El desplome del peso argentino frente al dólar provocará al país un incremento del gasto energético próximo al 45% respecto al año pasado, según proyecciones de los economistas.
La abultada factura energética, que el pasado año superó los 13.000 millones de dólares, es una de las vías de pérdida de reservas internacionales de Argentina y la depreciación del peso frente al dólar obligará al Gobierno de Cristina Fernández a aumentar el gasto destinado a este capítulo.
Alrededor del 70 % de las compras en el extranjero son realizadas por el Estado argentino, a través de Enarsa y Cammesa, las dos empresas energéticas con participación pública.
"Como hoy en día es el Gobierno el que importa la energía, todo incremento en la devaluación le cae a través de mayores gastos en subsidios", explicó a Efe Martín Polo, economista jefe de la consultora Analytica.
Además, para las empresas que también son importadoras directas de energía, como Shell e YPF, "una devaluación aumenta los costos operativos y los estaría perjudicando", afirmó Polo.
A pesar de esto, el Gobierno argentino mantiene conversaciones con el sector para evitar un traslado del aumento de costos a los precios.
En el caso de YPF, ya ha dado instrucciones para que la devaluación no se traslade a una subida de precios y, según fuentes de la compañía estatal consultadas por Efe, por el momento, "no se está estudiando un aumento".
Según Polo, la administración de Fernández está "usando todos los recursos para evitar que la presión sobre los precios llegue al mostrador", en un contexto en el que pronto comenzarán las negociaciones sobre las subidas salariales con la mira puesta en la inflación.