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Análisis
Cussianovich (Poliarquía): Resistencias sociales a la minería del litio en Argentina
27/11/2013

¿Se puede generar la resistencia a la extracción del litio? Un estudio de opinión pública y extracción mineral da cuenta de esto.

(Mining Press)

(Ernesto Cussianovich*) Durante la última década la minería ha estado inmersa en una serie de debates y conflictos en el país. Entre los temas más visibles en la opinión pública aparecen con claridad la percepción sobre el impacto de la actividad en el medioambiente, el consumo de agua, el derrame económico o los controles públicos sobre la industria. A nivel local y nacional, estos son algunos de los temas que siguen formando parte de la agenda de discusiones entre detractores y sostenedores de la minería en el país.

En cada lugar del país donde se realizan operaciones mineras, hay disparidades y diferencias en relación a los tipos de explotación (minería a cielo abierto, minería aurífera, etc.) o las condiciones de producción (yacimientos enclavados en las montañas o en las mesetas y macizos, etc.). Asimismo, hay diferencias sobre las comunidades involucradas en los procesos productivos (pueblos originarios, localidades con mayor o menor tradición y experiencia minera, etc).

En este proceso de consolidación de la matriz minera resurgió casi improvisadamente la exploración y explotación de litio. Se trata, ciertamente, de un mineral que dado su futuro posicionamiento estratégico y la difusión que hasta hoy se le ha dado en la opinión pública, deberá contar con un tratamiento específico en la opinión pública, tanto a nivel local como nacional.

En principio, sus características especiales lo han colocado en un lugar distinto al que ocupan otros minerales en el país. El desconocimiento y las expectativas creadas en relación a su potencial, se encaminan a convertirse en serios condicionantes para quienes estén interesados en su desarrollo. Esto es así debido a que hoy en día coexisten en torno al litio un alto grado de desinformación, al mismo tiempo que una especie de percepción fetichista sobre su escasez o su abundancia, su potencial energético o su valor como insumo indispensable.

Por otro lado, la exploración y producción de litio se localiza en zonas del país con escasa población o cerca de comunidades con una fuerte presencia de pueblos originarios. Esto merece también un tratamiento sensible ya que se trata de provincias donde todavía prevalecen viejas prácticas caudillistas y clientelares, provenientes tanto del Estado como de la sociedad. Pero también provincias donde recientemente y como contra-balance de estas prácticas tradicionales, se ha producido una mayor visualización de la emergencia de nuevos grupos de presión con fuerte representación social y política. Esto se ha visto muy claramente en la campaña electoral y los resultados de los comicios en provincias como Salta o Jujuy.

El litio, como se ha reiterado casi exclusivamente en los medios, es un elemento muy asociado al desarrollo de nuevas tecnologías o a la producción de fuentes de energía limpia, como las baterías para celulares o para automóviles híbridos o eléctricos. Se trata de usos y propiedades con una demanda mundial en aumento, algo que al parecer está también alimentando nuevos estereotipos y visiones chauvinistas sobre los beneficios de su exploración y explotación.

Más aún, es interesante notar como en general se hace poca mención a su enmarañado proceso de producción. Por su complejidad o simplemente porque a muy pocos les interese tantas explicaciones técnicas, hay poca información de calidad sobre el largo proceso que separa el carbonato de litio de las baterías. Entonces, algunos datos preliminares sobre la posibilidad que existe en el país para la producción masiva de baterías o acumuladores (algo quizás todavía costoso y complejo), se convierte en la mecha que enciende un falso entusiasmo sobre el mineral.

Finalmente, la información sobre el litio, sobre sus ventajas, propiedades, potencial, etc. comenzó a aparecer y salir a la luz recién en los años noventa, justo cuando en el país comenzó a hacerse masivo el uso de internet. Esto significó la irrupción de una multiplicidad de fuentes de información, de datos, de perspectivas, etc. que si bien han contribuido a la difusión del litio, también han acrecentado muchos estereotipos y mucha información de poca calidad que hay que cambiar.

Los reparos a su extracción: ¿frente de tormentas de conflictividad?

