A Luis XVI la historia lo recuerda por la palabranada . Es lo que escribió en su diario personal el 14 de julio de 1789, día de la toma de la Bastilla, que originó uno de los cambios políticos más importantes para la humanidad. Pero el monarca no advirtió en ese momento la revolución francesa. A juzgar por los intentos de minimizar desde apagones al alza de precios, en Argentina hay funcionarios que padecerían el síndrome Luis XVI. En los últimos 26 años hubo tres graves crisis con la luz.
En 1988 El Chocón dejó de funcionar por el bajo caudal del río Limay. En febrero de 1999 se rompió la central Azopardo de Edesur y la actual se atribuye a la extendida ola de calor.
La diferencia es que en los casos anteriores los presidentes dieron la cara.
En 2012 Cristina Kirchner ordenó al actual ministro Axel Kicillof diseñar otra política de energía. Kicillof reunió a todos los eslabones (generadores, transportistas y distribuidores) y les anunció un modelo “con calidad y retribución lógica a las empresas”. Colocó a Emmanuel Alvarez, actual vice ministro, en Edenor junto a un elenco de cuatro directores en nombre del Estado: Marcela Scavini, Eduardo Endeiza, Eduardo Seppi y Victoria Von-Storch. Un hombre de De Vido, Luis Barletta, se convirtió en el veedor de Edesur y Juan Manuel Abud, otro alfil de Kicillof es el número uno de Cammesa, la administradora del mercado eléctrico mayorista. Decididamente, el Gobierno está comprometido con el manejo pero en cuanto asomaron los cortes, eligió correrse de la responsabilidad y culpar a las empresas.
El sábado, mientras la situación de más de 800.000 usuarios afectados por el colapso energético seguía empeorando, Jorge Capitanich y De Vido decidieron pasar a la acción. Dedicaron tres horas a una recorrida por Atucha II, una obra compleja, prometida para octubre de 2010 y que según los ministros finalizaría el próximo abril.
La realidad pinta otro panorama. Con recursos limitados, profesionales con pocas dotes y otros con noble intención, Atucha II vive un sinfín de problemas de acuerdo al monitoreo de expertos. Lo escribieron en un informe al que Clarín tuvo acceso: “ Las pruebas para poner en marcha continúan en forma caótica. Cada día aparecen vicios ocultos producto de la incompetencia. Luego de la breve conexión a la red con vapor producido con energía externa, pues el rector no puede funcionar aún, se detectaron defectos de construcción en los intercambiadores de refrigeración intermedia. Una de las bombas del circuito de control del agua pesada se dañó durante las pruebas”. Y como si fuera una obra de la picaresca, hasta surgieron tropiezos con el entrenamiento del personal.
Argentina invirtió en un simulador que construyó Tecnatom y en lugar de instalarlo aquí, quedó en San Sebastián de los Reyes, Madrid. Así, los operadores deberán ir a España para capacitarse.
Entre tanto, las dos distribuidoras de luz, Edesur, de la italiana Enel, y Edenor, del empresario argentino Marcelo Mindlin, aseguran estar técnicamente quebradas. Estas firmas, que cobran al 90% de los usuarios de la Capital y el conurbano una factura bimestral promedio de $ 70, afirman que no reciben subsidios. Los 70.000 millones de pesos anuales en subsidios van a pagar la cuenta de las generadoras de la energía. Y el grueso de ese dinero compensa la diferencia entre el valor del combustible importado y lo que ingresa por facturas de luz que cuestan como una mediana de muzzarella.
Ambas distribuidoras comenzaron a cobrar un cargo fijo en las facturas que va de $ 4 a $ 10 para nutrir un fideicomiso administrado por el Banco Nación que debe destinarse a obras. El fondo acumula $ 1.000 millones. Tanto en Edenor como en Edesur juran que están haciendo las obras. Una pena que el ENRE no informe cuáles. Lo que ocurre es que ese organismo de control casi no funciona.
Su titular, Mario de Casas, respondía a Julio Cobos y luego se pasó al kirchnerismo puro. Igual cayó en desgracia. Quien mueve la batuta es Barletta, que reporta a Roberto Baratta, la voz y oídos de De Vido en el sector.
Por cierto, las distribuidoras Edenor y Edesur nunca advirtieron públicamente la delicada situación. Hacerlo podría significar pagar la factura completa a de la energía que distribuyen a Cammesa. Con el guiño de Paula Español, íntima de Kicillof, le giran en cuentagotas el dinero que les sobra en la caja tras los gastos operativos.
Lejos de esta trama, en Punta del Este, un selecto grupo de banqueros se reunió con uno de los economistas más respetados y menos mediático. Los nombres se mantienen en reserva.
¿El pronóstico? “En 2014 se termina el gradualismo en la política económica. Hasta ahora el Gobierno evitó programas de shock. Pero ese enfoque se agotó.
El aumento de 66% en el boleto de colectivo es un buen ejemplo. No va a ser el último ya que los cortes convencieron a un sector del Gobierno de que el costo político del racionamiento es mayor que el del tarifazo ”, les dijo.
Un desafío adicional será la puja salarial luego de los aumentos a las Policías provinciales. Mucho de eso hablaron en el restaurante Marcelo, de Puerto Madero, los alfiles de Techint, Daniel Novegil y Martín Berardi con los jefes de la UOM, Antonio Caló, el intendente de Quilmes, Francisco “Barba” Gutiérrez y Naldo Brunelli. Fue el 26 de diciembre entre pastas, vino y champán, según el periodista Omar Lavieri, testigo ocasional. Allí los sindicalistas también quisieron saber si Paolo Rocca iba a pasar del segundo al primer plano en la conducción de las gremiales empresarias. Desde Italia les había llegado la información de que Gianfelice Rocca, el hermano que vive en Milán, acaba de ser elegido presidente la poderosísima unión empresaria de la Lombardía.
