CONTROVERSIA. Justo cuando las cosas comenzaban a mejorar –la confianza de empresarios y consumidores, el fin de la desaceleración del PBI, las mejores condiciones para la inversión minera, etcétera–, el presidente Humala generó un nuevo remezón en las percepciones de la opinión pública. En una entrevista de cierre de año, el mandatario desaprovechó la oportunidad para emitir un mensaje optimista, ahora que cuenta con un premier dispuesto a trabajar con sus ministros, y prefirió optar por la controversia.
En vista de que en nuestro país existe libertad de expresión, interesa analizar si Humala está equivocado cuando afirma que el proyecto Conga es “intrascendente” para la historia del Perú y preguntarse si como presidente tiene que anteponer la trascendencia de las inversiones como generadoras de puestos de trabajo, ingresos fiscales y oportunidades de desarrollo, a sus opiniones personales sobre la importancia de la iniciativa privada en una economía de mercado.
Lo cierto es que la paralización de Conga y de los US$ 4,000 millones de capitales que demandaría su puesta en marcha está pasando una dura factura a Cajamarca, el departamento donde se ubica el proyecto, pues las empresas que le brindaban bienes o servicios dejaron de hacerlo, lo cual ha tenido un impacto negativo sobre el empleo y el consumo.
Otros factores nocivos como la caída de la producción de café se suman al problema, y como lo ha corroborado el Instituto Peruano de Economía (IPE), el PBI cajamarquino lleva siete trimestres consecutivos de caídas –solo bastan dos para hablar de recesión–. Los efectos actuales de esta situación son preocupantes, pero los futuros serán devastadores.
En suma y a diferencia de la alegre danza caribeña, la Conga peruana es triste y continúa inmóvil. El presidente Humala parece no entenderlo, o por lo menos no quiere admitirlo, pero confiamos en que el premier César Villanueva, cuyo gobierno en el departamento de San Martín –vecino de Cajamarca– puede considerarse un caso de éxito, pueda convencerle de que la inversión sí es trascendente para la historia del Perú. El Gobierno no puede continuar desafinando con sus declaraciones ni emitiendo señales intranquilizadoras.