Los intentos del Gobierno por sustituir importaciones y desarrollar una industria pujante, competitiva y que coloque sus productos en el mundo se vuelven cada vez más lejanos. La actividad manufacturera cerró el 2013 con un déficit de u$s 35.000 millones y no se proyectan grandes mejoras para este año, a pesar de los ambiciosos planes oficiales anunciados por el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, para incrementar fuertemente las exportaciones del sector.

Si el rojo comercial de la industria logra atenuarse en 2014, será por el refuerzo del cepo importador más que por el incremento de las ventas al exterior, que podrían dinamizarse algo más que el año pasado por la aceleración de la devaluación y el mejor contexto internacional. De todos modos, “las exportaciones de la industria automotriz podrían verse comprometidas por la coyuntura económica de Brasil”, señala un informe de Empiria Consultores, que dirige el ex gerente general del Banco Central, Hernán Lacunza.

De acuerdo con sus números, el déficit industrial del año pasado creció en u$s 3.200 millones hasta los u$s 35.000 millones producto de que si bien las ventas al exterior crecieron 4% en el año –fundamentalmente por mayores colocaciones de autos–, las compras se incrementaron 7,4%. En 2014, el cepo importador, las menores compras de autos acordadas entre las terminales y el Gobierno, el mayor ritmo de devaluación y un mejor contexto mundial permitirían, según Empiria, reducir levemente el rojo a los u$s 34.000 millones, “que seguirá siendo sustancial”.

En los últimos años, el Gobierno avanzó con el proceso de sustitución de importaciones mediante el cepo a las compras de los productos que se fabrican o podían producirse en el país. Pero en el afán por impulsar la producción nacional, los funcionarios generaron problemas con el abastecimiento de insumos que no se producen localmente. “Nunca anduvo el proceso de sustitución de importaciones porque por más que el país comience a producir un bien nuevo, para ese proceso se requerirá de la importación de insumos, por lo que no necesariamente la sustitución reduce el déficit”, manifestó el economista de Ferreres & Asociados, Fausto Spotorno.

El sector que le permite a la industria importar insumos y producir es el agro, que cerró el año pasado con un superávit cercano a los u$s 50.000 millones. Este fue siempre el esquema argentino, e incluso con una industria de “clase mundial” –como calificó Spotorno al sector manufacturero de otros países– que tuviera empresas internacionalizadas y un rubro agropecuario muy bueno, “probablemente también la balanza sería deficitaria porque con más dólares, tal vez entrarían más productos industriales del exterior”, afirmó el economista.

En la medida en que el PBI de un país crece, se requieren más bienes manufacturados porque las familias sofistican sus consumos, dijo un industrial de la UIA.

En los últimos seis años, el déficit de la actividad manufacturera se mantuvo prácticamente en los mismos niveles, con excepción de 2009, año recesivo en que se redujo a u$s 17.000 millones por la fuerte caída de las importaciones. El segundo año con resultado más bajo fue 2010, cuando el saldo entre las exportaciones y las importaciones industriales ascendió a los u$s 28.000 millones, pero el resto de los períodos osciló entre los u$s 31.000 y los u$s 35.000 millones. Los años de menor déficit coinciden con años de menor crecimiento económico.

El Gobierno espera este año motorizar las ventas industriales mediante el Programa de Aumento y Diversificación de las Exportaciones (PADEx). Según este plan, la colocación de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) en el mundo crecería un 17,6% hasta los u$s 33.957 millones, pero desde el sector privado consideran utópico alcanzar este objetivo porque no hay forma de que una mayor promoción compense los problemas de competitividad de la industria, precisó Empiria.