El tándem subsidios-tarifas será, según los especialistas, la clave para que el Gobierno empiece a equilibrar el desbalance energético. El gabinete económico tendrá que doblegar esfuerzos para encaminar una crisis, cuyos coletazos ya resultan inocultables. El desequilibrio en la balanza energética quedó sobre el tapete, como nunca en estos diez años de kirchnerismo, ante los reiterados y persistentes cortes de luz que afectaron a millones de hogares argentinos en las últimas semanas. El Estado incluso tuvo que “inventar” asuetos administrativos para que el sistema eléctrico no colapse y, de esta manera, evitar nuevas interrupciones en el servicio ante una ola de calor que solo ayer dio tregua. 
En el mercado sostienen, sin embargo, que una política energética seria “no puede basarse en feriados”. 
Según los expertos consultados por El Cronista, al oficialismo no le queda casi margen para seguir subsidiando el consumo de los particulares, manteniendo precios baratos. El sinceramiento de tarifas, dicen, es inminente en un año en el que se prevé un 30% más en el gasto destinado a la importación de combustibles (alcanzaría a este ritmo unos u$s 16.000 millones).

“Reducir gradualmente los subsidios y reorientarlos a aquellos que lo necesitan e ir mejorando el esquema de tarifas es importante para bajar las compras externas de combustibles y evitar distorsiones”, consideró el ex secretario de Energía Enrique Devoto. “Pero lo esencial será que se diseñe un plan que hoy no existe y que involucre a otras fuerzas políticas y especialistas”, advirtió.

Tal como publicó El Cronista ediciones atrás, los subsidios destinados al sector energético aumentaron 65% el último año y el Gobierno destinó $ 64.993,5 millones de enero a octubre para tratar de sostener al sector. Según las proyecciones que maneja Empiria Consultores, las transferencias para cubrir el agujero energético ascenderán a $ 93.000 millones en 2013. La mayor parte de los subsidios el año pasado se concentraron en la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) y en la Empresa Energía Argentina (Enarsa), que tienen a su cargo el subsidio de tarifas de energía en el área metropolitana y la compra de gas importado para el abastecimiento del mercado interno. De acuerdo con la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), más del 80% de las transferencias al sector se lo distribuyen Cammesa y Enarsa, lo cual, sumado al fuerte incremento que registraron en esos diez meses (superiores al 60%), explica el notable impulso observado por los subsidios energéticos en su conjunto.

Ante semejantes números, en el sector aseguran que no será sencillo para el Gobierno desactivar el esquema sin que sea gradual. Semanas atrás, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, había manifestado a la prensa que el Gobierno continuaría con las políticas adoptadas hasta el momento. No obstante, los equipos técnicos ya están trabajando en un nuevo diagrama de subsidios.

En cuanto a la generación de energía, los retos también abundan. En el último año, se tomaron algunas medidas para intentar revertir el constante declino en la producción de hidrocarburos, como el aumento en el precio de gas en boca de pozo que en un principio regía para las grandes empresas y que más tarde se extendió a todo el mercado. Así y todo, la tendencia continuó a la baja y los resultados se verán recién en el largo plazo. Según el último informe del Instituto General Mosconi, la producción de petróleo cayó 2,86% interanual en octubre. En gas natural, del que depende en un gran porcentaje la matriz energética argentina, la situación fue más preocupante. La producción se desplomó un 5,9% en el período acumulado de doce meses. “Evidentemente falta mucho por hacer en producción porque la tendencia declinante no se revirtió, a pesar de que YPF sí lo hizo. En tal sentido, es importante intensificar la exploración y tratar de acelerar los tiempos en el no convencional”, consideró Juan Rosbaco, especialista del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Menos optimista, Devoto, sostuvo que “los barcos –en referencia a los cargamentos de GNL que arriban al país por esa vía– han llegado para quedarse”. “Aunque el Gobierno se jacte de que la producción alcanza, lo cierto es que debería impulsar un racionamiento para disminuir importaciones de gas. El drenaje de divisas podría mitigarse con medidas razonables, como campañas que promuevan el ahorro y si fuera necesario, aplicar cortes programados de energía”, sugirió.

En esa línea, también resultará un desafío la cantidad de inversores que pueda atraer la administración de Cristina Kirchner para que YPF pueda continuar con el desarrollo de Vaca Muerta, el megayacimiento no convencional que se extiende en la provincia de Neuquén y que por ahora consiguió sumar a un solo socio: Chevron.