Los estudios muestran que el proyecto podría reducir sensiblemente los costos de transporte en la región.
La integración en Sudamérica ya se está produciendo aseguró el presidente de Corporación América, Eduardo Eurnekian al ratificar la viabilidad de la construcción del Corredor Bioceánico Aconcagua. Estados Unidos construyó su primer tren transcontinental en 1860, ¿Por qué no podría hacerlo ahora Sudamérica?, se preguntó.
El Financial Times publicó una columna de John Paul Rathbone en la que Eurnekian asegura que lo más difícil es el financiamiento de la iniciativa, no la ingeniería.
El túnel, de una longitud de 52 kilómetros, unirá e incrementará la cantidad de enlaces de infraestructura planificados para el cruce del continente sudamericano, proyectos que reflejan el cambio en los patrones de comercio de la región del Atlántico al Pacífico afirma la publicación y recuerda que el consorcio autor del proyecto se integra también con Mitsubishi de Japón, Grupo Empresas Navieras de Chile y Geodata de Francia.
El directivo también destacó que de acuerdo a los estudios de factibilidad, en los que Corporación América ha invertido $25 millones, se estima que el proyecto podría reducir los costos de transporte entre Córdoba, Argentina y Manzanillo (el puerto mejicano más cercano con conexiones ferroviarias directas con el este de Estados Unidos) de $210 a $177 por tonelada de carga.
Vínculo interoceánico
El Corredor Bioceánico Aconcagua, que requerirá de una inversión de u$s 3.000 millones, es un vínculo ferroviario interoceánico que establecerá un nuevo nivel de integración física y comercial entre el Océano Pacífico y el Océano Atlántico. Propone una solución fundamental para el crecimiento de la región, con fuerte impacto en la expansión de las economías, de las naciones y el bienestar de sus habitantes.
La importancia estratégica de la cuenca del Pacífico en la economía mundial, vuelve urgente en América del Sur la necesidad de contar con una salida segura y confiable hacia ese océano. Hoy no hay una conexión física eficiente ya que la Cordillera de los Andes, con sus 7200 kilómetros de longitud y 4400 metros de altura promedio, actúa como barrera. La frontera común entre Chile y Argentina es de 5150km de Codillera y el 83% de la carga que circula entre ambas bandas del Cono Sur viaja por mar, utilizando rutas más largas y costosas.
El Paso Cristo Redentor no resulta una alternativa confiable. El clima de alta montaña obliga el cierre de entre 45 a 60 días por año entre mayo y octubre, lo que no permite optimizar la planificación logística y su capacidad vial está próxima a la saturación ya que la abrupta geografía no permite ampliaciones graduales.
Este corredor incluye un túnel de baja altura de 52 kilómetros, garantizando menores costos y tiempos y su operatividad durante todo el año.