Desde una galería del primer piso llamó a “seguir profundizando el modelo”, que identificó con la inclusión social, y sin hacer alusión a los problemas de la economía, destacó logros de su gobierno, como hizo durante la campaña y siempre fue base de sus discursos, y aseguró que la desocupación volvió a descender a 6,8 por ciento.
En medio de un gran operativo preparado para recibirla, que colmó de militantes y simpatizantes todos los patios internos,Cristina Kirchner volvió ayer a la Casa Rosada luego de 47 días, para tomarle juramento a sus tres nuevos ministros. Pese a los cambios de Gabinete, sumados a la explosiva salida anunciada para el 2 de diciembre del supersecretario Guillermo Moreno, la “nueva Cristina” que vuelve de su operación, y tras semanas de reflexión en Olivos, se mostró fiel a sí misma. Desde una galería del primer piso llamó a “seguir profundizando el modelo”, que identificó con la inclusión social, y sin hacer alusión a los problemas de la economía, destacó logros de su gobierno, como hizo durante la campaña y siempre fue base de sus discursos, y aseguró que la desocupación volvió a descender a 6,8 por ciento.
La Presidenta llegó a las 18.35 y algo pasadas las siete empezó en el Salón Blanco, atestado de funcionarios, familiares e invitados, la jura de sus nuevos ministros: Jorge Capitanich, jefe de Gabinete; Axel Kicillof, en Economía, y Carlos Casamiquela en Agricultura. El primero lo hizo “por Dios y por la Patria”, y los dos últimos, “por la Patria”. Como es de rigor, el escribano de gobierno Natalio Echegaray leyó las actas correspondientes y se dio también lectura a los decretos de nombramiento. En el acto estuvieron todos los ministros y gobernadores aliados. De los funcionarios salientes, estuvo el ex jefe de Gabinete, Juan Abal Medina, y no Moreno.
Tras la jura, Cristina no tardó en salir a la galería que mira al Patio de las Palmeras, donde ya se le había dispuesto un micrófono. Habló veintidós minutos, en los que ratificó el rumbo de su gobierno sin hacer mención de la derrota electoral del 27 de octubre, que inició la cuenta regresiva de su gestión hacia la entrega del poder en 2015.
La Presidenta aseguró que a raíz de la experiencia que atravesó -su episodio de salud- “comenzás a mirar las cosas de otra manera”. En el más conciliador de sus párrafos, instó a que “los argentinos unamos esfuerzos”, llamó a “dejar de lado los agravios” y afirmó estar dispuesta a “escuchar todas las ideas”. En este punto reconoció que la Asignación Universal por Hijo no fue un proyecto propio aunque destacó que su gobierno encontró la manera de financiarlo.
También e ncomió la nacionalización de YPF y aseguró que “la meta es recuperar la soberanía energética” que, no lo dijo, se perdió en la década kirchnerista pasando de tener saldos exportables antes de 2003 a una cuenta por importaciones de energía que este año alcanzaría los US$ 13 mil millones. Con este objetivo avaló tácitamente los acuerdos con Chevron y con las grandes transnacionales del rubro, al afirmar que “no tengo prejuicios, nos vamos a asociar con quien tengamos que hacerlo. No tengo anteojeras, esto demanda capitales intensivos”. Los jóvenes que cantaban “por la liberación” aplaudieron efusivamente esta definición pragmática y ortodoxa.
Cristina siguió luego con la “tournée” por cuatro patios de la Rosada que le armó el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Fue el turno de la Galería de los Patriotas, espacio cerrado, donde los cantos de las agrupaciones K se sentían mucho más todavía. Siempre ubicada en el primer piso, la acompañaron Parrilli, Capitanich ya estrenando el cargo, y el ultracristinismo con los funcionarios de La Cámpora y el diputado Carlos Kunkel. Como antes no pasaba, la seguía de muy cerca también en toda la recorrida el doctor Marcelo Ballesteros, de la Unidad Médica Presidencial.
