Para los biocombustibles, el futuro no se parecerá mucho al pasado. Nos encaminamos, creen algunos, a una edad post-etanol.
Para los biocombustibles, el futuro no se parecerá mucho al pasado. Nos encaminamos, creen algunos, a una edad post-etanol.
Hoy, casi todos los combustibles líquidos que provienen de plantas son usados para producir etanol, que se mezcla con gasolina, o biodiésel. Pero las automotrices y otros actores se oponen a aumentar la cantidad de etanol en la gasolina, porque afirman que sería mejor para el medio ambiente y la economía si se producen motores más eficientes y se enfatizan los vehículos híbridos, eléctricos y de gas natural. También hay detractores que señalan que fabricar biocombustibles a partir de plantas comestibles —la mayor parte del etanol proviene del maíz o la caña de azúcar— supone un mal uso de la tierra agrícola y los cultivos que se necesitan para alimentar a poblaciones cada vez más numerosas.
Ahora los expertos en energía ven un rol creciente para nuevos biocombustibles que usan material de plantas no comestibles y que son hidrocarburos, como los combustibles de petróleo, por lo que no requieren una infraestructura distinta.
No es probable que esa promesa se convierta en realidad a corto plazo. Hace falta más inversión para ajustar y darle escala a la tecnología. Pero este es el panorama para los biocombustibles actuales y los más avanzados:
Etanol
El etanol nos acompañará por mucho tiempo. La Agencia Internacional de Energía afirma que para 2035, el consumo mundial de biocombustibles —mayormente etanol y biodiésel— podría aumentar al equivalente de 4.5 millones de barriles diarios de petróleo, desde 1.3 millones, o 2% del total de combustibles de transporte, en 2010.
El etanol producido en Brasil con caña de azúcar representará gran parte del crecimiento proyectado. El de caña de azúcar tiene un mayor contenido energético que el etanol a base de maíz, y el cultivo no necesita irrigación ni tiene consecuencias dañinas para la tierra. Además, la mayoría de los autos en Brasil usan gasolina o 100% etanol.
En medio de la presión creciente para fabricar menos etanol a base de cultivos comestibles, algunos depositaron sus esperanzas en materiales provenientes de plantas no comestibles. Se prevé que esos combustibles representen apenas 18% de la producción total de biocombustible en 2035, y eso será así si más países fijan impuestos sobre las emisiones de carbono y los gobiernos impulsan los índices de mezclas de etanol.
Celulósicos avanzados
La respuesta, creen algunos, es encontrar formas menos costosas de producir combustibles celulósicos (basados en fuentes no comestibles).
Un método que están probando varias empresas es un proceso termoquímico que convierte materiales de planta directamente en gas o biopetróleo sintético.
Por ejemplo, KIOR Inc., respaldada por Khosla Ventures, está enviando desde Mississippi, EE.UU., pequeñas cantidades de combustibles renovables a base de biomasa de madera de pino. La empresa usa un proceso basado en fractura catalítica de fluidos, muy usado por las refinerías petroleras, que produce gasolina y diésel que pueden usarse como mezclas en infraestructura ya existente.
Algas
Las microalgas tienen un gran atractivo como fuente de combustible renovable porque, a diferencia de los cultivos, pueden cosecharse en tierras que no sirven para otro propósito, como el desierto, y producen altos retornos. Pero pese a un fuerte gasto por parte de gobiernos, inversionistas y grandes petroleras, expertos afirman que el potencial de las algas quizás no se concrete antes de mediados de siglo.
Empresas como Solazyme Inc y Sapphire Energy Inc. han logrado producir crudo a partir de microalgas pero aún tienen que reducir los costos o llevar la producción a una escala que pueda competir con los combustibles a base de crudo.
Fuente: Wall Street Journal Americas