Los combustibles pueden subir hoy mismo o dentro de unos días. No forman parte de los acuerdos de precios anunciados por el Ministerio de Economía. Si sólo dependiera de YPF, el ajuste de precios podría demorarse incluso unas semanas, porque todavía más del 75% del petróleo que utiliza en las refinerías es propio, no lo compra a terceros ni es importado.
Como los precios de los combustibles tienen implícito un valor del crudo de u$s 82 al usar mayoritariamente petróleo propio, YPF logra un diferencial de rentabilidad por estar integrada que no se registra en las otras refinadoras.
El último aumento de las naftas se produjo el 1 de enero, y se entiende que a esa fecha los precios habían avanzado durante 2013 por encima de la inflación del año y estaban en el nivel adecuado para asegurar una ganancia significativa a YPF y también a las otras petroleras. Visto desde esa perspectiva, y considerando la devaluación del 20% que se registró en enero, los precios de los combustibles deberían ajustarse ahora en un promedio del 7% porque el petróleo significa alrededor de un tercio de los costos de naftas y gasoil.
Pero las estimaciones sobre alzas en los valores al público son más altas, presuntamente porque hay otros costos vinculados al tipo de cambio o porque el punto no es transferir la incidencia de la devaluación, sino mantener el valor de los combustibles medido en dólares en la misma posición que a principios de año, con lo cual la devaluación debería traspasarse en toda su dimensión.
Se sospecha que ésa es hoy la diferencia que podría estar distanciando a la conducción económica del titular de YPF, Miguel Galuccio, apremiado por los mercados para definir el momento y el monto en que ajustará los valores al público.
La acción de YPF en el mercado de Nueva York perdió el 32,6% en enero, pasando de u$s 32,96 el 31 de diciembre a u$s 22,29 el último viernes. Esto significa que entre las mismas fechas, la capitalización de la petrolera cayó u$s 4.220 millones, pasando de u$s 12.920 millones a u$s 8.700 millones.
Este desplome se relaciona con los temores de los inversores a la incertidumbre que genera la economía argentina y a la presunción de que el Estado puede adoptar una actitud de mayor intervencionismo en la petrolera. Por eso, la demora en el alza de precios al público, aunque una postergación de unas semanas no incida en las ganancias de la empresa, puede ser interpretado por el mercado como una confirmación de las sospechas que llevaron a la caída de la acción.
Con la cotización en baja, se acota la posibilidad de YPF de salir a buscar fondos en el mercado internacional y aun en la plaza local, o bien para lograr recursos tendrá que pagar intereses demasiado altos. Además de esto, buena parte de la deuda ya emitida por YPF desde que reestatizada que asciende en total a u$s 3.500 millones se ajusta por el valor del dólar, porque son obligaciones negociables que se ajustan según el valor del tipo de cambio.
Hasta ahora, las otras petroleras que venden combustibles no subieron los precios. Pero si lo hicieran, YPF se vería obligada a seguirlas para evitarse una sobredemanda de los consumidores que la lleve a un quiebre de stocks.
Hay, en cambio, aumentos de precios de las estaciones de servicio de terceros que no son de la red YPF. Los expendedores de las otras redes compran el combustible a las refinerías y aunque tienen un precio sugerido, pueden aplicar el margen que les permita la competencia en el lugar donde están radicados (por eso las subas son más altas en las localidades del interior donde hay sólo una o dos estaciones). Son comerciantes minoristas que tienden a cubrirse por el eventual aumento con que deberán pagar los combustibles para reposición, tal como ocurre con otros productos de consumo.