuando salió a responder a Capitanich, el titular de Shell, Juan José Aranguren, dijo ayer por radio que "en mayor o menor medida a las otras petroleras les ha pasado lo mismo, pero no todas las compañías compran todo el petróleo para su producción. Hay quienes tienen producción propia, como YPF, pero ellos tienen otros problemas, como los costos de financiación", aludiendo en este sentido a que la caída de la acción tiene como contracara una suba de las tasas de interés para tomar deuda.
Según Capitanich, el viernes pasado se había iniciado una ronda de reuniones con integrantes de todo el sector petrolero con el objetivo de coordinar una política común de precios. "Pero -añadió- como siempre, esta empresa (en relación a Shell) contraria a los intereses del país, tomó una decisión unilateral con el objetivo de perjudicar a quienes consumen combustible". El funcionario recordó cuando el expresidente Néstor Kirchner llamó a boicotear a Shell por un aumento de precios, y volvió a hacer referencia a la presunción oficial de que el jueves 23 de enero, el tipo de cambio saltó a más de $ 8 por una operación de compra de Shell por u$s 1,5 millón.
fuerte devaluación del peso que convalidó el Gobierno en enero obligó al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; al ministro de Economía, Axel Kicillof, y al secretario de Comercio, Augusto Costa, a retomar algunos pasajes del manual que utilizaba Guillermo Moreno al momento de intentar controlar los precios en un contexto de inflación.
El viernes por la tarde, los tres funcionarios mantuvieron un raid de discusiones con las empresas petroleras entre las 14.30 y las 16.30, aproximadamente.
Pasaron por Casa de Gobierno, por separado, ejecutivos de YPF, Petrobras, Axion (opera bajo la bandera Esso) y Oil. Shell, en cambio, no fue invitada.
Todos los asistentes llegaron con la misma idea en la cabeza, según refirieron en las empresas: aumentar los precios para recuperar el terreno perdido a manos de la devaluación. Pero en cada uno de los encuentros recibieron un mensaje idéntico y previsible por parte de los funcionarios. Les pidieron a las petroleras que no tocaran sus pizarras durante febrero, de modo de colaborar con el Gobierno en su intento por contener la inflación tras la devaluación. Cosecharon, sin embargo, una respuesta esquiva. Los empresarios les dijeron que, por la fuerte devaluación del peso, congelar los precios en surtidores era casi inviable.
Fuentes al tanto de las discusiones señalaron que Capitanich aceptó un acuerdo mucho menos ambicioso que le ofrecieron algunas de las petroleras. Permanecerían sin retocar las pizarras por cuatro o cinco días; es decir, por esta semana. Pero le avisaron que si alguna compañía aumentaba los precios, se verían obligados a seguir sus pasos.
Aunque ayer el jefe de Gabinete sostuvo que no hay argumentos técnicos que justifiquen la suba de Shell, todo el equipo económico está al tanto de las variables que afectan al negocio petrolero. Las propias empresas se las comentaron en varias ocasiones en los últimos dos meses.
Las naftas y el gasoil se venden en pesos, pero el 80% de su costo de producción deviene de la compra de petróleo crudo, que se produce en el país, pero se vende en dólares. Es un problema al cual el Gobierno no le encuentra solución.
INTENTOS FRUSTRADOS
Desde mediados de diciembre, Costa y Kicillof intentan consensuar aumentos con las empresas, algo que nunca se instrumentó.
Ambos funcionarios mantuvieron una reunión con los empresarios el 19 del mes pasado. El titular de Comercio volvió a verse con los empresarios del sector el 27. Les sugirió aplicar un incremento del 5%, a lo que los enviados de YPF respondieron que era demasiado bajo y sugirieron entre 6 y 7%. Cinco días más tarde, el primer día de 2014, la estatizada retocó en esa proporción sus precios promedio en todo el país. Fue seguida por Shell y el resto de las petroleras.
El litro de nafta súper de la petrolera estatizada cuesta en Capital $ 8,91, mientras que la de Shell ronda los $ 11 desde ayer.
Aunque no lo dicen, en la compañía temen que la diferencia de precios con la empresa que conduce Aranguren les vuelque una demanda adicional de mercado que no está en condiciones de abastecer, tal como ocurrió en otras ocasiones en el pasado.
Los automovilistas tienen una conducta bastante previsible. Cuando consideran que hay una diferencia muy amplia entre los precios de las distintas marcas, se vuelcan a las más baratas. YPF, que tiene un 55% del mercado de combustibles y suele tener los precios más bajos, no retocó los valores por pedido del Gobierno.
Entre los especialistas sostienen que, por tener la mayor porción de las ventas, la compañía estatizada es la principal perjudicada por la negativa oficial a subir los precios. Medido en dólares, hoy un litro de nafta súper de la empresa que conduce Miguel Galuccio cuesta US$ 1,10, un 12% menos que al momento de la estatización.
En cambio, el precio del crudo Medanito, el que mejor rinde en las refinerías locales, costó en enero US$ 83, un 11,5 más que en abril de 2012.