El director general de Pemex, Emilio Lozoya, criticó ayer la retribución del presidente de Repsol, Antonio Brufau. Según primer ejecutivo de la petrolera estatal mexicana, que controla un 9,3% del capital del grupo español, el sueldo de Brufau no se corresponde con la retribución que la compañía ha ofrecido a sus accionistas a lo largo de los últimos años.
El director general de Pemex, Emilio Lozoya, criticó ayer la retribución del presidente de Repsol, Antonio Brufau. Según primer ejecutivo de la petrolera estatal mexicana, que controla un 9,3% del capital del grupo español, el sueldo de Brufau no se corresponde con la retribución que la compañía ha ofrecido a sus accionistas a lo largo de los últimos años. “¿Cuál ha sido la compensación de la administración? Ocho millones de dólares anuales teniendo resultados significativamente menores que el resto de sus competidores”, dijo Lozoya en una comparecencia ante legisladores, informa Reuters.
Lozoya dijo que Pemex quiere que la situación en Repsol cambie, al responder a la pregunta de un legislador sobre qué quiere hacer la empresa con su paquete en la firma española. “Desde que la administración actual de Repsol ha tomado las riendas de la empresa, el retorno de la acción ha sido de cero, mientras que para un promedio de las empresas europeas de exploración y producción ha sido de 87%”, dijo. Sergio Massa, principal rival político de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, eludió ayer concretar qué medidas adoptaría para que Argentina y Repsol firmen la paz en la batalla por la expropiación de YPF. Massa, uno de los políticos con posibilidades de alcanzar la presidencia de Argentina en las próximas elecciones, dentro de dos años, se limitó a pedir “diálogo” para resolver las diferencias. Massa ha sido uno de los políticos argentinos a los que, en los últimos meses, más se ha acercado Repsol, en su intento de ganar aliados contra el Gobierno de Kirchner. Repsol reclama una indemnización millonaria por la expropiación de su exfilial YPF.
Vuelve la marejada a Repsol. Ahora es la firma mexicana Pemex, uno de los socios tradicionales de la petrolera española, la que ha tomado el papel protagonista. La empresa no está satisfecha con la gestión llevada a cabo por el equipo presidido por Antonio Brufau y, en especial, con la negativa a aceptar un acuerdo con YPF sobre el yacimiento de Vaca Muerta (Argentina), donde la petrolera mexicana quiere invertir. El primer ejecutivo de Pemex, Emilio Lozoya, airea sus críticas a la española y, según fuentes consultadas, sondea las posibilidades de sustituir a Brufau.
Las relaciones entre Lozoya y Brufau han sido manifiestamente mejorables desde el principio, pero fueron a peor tras las declaraciones del primero a Bloomberg, a principios de mes, en las que descalificaba a Brufau y al equipo gestor de Repsol. “Nosotros esperábamos obtener más ganancias de nuestra participación en Repsol”, decía. Posteriormente, se produjeron una serie de hechos que alarmaron en el cuartel general de la firma española y que, según fuentes financieras, responderían a una maniobra para sondear a los accionistas de Repsol para una posterior actuación contra Brufau.
A eso podría responder la contratación de los servicios del despacho de abogados Cuatrecasas y del banco Crédit Agrícole. Las dos instituciones y Lozoya mantuvieron una reunión con una agencia especializada en aglutinar votos de inversores institucionales a la que asistieron también el único consejero de la compañía en Repsol, Arturo Henríquez, y el director en España, José Manuel Carrera Panizzo, en Houston (Texas, EE UU) hace unas semanas, según informó este lunesEl Confidencial, que señalaba que el objetivo del grupo mexicano es buscar apoyo de otros accionistas para convocar una junta extraordinaria en la que destituir a Brufau.
Aunque el portavoz de Pemex, Ignacio Durán, asegura que “a Pemex no le interesa ampliar su participación en Repsol ni piensa proponer una junta extraordinaria”, insiste en arremeter contra la gestión de la compañía española: “[Pemex] no va a comprar más porque es un pésimo negocio, Pemex no está contenta con la inversión”.
Hace dos años la petrolera mexicana justificaba su inversión en Repsol en la “necesidad crítica de Pemex de desarrollar la pericia tecnológica, conocimientos y experiencia en la perforación en aguas profundas” y que esperaba “capturar beneficios concretos” con su inversión, pero ahora se muestra decepcionada con los resultados.