Son muchos los aspectos que podemos mencionar sobre la percepción y el nivel de conocimiento de la gente con respecto al litio. No obstante, en uno de los estudios que efectuamos sobre opinión pública y minería, nos llamó mucho la atención las respuestas que la población ofrecía con respecto a la extracción de minerales, en especial la de litio.

Al respecto, llamó la atención las respuestas de la población frente a preguntas como “¿Cuál es su grado de acuerdo con que se extraigan minerales? Hasta entonces suponíamos que la acción de “extraer” recursos o desarrollar una “industria extractiva”, tenían casi por definición una carga negativa. No obstante, en los lugares donde no había ningún contacto con la minería (por ejemplo ciudad y provincia de Buenos Aires), el 55% de la población se mostró de acuerdo con la extracción de minerales y solo un 37% se opuso a la idea. Nuestra investigación estaba dando cuenta que en los lugares alejados de los centros de producción minera, la idea de extracción mineral, como manifestación de resistencia a la minería, no parecía tener mucho peso sobre los habitantes.

La lejanía de los lugares de producción minera y, por lo tanto, la lejanía de la percepción de riesgos reales asociados a la actividad extractiva, condicionan ciertamente las repuestas de los habitantes de las ciudades. Decididamente, en esto tiene mucha influencia la poca información y el desinterés sobre las actividades mineras que, en su conjunto, terminan por empujar a la población a ofrecer respuestas, digamos, cómodas y despreocupadas. Lamentablemente, esta misma despreocupación y comodidad con frecuencia terminan también generando muchos de los estereotipos, prejuicios y hasta superchería que hoy inundan a la actividad minera en el país.

Esto es lo que ocurre tanto con los residentes en la Ciudad y Provincia de Buenos Aires, como así también con los de las poblaciones y comunidades de la denominada “zona núcleo”, de producción predominantemente cerealera y sojera (además de Buenos Aires, principalmente las provincias de Córdoba y Santa Fe). Sus veredictos son importantes ya que, a nivel país, se trata nada más y nada menos que del 62% de la opinión pública nacional. Es decir, algo que los gobiernos provinciales y las empresas mineras deberían tomar en cuenta a la hora de evaluar sus estrategias de posicionamiento y comunicación sobre el desarrollo minero (38% para la Provincia de Buenos Aires y un 8% para cada una de las otras dos provincias y la Ciudad de Buenos Aires).

Ahora bien, ¿qué sucede con las localidades, pueblos o ciudades directamente relacionadas con la producción minera en el país? Pues bien, aquí también nos llamó la atención el predominio de la aceptación del ejercicio de “extracción” mineral. Efectivamente, en las ciudades de provincias y también en las comunidades mineras del país, las respuestas no distaban mucho de aquellas ofrecidas por la población residente en la pampa húmeda.

Ante la misma pregunta “¿Cuál es su grado de acuerdo con que se extraigan minerales?”, un 46% de las poblaciones o comunidades mineras respondieron que estaban muy y bastante de acuerdo y otro 46% poco o nada de acuerdo. Sin duda hay algo en el verbo “extraer” que no genera ruido en los lugares de producción minera, aún incluso en localidades cercanas a los yacimientos. Se trata igualmente de números que cambian según la posición a favor o en contra de la actividad minera.

Por otro lado, las respuestas también cambian cuando el “grado de aceptación” de la extracción está asociado a un determinado tipo de mineral. Y justamente, es aquí donde nos llamó la atención como, en comparación con otros minerales, la posibilidad de extracción de litio al parecer genera una mayor resistencia entre la población en general. Esto es así incluso en la comparación que se pueda hacer con la extracción de oro, para el cual existen –quizás- muchos más prejuicios y tabúes que cualquier otro mineral o metal.

Un aspecto a tomar en cuenta es que, comparativamente, para el caso del litio predomina un mayor desconocimiento en la población sobre su existencia, sus características o su explotación en el país. Esto es algo que –como veremos- también pudimos observar en las encuestas que realizamos. Sin embargo, como mencionamos antes, creemos que a esta desinformación se le agregan otros elementos. Entre estos, una sobrevaloración de su potencial, un desconocimiento sobre las dificultades para producirlo y –fundamentalmente- un fuerte proceso de “fetichización” del mineral, en buena cuenta generado por su identificación con categorías como, el commodity de alto valor comercial, el mineral “estratégico” o el “combustible del futuro”.

