Quiere desmantelar la compra de bonos sin espantar a los mercados.
La Reserva Federal de Estados Unidos, consciente de la persistente fragilidad de la economía del país, pasa apuros para diseñar una estrategia que impida una nueva ola de turbulencias en los mercados cuando empiece a reducir su programa de compra de bonos por US$85.000 millones mensuales en los próximos meses.
Durante meses, los responsables de la Fed han estado debatiendo cuál es el momento adecuado para empezar a reducir sus compras de bonos y quedaron estupefactos a mediados de año, cuando sus deliberaciones y pronunciamientos públicos estremecieron los mercados, elevando las tasas de interés de largo plazo y los precios de las acciones y socavando la recuperación del sector inmobiliario.
Las minutas de la reunión, que fueron divulgadas el miércoles, mostraron que el banco central sigue tratando de poner fin al programa de estímulo monetario "en los meses siguientes". Los economistas de la entidad, sin embargo, pasaron horas tratando de hallar una forma de abordar los acontecimientos imprevistos, ajustando su mensaje al público para que atenúe el impacto del fin de estas políticas en la economía.
La reacción del mercado estuvo marcada nuevamente por la decepción. El Promedio Industrial Dow Jones cayó 66,21 puntos, 0,4% para ubicarse en 15.900,82 unidades. Las acciones cruzaron la barrera de los 16.000 puntos, por segunda vez durante esta semana, antes de caer después de que se divulgaran las minutas de la reunión de política del banco central correspondiente al 29 y 30 de octubre.
El mercado de renta fija también acusó el golpe. Los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 años subieron hasta quedar en 2,795%, el nivel más alto de los últimos dos meses.
La próxima reunión de política de la Fed tendrá lugar el 17 y 18 de diciembre. La decisión sobre si llegó el momento de empezar a reducir la compra de bonos dependerá en buena parte de la fortaleza o debilidad de las cifras económicas que serán publicadas en las próximas semanas.
La Fed anticipa el siguiente escenario: la economía estadounidense repuntará lo suficiente en los próximos meses para justificar una disminución de la compra de bonos, en marcha desde el año pasado y que ha elevado la cartera de bonos del banco central a unos US$3,5 billones (millones de millones). Una vez que el programa llegue a su fin, el organismo seguirá manteniendo las tasas de corto plazo en casi cero mientras el desempleo, que el mes pasado alcanzó 7,3%, cae lentamente durante los próximos dos años.
El presidente de la Fed, Ben Bernanke, ha comparado reiteradamente los programas de compras de bonos a un cohete que se desacopla y se desecha después de proveer el impulso inicial para el despegue de la economía.
Algunos datos recientes sugieren que la economía podría estar siguiendo el libreto de la Fed. El Departamento de Comercio informó ayer que las ventas minoristas superaron las expectativas en octubre, pese a los conflictos acerca de la política fiscal en Washington. La contratación de personal de las empresas, asimismo, fue sorprendentemente robusta en octubre.
"Hay algunas señales incipientes de que la economía podría estar mejor", dijo el miércoles William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York, quien citó el repunte en el empleo y un crecimiento de 2,8% en el tercer trimestre.
De todas maneras, abunda la incertidumbre. Uno de los imponderables es si la inflación seguirá descendiendo. El Departamento del Trabajo reveló el miércoles que los precios al consumidor bajaron en octubre, lo que se atribuyó principalmente a una caída en los precios del petróleo, y acumulan en octubre un alza interanual de apenas 1%. Se trata de la menor inflación en 12 meses registrada desde 2009, cuando el colapso de la economía global derrumbó los precios de las materias primas.
Un escenario al cual la Fed le está prestando mayor atención es uno donde no hay una mejora del empleo y los programas de compra de bonos dejan de surtir efecto. En ese caso, la Fed reemplazará la compra de bonos con algún otro estímulo monetario como la promesa de mantener bajas las tasas de interés durante un lapso muy prolongado.