Durán explicó a EL PAÍS que la petrolera mexicana no busca invertir más, y menos en medio de un contexto en el que Pemex ha tenido pérdidas en los últimos nueves meses por 7.121 millones de dólares. Según esta fuente, la empresa está mucho más pendiente y preocupada por la reforma energética cuya discusión está a punto de comenzar en el Congreso mexicano. Esta reforma busca abrir a la petrolera estatal mexicana a la inversión privada.
Pemex adquirió el compromiso por escrito con Repsol de no aumentar su participación más del 10%. Y en cuanto a la posibilidad de encauzar la entrada de un gran inversor internacional, como Carlos Slim, según publicaba ayer Abc, ambas partes lo negaron rotundamente. Pemex hizo pública una carta dirigida al diario español en la que aseguraba que “Pemex no ha mantenido negociaciones con Carlos Slim ni con ningún otro empresario o institución para buscar inversores afines en Repsol ni tampoco planea presentar en su Consejo de Administración un acuerdo al respecto”. La petrolera mexicana va más allá y señala que “este tipo de información falsa, que malinforma a la opinión pública y genera confusión en el sector empresarial con propósitos poco claros, en nada contribuye a la buena relación que prevalece entre México y España”.
Slim, además, mantiene muy buenas relaciones con Isidro Fainé, presidente de CaixaBank, accionista de referencia de Repsol, y su apoyo a la operación provocaría, sin duda, un maremoto de consecuencias imprevisibles. Fruto de esas relaciones Slim entró en el capital de CaixaBank y La Caixa compró el 15% del Inbursa, que posteriormente ha reducido al 10%.
Para convocar una junta extraordinaria, es preciso un 5% del capital, nivel que Pemex sobrepasa. Pero según algunas fuentes nunca lo haría si no recibe el visto bueno del Gobierno español. Fuentes del entorno del Ejecutivo de Mariano Rajoy han subrayado que no han recibido ninguna notificación y que Repsol es un grupo privado y que no quiere inmiscuirse en cuestiones de empresas privadas. Además, el Gobierno mexicano y Pemex saben que no sería bien vista una actuación que no tuviera el acuerdo del resto del núcleo duro de accionistas.
En todo caso, para cualquier decisión como la de cambiar al presidente, Pemex necesitaría superar el 50% de la junta, tarea que se antoja extremadamente difícil. Los otros accionistas importantes son Caixabank (12%), Sacyr (9,5%) y el fondo soberano de Singapur Temasek (6,3%) y ninguno de los tres ha recibido ninguna noticia al respecto. Y tampoco ninguno parece proclive a apoyar cualquier intento de Pemex en ese sentido. Temasek mantiene muy estrechas relaciones con Brufau, quien fue el que negoció su entrada con la venta de la autocartera que había adquirido de Sacyr, y esta empresa y Caixabank lo que buscan es la estabilidad en el grupo y las pretensiones de Pemex van por camino contrario.
Por tanto, Pemex tendría que contar con una parte importante del 63% restante de acciones que se reparte en el mercado, con fuerte presencia de fondos de inversión internacionales. En la junta de 2011, el 84% votó la reelección de Brufau, el 12%, en contra, y el 4% se abstuvo. En la última junta, el pasado 31 de mayo, el 99,7% aprobó su gestión.
Aunque Pemex también votó a favor, la mexicana ha puesto la gestión de Brufau en solfa en diversas ocasiones. Se reflejó por primera vez cuando el grupo mexicano alcanzó un acuerdo con Sacyr (entonces presidida por Luis del Rivero, a la sazón vicepresidentes de Repsol) para hacerse fuertes en Repsol y descabalgar al ejecutivo catalán de la presidencia. Brufau, con el apoyo de La Caixa, logró que no prosperara la andanada. Del Rivero, posteriormente, fue abandonado por sus socios de Sacyr y Pemex firmó un acuerdo de no beligerancia en el que se comprometía a no elevar su participación del 10%.
En esa etapa no estaba Lozoya al frente de Pemex ni Henríquez en el consejo de Repsol. Sin embargo, meses después, en medio del conflicto de Repsol con el Gobierno de Argentina por la expropiación de YPF, Pemex volvió a ser protagonista al convertirse en intermediario de la compañía argentina. Lozoya, que había criticado la gestión de Brufau, fue el portador de la propuesta de armisticio que hacía Miguel Galuccio, presidente de YPF.
