Tras la acusación de Kicillof de forzar una devaluación, el empresario explica que la operatoria fue legal.
No es la primera vez que queda en el ojo del huracán por entablar alguna diatriba mediática o legal con el kirchnerismo. Pero esta vez la avanzada retórica en su contra de alfiles de la Casa Rosada lo tomó por sorpresa. Sindicado por el ministro de Economía, Axel Kicillof, como el principal motorizador de la fuerte alza del tipo de cambio registrada el jueves, Juan José Aranguren, presidente de la petrolera anglo-holandesa Shell en la Argentina, se encontraba fuera del país –está de vacaciones con su familia– cuando se enteró de esas acusaciones.
“Shell compró a un banco extranjero US$ 3,5 millones a un precio de $ 8,40, cuando la cotización ayer (por el jueves) a las 12 estaba a $ 7,20”, había denunciado Kicillof el viernes en declaraciones a Continental.
Desde el exterior –tiene previsto regresar al país recién en diez días–, accedió a dialogar telefónicamente con PERFIL. Aranguren respondió: “El Banco Central (BCRA) estaba al tanto desde hace una semana de las compras de dólares que iba a realizar Shell para atender sus importaciones y exportación de combustibles”.
—¿Qué le responde al ministro de Economía, que lo acusó de fogonear maniobras especulativas contra el peso?
—Eso es totalmente falso. Participamos del Mercado Unico y Libre de Cambio desde el martes al viernes. El martes concretamos exportaciones por US$ 14,7 millones e importaciones, por 11,3 millones, con un saldo a favor de US$ 3,4 millones, que liquidamos en el mercado a $ 6,885, por debajo del cierre diario. El miércoles precisamos adquirir US$ 1,6 millones, que conseguimos a $ 6,896, es decir, 25 centavos menos que el cierre del día (7,14). El jueves realizamos exportaciones por US$ 3 millones e importamos productos por US$ 3,561 millones. Además, liquidamos dividendos por US$ 1 millón (fue autorizado a pagar dividendos por US$ 10 millones, que repartirá en 2 millones semanales), por lo que debimos comprar dólares para cubrir la diferencia. La única oferta que tuvimos fue del HSBC, por $ 8,70. Hasta ese momento, el BCRA no había intervenido (al igual que en el día anterior). Luego, inyectó divisas y el tipo de cambio cerró más barato...
—A pesar de eso, Kicillof lo acusó de desestabilizar el mercado...
—Conviene aclarar algo: todas las operaciones financieras de Shell en la región están a cargo de una oficina ubicada en Río de Janeiro. Nosotros, desde Buenos Aires, no tenemos incidencia. Nos gustaría que el ministro nos explique cómo conseguir dólares más baratos, pero lo cierto es que de cuatro días de la semana, en tres terminamos operando por debajo de la media diaria del tipo de cambio.
—¿Cómo afecta al negocio de Shell la fuerte devaluación de la moneda?
—En los últimos tiempos el tipo de cambio se convirtió en el elemento de costo más importante del sector de refinación. Porque, como el precio del petróleo se expresa en dólares, la devaluación de la moneda termina afectando la rentabilidad de las empresas porque incrementa los costos. Entonces, qué sentido tendría para nosotros incentivar la desvalorización del tipo de cambio si eso va a redundar en una pérdida de rentabilidad...
—¿A qué atribuye, entonces, la denuncia en su contra del Gobierno?
—Quiero aclarar que le voy a contestar por carta al ministro para demostrarle que se equivoca. Frente al desequilibrio total que enfrenta el sector energético, siempre dimos nuestro punto de vista y lo seguiremos haciendo. No nos vamos a callar aunque nos asusten...
Estaciones en la mira
Las acusaciones del Gobierno contra la petrolera Shell coinciden con crecientes trabas para operar que están teniendo las estaciones de servicio de la firma. Luego de que tres establecimientos fueran clausurados luego de que el Ente Nacional Regulador de Gas indicara que había “fallas de seguridad”, PERFIL supo que otras once bocas de expendio no pudieron trabajar normalmente el viernes. ¿Qué pasó? Distintos organismos del Estado, como Vialidad Nacional, realizaron de forma simultánea trabajos en las veredas que impidieron el acceso de automovilistas a las terminales. Fue en localidades de la provincia de Buenos Aires. Así, la empresa anglo-holandesa no pudo vender combustible durante toda la jornada.
Haya sido una jugada del Gobierno para perturbar los negocios de la empresa que encabeza Juan José Aranguren, o no, en el sector explican que le terminaron haciendo un favor a la compañía, que evitó entregar naftas a las vísperas de futuros aumentos. Sin quererlo, la situación le terminó jugando en contra a compañías como YPF y Axion, que debieron atender la demanda insatisfecha.
Esta semana la coyuntura económica de la Argentina fue un fiel reflejo del complejo escenario político que el país tiene por delante y de los fuertes, afilados y ávidos contrincantes que quieren destruir el proyecto socioeconómico. No se trata de imaginar fantasmas ni de omitir los resbalones que comete el propio gobierno en este contexto.