De esta manera, para averiguar que ocurría en la cabeza de la gente cuando la extracción de minerales se presentaba asociada a determinados commodities mineros, repetimos la pregunta a los mismos grupos de población, aunque esta vez agregando de manera separada su grado de acuerdo o desacuerdo con respecto a la extracción de hierro, carbón, cobre, litio, plata y oro.

Como era de esperarse, la extracción de carbón, hierro y cobre generaron poca resistencia y conflicto entre la gente. Del grupo, el hierro fue el menos resistido. En el AMBA, el 67% estaba muy y bastante de acuerdo con su extracción, mientras que en las comunidades mineras el 64% manifestó igual opinión. Porcentajes similares, aunque en menor proporción, se mostraron en relación al carbón y el cobre. En promedio, en ambos universos de población, el 56% y el 52% se manifestaron “muy” y “bastante de acuerdo” con la extracción de carbón y cobre respectivamente.

Por su parte, la extracción de plata y oro generaron más recelo entre la población, aunque, para sorpresa nuestra, no mucho más de la que ofreció la extracción de litio, de lejos el que hoy más resistencia produce entre la gente. Efectivamente, la población del AMBA mostró su acuerdo (muy y bastante) a la extracción de plata y oro en un 57% y 53% respectivamente; mientras que en las comunidades mineras se mostraron a favor en un 47% y un 45%, respectivamente. Con respecto al litio, los números fueron sensiblemente más bajos en todos los lugares (mineros y no mineros). Un 35% de la población de Buenos Aires mostró su apoyo y solo un 28% de las poblaciones mineras dio su conformidad para la extracción de este mineral.

Como dijimos antes, una particularidad entre quienes dan su opinión sobre el litio es el evidente nivel de desconocimiento. Ciertamente, mientras que para el carbón, hierro, cobre, plata y oro, las respuestas de la gente con el clásico “no sabe, no contesta” alcanzan en promedio el 5%, para el caso del litio este porcentaje se cuadriplicó y llegó al 20%. La población en general y aquella relacionada directamente con la actividad extractiva, en comparación con otros minerales, sabe mucho menos del litio.

Entonces, la pregunta que surge es ¿cuál es la relación de esta falta de información con la baja aceptación de la extracción de litio que hoy prevalece en el país? Habría que analizar más en detalle esta relación, especialmente porque en los últimos dos años el litio ha sido quizás uno de los minerales sobre los que más información recibió la opinión pública. Gracias a notas aparecidas en diarios, revistas, radio e internet, se sabe que el litio está llamado a ser el astro de la energía en el siglo XXI. De manera que quizás lo que está ocurriendo es que la población sabe más de baterías, celulares, autos eléctricos, o mejor dicho, conoce algo del litio gracias a sus usos actuales y potenciales.

Con seguridad se sabe menos sobre su proceso productivo y mucho más sobre el hecho que se trata de la materia prima básica para las baterías recargables de las notebooks, los celulares o los autos eléctricos. Esto genera mucha especulación y es quizás lo que en buena medida hace posible ese proceso de “fetichización” a que hicimos referencia.

Para quienes están interesados en desarrollar su producción, parece entonces necesario comenzar a buscar alternativas innovadoras para comunicar más, mejor y de manera adecuada las características del proceso de exploración y producción de litio en el país. Para ello es quizás importante tener un mapa sobre el nivel de conocimiento y de percepciones en la población en general ya que lo que tenemos hasta hoy es muy preliminar aunque alarmanete. Lo contrario puede ser volver a caer en el riesgo de generar los mismos prejuicios y estereotipos que afectan a la producción de otros minerales. Pero también sin darnos cuenta fomentar falsos nacionalismos y localismos que, en los últimos meses, han comenzado a inundar cada vez más el discurso y contenido informativo en los medios y las redes sociales.

*Director Asociado.División de Energía, Recursos Naturales y Medio Ambiente. Poliarquia Consultores

 

 


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