En conversación con los servicios de documentación de Wall Street, los analistas de Morningstar auguran un buen año 2014 para el oro físico, especialmente la demanda de joyería en los dos gigantes asiáticos: China e India.
La “fiebre del oro” nueva en Asia se desató con la caída de los precios en el mes de abril. En cuatro meses, el precio de la onza de oro pasó de 1.700 dólares a 1.400 dólares gracias a la salida de inversores de oro hacia otros mercados (renta variable, bonos del Tesoro o activos de alto riesgo) y las señales que en mayo dio la Reserva Federal indicando el comienzo del “tapering”.
Los inversores que entraron entre los años 2008 y 2011 están recogiendo beneficios y aprovechando el tirón de la demanda de oro físico en Asia. En este sentido, acuden de forma masiva a los ETFs para convertir sus títulos en físico y comerciar con ellos en bolsas asiáticas como Shanghái, Hong Kong o Singapur. Aumentan su demanda de joyería por ser uno de los productos de oro físico más atractivos y más extendidos en el mercados.
El “efecto animación” en la demanda asiática es clave para ver cuál será el comportamiento del precio del oro en los mercados internacionales. Esta demanda es, además, muy elástica ya que bajadas en un 1% en el precio del oro se han traducido en incrementos de la demanda muy superiores al 1%. En este sentido, el grado de sensibilidad de la demanda determina la fortaleza o debilidad del mercado físico, a su vez condicionada por la acumulación de reservas de los agentes privados y el sector público.
En suma, uno de los objetivos en el mercado asiático es la estabilización del precio en el entorno de 1.250 dólares la onza. La evolución de la demanda, fuertemente positiva, ayudará a ello aunque el mercado siga fragmentado e inmerso en la crisis de confianza del oro papel.