La firma argentina ofrecía una compensación de 5.000 millones de dólares (unos 3.500 millones de euros). Consistía en la creación de una sociedad con activos del yacimiento de Vaca Muerta en la que YPF tendría el 51%, Repsol el 47% y Pemex el 2%. Los 5.000 millones provenían de un bono de 1.500 millones, que Repsol tendría que invertir en el yacimiento, activos sin explorar a razón de 43.000 dólares el acre.
El consejo de Repsol, incluido el representante de Pemex, rechazó por unanimidad la propuesta que consideraba casi como un insulto. Repsol exigía (y exige) 10.000 millones de dólares (unos 7.000 millones de euros) como compensación para restituir “el expolio” del 51% de YPF.
Petróleos Mexicanos (Pemex) quiere hacer valer el poder que le confiere ser el tercer mayor accionista de Repsol y, tangencialmente, el hecho de que en el naval gallego (con el Gobierno de Galicia y Moncloa, por extensión) estén con el ojo puesto en los dos floteles por los que esperan los astilleros Hijos de J. Barreras y Navantia desde hace año y medio. El gigante mexicano quiere que el presidente de la mayor petrolera española, Antonio Brufau, deje la compañía antes de final de año, y para ello debe contar con el apoyo directo de CaixaBank y el plácet del presidente Mariano Rajoy. Sin un cambio en la presidencia ejecutiva de Repsol no se va a desbloquear el contrato que la filial PMI firmó con los astilleros, de acuerdo a la opinión del sector.
La entidad que preside Isidro Fainé es la máxima accionista de la petrolera, aunque deberá reducir su participación por debajo del 10% para cumplir con la nueva directiva bancaria europea. Según fuentes del mercado, Pemex pretende que CaixaBank suscriba o se abstenga en su petición de convocar una junta extraordinaria de accionistas para antes de que termine este año y forzar la salida de Brufau, como recogió ayer también el digital El Confidencial. Según este medio Pemex trabaja con abogados, banca de inversión y una agencia de captación de accionistas para derrocar al presidente de la compañía española. Algunas fuentes dan por hecho que ya existe un acuedo con Brufau para su salida.
El consejo de administración de Repsol se reúne la semana próxima en sesión ordinaria, y el de Pemex hará lo propio el martes día 26. Será entonces cuando la firma azteca pueda calibrar si su pulso a Brufau y al propio Rajoy ha dado sus frutos. Por lo pronto en la compañía que preside Emilio Lozoya no parece haber apuro en formalizar la adjudicación de los floteles, prevista entre otras fechas para el 29 de noviembre, el 6 de diciembre y, al cierre de esta edición, sin fecha definitiva.
Conflicto permanente
El presidente de Pemex ha arremetido en público y en privado contra las negociaciones que Brufau ha hecho con YPF después de que Cristina Kirchner hubiese expropiado la filial de Repsol hace más de un año. "Nosotros esperábamos obtener más ganancias de nuestra participación en Repsol", exhortó Lozoya el pasado 5 de noviembre. En Pemex apuestan por la negociación para aprovechar el inmenso yacimiento de Vaca Muerta en Argentina, mientras que Repsol ha optado por tensar la vía judicial tras llevar a las cortes el acuerdo entre YPF y Chevron para, precisamente, explotar el mayor descubrimiento que hizo Repsol. Fuentes del sector explicaron a FARO que Kirchner no se va a echar atrás y "es más que improbable que paguen algo por YPF", de ahí que los mexicanos prefieran la negociación. El hecho de que la presidenta haya elevado a ministro de Economía al artífice de la expropiación, Axel Kicillof, es otro factor importante. "Quizás Brufau no está tan interesado en explorar zonas como Campeche en México, como sí quiere Pemex", explican las mismas fuentes.
Rajoy y Fainé
El papel de Rajoy y Fainé es distinto pero complementario. Repsol es una compañía estratégica para el Ejecutivo, como quedó de manifiesto cuando Argentina expropió YPF, y podría convertirse en otra Endesa (ahora en manos de la italiana Enel) si el capital extranjero toma el control (un portavoz del multimillonario Carlos Slim negó que negociase con Pemex para hacerse con otro 10% de Repsol, como publicó ayer ABC). Pemex, por su parte, no ha vacilado a la hora de amenazar con vender la mitad de su participación en Repsol, lo que volvería aún más inestable su reparto accionarial. Además el contrato de los floteles es una cuestión más que política en Galicia y fue una promesa electoral de Alberto Núñez Feijóo que todavía no se ha cristalizado. Fainé, por su parte, puede decantar la balanza y está pendiente de la adjudicación de NCG Banco.