Desde que se suspendieron las actividades mineras por el proceso de delimitación del Páramo de Santurbán, quedaron desempleados más de 300 pobladores. Sin embargo, expertos advierten de nuevo que una explotación de oro traería consecuencias irreparables.
Otra mañana, al igual que todas, la gente busca qué hacer. Están los que piensan en sacrificar su cultura y migrar a la ciudad, los que siguen sacando los ahorros que por meses habían guardado y, por supuesto, quienes sólo deben hacer bien el trabajo para no quedarse sin empleo.
La temperatura alcanza los 10°C y rara vez los 35°C. Los niños estudian desconociendo lo que pasa alrededor de su tierra: el Páramo de Santurbán.
En 2010 todo transcurría con normalidad. Los pobladores de los municipios de Vetas, California y Suratá vivían de la agricultura y de la minería. El comercio giraba en torno al cianuro y al mercurio, pero la poca producción hacía que el trabajo fuera intenso. El sonido de los animales a las cuatro de la mañana les indicaba que era momento de ir al río, servir la arena, colarla y sacarla a los tanques para venderla.
Sin embargo, algunos meses después, la tranquila rutina de estos pueblos de Santander comenzó a cambiar. “Cuando llegaron las multinacionales nos deslumbramos por los proyectos que traían. Al principio fue difícil acostumbrarnos a compartir con ellos. Algunos de mis vecinos les vendieron sus tierras y se fueron a vivir a Bucaramanga esperando tener una vida más cómoda pero no fue así. Volvieron al pueblo con los brazos cruzados”, cuenta Fabio Maldonado, líder comunitario de California (Santander).
Eco Oro (antiguamente Greystar) es la empresa que mayor presencia tiene en los municipios de Vetas y California y la que más dinero ha invertido en la fase de exploración (en los últimos 16 años ha desembolsado US$240 millones). En 2011 la firma generó 224 empleos directos y 182 indirectos. Ahora, sólo cuenta con 77 puestos directos y 16 indirectos.
Hacia marzo de 2011, Greystar proyectó que en 15 años, de aprobarse la licencia de explotación por parte del gobierno nacional, haría una inversión de US$1.000 millones en Angostura, su proyecto. En ese momento, el entonces gerente de exploraciones de la firma canadiense, Giovanny Ortiz, dijo que contando con el permiso del Estado se calculaba que se podrían extraer al año 531.000 onzas troy de oro, con un promedio de 0,9 gramos por tonelada de roca.
Hoy Hernán Linares, gerente de Eco Oro en Colombia, asegura que “desde el principio hemos tenido en cuenta el tema de seguridad tanto con los trabajadores como con el medio ambiente, nos hemos encargado de analizar hasta los mínimos detalles para ser los responsables de las causas y efectos que genere la explotación”.
En un documento el Instituto Alexander Von Humboldt considera que “no es procedente efectuar un desarrollo minero dentro del complejo de Santurbán sin afectar significativa y negativamente su integridad ecológica y su capacidad para el suministro y regulación de servicios ecosistémicos, sumando a ello la incertidumbre que existe por la economía local y nacional”.
Entretanto, los ambientalistas afirman que comparar el valor del agua con el del oro es un ejercicio innecesario porque por más dinero que se gane con el recurso nunca se va a sustituir el agua con dinero. En un ejercicio de calculadora, Julio Fierro, geólogo y docente de estudios ambientales de la Universidad Nacional sustentó que “en Colombia no hay pasivo de minería de metálicos, sin embargo podemos partir de cifras de Estados Unidos en donde la descontaminación del agua al año les cuesta US$1.500 millones. Si la onza de oro en promedio está en US$1.500 y en Santurbán se encuentran 30 millones de onzas, anualmente las compañías ganarían US$2.200 millones, de los cuales incluyendo regalías e impuestos le pagarían al país US$220 millones, que ni siquiera alcanza para contribuir en la limpieza del recurso hídrico”.
Mientras hace cuentas, David González, alcalde del municipio de Vetas, comenta que “a los trabajadores les pagaban entre $1 millón y $1,5 millones. La mayoría de la gente arrendaba sus casas casi por la misma cifra, los de espíritu emprendedor crearon tiendas, ferreterías, hostales e hicieron varias inversiones creyendo que ese era el negocio, sin sospechar que la parálisis de labores por el tema de la delimitación del páramo los afectaría tanto. La economía en Vetas ha caído en los últimos meses más del 80% porque ellos dinamizaban todo el mercado”.
Sin embargo, ya no son solo los pobladores y las demás firmas mineras como AUX, Leyhat, Continental y AngloGold Ashanti, quienes también están trabajando en la explotación de oro, los únicos protagonistas afectados. También, empresarios de la zona como Eliana Guerrero -dueña de dos hoteles en California-, afirman que la dinámica del turismo en la provincia de Soto Norte ha disminuido.
“El caos económico nos toca y el sector ha decaído en sus ganancias en un 80%. Esta es una cadena que se surte y se vuelve productiva al lado del turismo empresarial. Cuando los generadores económicos de nuestra región (empresas mineras) están trabajando la dinámica se mueve. Pero estamos parados desde abril”, contó Guerrero.
Mientras en la región cercana al páramo de Santurbán se han perdido más de 300 empleos, desde el gobierno la ministra de Ambiente, Luz Helena Sarmiento, anunció el pasado 12 de diciembre -en compañía del gobernador de Santander, Richard Aguilar-, que el veredicto final de la delimitación se prolongará entre dos o tres meses más.
Por ahora, sólo se sabe de voz de la ministra de Ambiente que el próximo 20 de diciembre se pondrán en marcha las discusiones sobre las temáticas que rodean la delimitación del Páramo de Santurbán.