Los inversores más sofisticados encogen los hombros ante el derrumbe del peso. Consideran que la Argentina es un país demasiado pequeño para tener importancia
Repentinamente, se empañaron las perspectivas para los mercados emergentes (ME). En Wall Street, los operadores precavidos especulan cuáles serán los países y los títulos valores con mayor presión de venta, seguramente para sacar ventaja de la anticipada ola de liquidación.
Hace 17 semanas seguidas que los mercados de deuda pierden fondos y en el caso de las acciones son 13 semanas, el período más largo en 11 años, según datos de BofA Merrill Lynch.
En los últimos meses, la mayor parte de la liquidación vino de los inversores institucionales. Ahora, cuanto más se prolonga la salida de fondos, mayor es la probabilidad de que los inversores minoristas busquen asustados retirar su dinero. A su vez, eso obligará a los gestores de fondos de ME a vender.
Como esos gestores en general no pueden deshacerse sus tenencias más ilíquidas y de peor desempeño, venden las mejores provocando así aún más rescates. Mientras tanto, creen que las valuaciones baratas podrían bajar aún más mañana.
Los inversores más sofisticados encogen los hombros ante el derrumbe del peso argentino de la semana pasada. Argentina forma parte de un pequeño grupo de países junto a Pakistán que dejaron de ser emergentes para convertirse en mercados fronterizos. Son demasiado pequeños para tener importancia.
Una gran parte de lo que sucede en los ME está atado a los que ocurre con los bonos del Tesoro estadounidense. La realidad sigue siendo que los ME seguirán presionados mientras suban los rendimientos de los bonos del Tesoro a diez años, aseguró Christ Wood, analista de CLSA , dada la casi perfecta correlación entre ellos. Es por eso que la reunión de la Reserva Federal de esta semana será vigilada muy de cerca.
Sin embargo, el otro gran factor determinante del destino de los ME es China. China es el riesgo más grande, señaló Ruchir Sharma, director de ME en Morgan Stanley Investment Management.
Cuando China crecía a 9%, como lo hizo en promedio durante los últimos cinco años, su demanda de todo, desde carbón hasta bienes de capital, contribuía a la expansión de todos sus socios comerciales, desde Australia e Indonesia para lo primero hasta Alemania y Japón para los últimos. Mientras tanto, sectores como el transporte marítimo redujeron el voraz apetito chino por los recursos naturales importados y bienes intermedios.
Lamentablemente, el estudio de Sharma indica que los países que crecen tan rápido se desaceleran abruptamente en los siguientes cinco años, aún cuando la base sea tan grande como en el caso de China.
Si el menor crecimiento de China provocó los temores de los últimos meses, esa preocupación ahora giró hacia los efectos colaterales de la posible interrupción del sistema bancario informal (la intermediación financiera no bancaria). La suba de las tasas interbancarias, mientras la liquidez sigue ajustada, sigue elevando los costos del endeudamiento y junto con la menor expansión, se corre el riesgo de amplificar la tensión financiera, escribieron los economistas de JPMorgan en el último Global Data Watch del banco.
Muchos reguladores creen que Beijing se verá forzado a restringir las actividades de las instituciones extra-bancarias, que ofrecen a los inversores retornos mucho mayores que los que se pueden obtener con depósitos en cuentas, y usan ese dinero para otorgar préstamos a quienes no pueden obtenerlos en otros lugares y están dispuestos a pagar tasas muy superiores a las oficiales.
Si lo hacen permitiendo que algunas instituciones se vayan a pique o dejando que un producto distribuido por un importante banco no cumpla con los pagos, es difícil predecir cuáles serán sus consecuencias.
A medida que Beijing intenta limitar su excesivo crecimiento del crédito, la liquidez en los bancos del sector oficial disminuye porque ellos también quedan atrapados en el ajuste. La línea entre lo que es oficial y regulado y lo que es informal está completamente desdibujada.
Para obtener préstamos nuevos, los solicitantes deben estar al día con las cuotas de créditos existentes. Muchos de ellos se ven obligados a recurrir a los bancos informales para pedir dinero y pagar sus deudas y estar así habilitado para conseguir más préstamos oficiales a sus tasas artificialmente bajas. Si los reguladores toman medidas realmente severas, podrían provocar un pánico generalizado.
La gran pregunta es: si los mercados emergentes repentinamente se vuelven demasiado riesgosos, ¿las perspectivas de los mercados desarrollados serán mejores en comparación o peores por el riesgo a un posible contagio?