La compañía petrolera Shell concretó una maniobra –término que la Real Academia Española define en su segunda acepción "como artificio y manejo con que alguien interviene en un negocio"– que promovió una suba del dólar oficial a un precio muy superior cuando la City era un avispero y las pizarras cerraron con un dólar a un precio muy inferior. Concretamente, la fuente oficial que habló con Tiempo Argentino y cuyos dichos después confirmó el propio ministro de Economía, Axel Kicillof, indicó que mientras el tipo de cambio cotizaba en la franja de $ 7,20-$ 7,24 por unidad, Shell hizo una operación de compra a $ 8,70.
Mediante una comunicación oficial, la empresa desmintió "rotundamente que tanto Shell como el presidente de la petrolera Juan J. Aranguren (quien se encuentra en el exterior en uso de licencia por vacaciones) hayan realizado operaciones cambiarias con fines especulativos o desestabilizadores". Royal Ducth Shell que, de acuerdo con la revista Fortune, facturó en 2012 U$S 481 mil millones, ganó U$S 26 mil millones y se ubicó primera en el ranking entre las firmas que más dinero movieron en el mundo (2012), le pidió una rectificación a Tiempo Argentino, por el tenor del artículo.
La casa matriz de Shell tiene un nivel de facturación superior al PBI de la Argentina que en 2012 fue de U$S 475 mil millones, es decir que la petrolera angloholandesa tuvo U$S 6000 millones más de ingresos que nuestro país. Pese a la desmentida de la maniobra, el gerente de Asuntos Públicos de Shell Argentina, Reginaldo Thompson, y el vicepresidente 2º de Shell Argentina confirman en la misma nota fechada el 24 de enero de 2014 que la operación cambiaria se hizo en los términos indicados por este diario.
Es decir, Shell compró U$S 3,561 millones para importar productos a un tipo de cambio de $ 8,70 por dólar cuando la divisa oficial en el mercado cerró a $ 7,75. Más allá del debate respecto del momento en que se hizo la operación cambiaria, la empresa más importante y con más poder de lobby del mundo ingresó en una pulseada cambiaria con la Argentina en la que, como dijo Kicillof: "Esto es como si yo entrara a una verdulería y el precio del tomate está a $ 12 pesos y digo que quiero comprar a $ 40, si no, no compro." Pero Shell no hizo esta jugada en una verdulería sino en un encendido mercado cambiario que tenía en vilo a la mitad del país e hizo revivir en el imaginario de la clase media los peores años del gobierno del radical Raúl Alfonsín.
Aunque la apuesta de Shell (quien está claro que tiene las puertas abiertas en este diario cuando Aranguren quiera dignarse a concederle una entrevista abierta y sin censura por parte de la empresa) fue legal, lo cierto es que jugó con nafta en un momento muy delicado de la Argentina. No es la primera vez que Aranguren rechaza de forma verbal o mediante sus acciones el programa económico de la Argentina. En distintas oportunidades se ha manifestado en contra de las medidas tomadas por un gobierno elegido democráticamente que, por cierto, ganó las elecciones presidenciales por el 54% de los votos.
"Nosotros nos intentamos manejar dentro de un marco de derecho. Aquellos que no lo han hecho son los que están al comando de la Administración Pública. Y creo que el estado de situación en el cual está el país hace que tengamos que reestablecer algo que no tendríamos que haber perdido nunca y que es el poder privilegiar lo correcto", se atrevió a declarar Aranguren durante una charla que organizó la Universidad de San Andrés en octubre del año pasado. Aranguren, el representante local de la principal firma del mundo, dijo que la Argentina "debe privilegiar lo correcto". ¿Qué es lo correcto para el señor Aranguren? ¿Cuál es el camino que Aranguren quiere para la Argentina? ¿El sendero de esta petrolera es el mismo que el de miles y miles de personas que reciben la Asignación Universal por Hijo o el del albañil que se levanta todos los días a trabajar para ganarse el jornal? ¿Quién eligió a Aranguren, el dignatario de una multinacional extranjera, para definir cuál es el camino correcto del país? Pero Aranguren no está solo. Hay muchos empresarios que de forma solapada, en las tinieblas, están trabajando para que el país vuelva al "camino correcto" de Aranguren.
En ese camino, las petroleras extranjeras pueden hacer sus negocios en un marco de libre mercado total y en el que las reglas de juego no las fija un gobierno electo por el voto popular sino unos burócratas que, después de ganar los comicios con apoyo de los paladines del libre mercado, se sojuzgan a sus intereses olvidando las necesidades de aquellos que los votaron. El gobierno tiene que tomar nota del mensaje de los Aranguren y actuar en consecuencia para definir las medidas que sean necesarias con el fin de privilegiar los intereses de aquellos que pueden verse perjudicados por las políticas económicas que impulsan estas empresas que sólo se rigen por las leyes del libre mercado.
En este contexto, el gobierno debe tener cuidado con aquellas políticas como las devaluatorias que pueden afectar el poder de compra de los trabajadores y el delicado equilibrio que en los últimos diez años han marcado la relación entre capital y trabajo y que permitieron recuperar una porción de todo lo que se encargó de destruir el neoliberalismo desde 1976 hasta 2003. La historia reciente demostró que los tiburones no son afectos a las caricias y que cuando uno piensa que puede domesticarlos obsequiándoles pequeños peces siempre buscan un bocado más grande. El Estado aún tiene las herramientas para mantenerlos alejados y debe tomar las iniciativas que sean necesarias para fijarles límites claros y profundizar el "camino correcto" que apoyó más del 54% de los argentinos. El otro camino es el de Aranguren.