Cristina elogió allí la gestión de Mariano Recalde (a quien tenía a unos pasos) en Aerolíneas. “La recibimos despedazada y hoy nuestra propia competencia nos felicita por su funcionamiento”, aseguró. Dijo que lo mismo será con los ferrocarriles: “Hemos hecho la inversión más grande cuando dispuse destinar cientos de millones de dólares para renovar todos los trenes urbanos”. Y aseguró que “vamos a ir por los trenes de carga para darle competitividad a la economía”. Las últimas escalas del “calor popular” tuvieron lugar en los patios del Aljibe, y en el Malvinas Argentinas.
La presidente Cristina Fernández volvió a ofrecer un discurso este miércoles -de 20 minutos-, luego de la operación a la que fue sometida el pasado 8 de octubre. La mandataria habló desde uno de los balcones del Patio de las Banderas, en la Casa Rosada -tras la jura de los nuevos ministros-, ante un nutrido número de militantes. Allí aprovechó para defender el acuerdo con la petrolera Chevron para la explotación del yacimiento de Vaca Muerta, en Neuquén.
"La empresa que más ganancias dio es YPF y no porque es una petrolera, sino porque está reinvirtiendo todo lo que gana. Vamos a recuperar la soberanía energética, porque para eso recuperamos YPF. Y nos vamos a asociar con quien tengamos que asociarnos. No tengo anteojeras, sabemos que esto demanda capitales intensivos que o no están en la Argentina o quienes los tienen los guardan en otro lugar", afirmó.
La jefa de Estado volvió a recordar que lucha por "la soberanía nacional" y que seguirá avanzando en la "profundización del modelo" para que cada vez "haya más argentinos incluidos".
En ese sentido, citó los últimos datos de desocupación, que anunció este miércoles el Indec, donde cayó el desempleo al 6,8 por ciento, "la más baja de toda la serie histórica de los terceros trimestres", destacó.
Cristina contó la anécdota que vivió una abogada de Rosario, llamada María de las Mercedes Beltrán, quien en una carta le relato que había ido a comprar una heladera y que al pedirla requirió que sea de industria nacional.
"Tenemos que seguir profundizando este resurgimiento de la producción nacional. Hay que seguir profundizando el modelo para que nunca más nadie pueda poder arrebatarnos lo que nos corresponde por derecho a todos los argentinos", dijo.
Pidió, además, que los "argentinos unamos esfuerzos" y "dejamos de lado los agravios" para "empezar a discutir ideas, programas".
"Que nos traigan las mejores porque no somos cerrados", sostuvo.
Minutos después de terminar su discurso, la Presidente volvió a tomar el micrófono y destacó entre otras medidas que sostienen la recuperación de la soberanía nacional la reestatización de Aerolíneas Argentinas y la inversión en la renovación de los ferrocarriles, "la mayor de los últimos 50 años".
De regreso, con el luto menguado y un staff que refleja un giro pragmático,Cristina de Kirchner voceó ayer el mandamiento de los días por venir: archivó el"vamos por todo" que orientó sus pasos después del 54% para transitar la más modesta temporada del "vamos por más".
El 27 de febrero de 2012, en Rosario, la Presidente le susurró a la tribuna juvenil -mientras hablaba la intedenta Mónica Fein- la frase "vamos por todo". La balbuceó, sin audio, dos veces mientras invitaba a los militantes a que le lean los labios.
Ayer, después de tomarles juramento a Jorge Capitanich, Axel Kicillof y Carlos Casamiquela, la Presidente tuvo su miniplaza de Mayo en el Palacio de las Palmeras de Casa Rosada y, desde el entrepiso, retocó su hoja de ruta hacia el "vamos por más". Como en Rosario un año y 9 meses atrás, la tropa joven fue la destinataria de la proclama.
La mutación del "vamos por todo" al "vamos por más" excede la semántica política. La Cristina retornada parece haber perdido el pudor por corregirse a sí misma. Un dato sintomático: el lunes, de un plumazo, desplazó a los únicos tres ministros que nombró a fines de 2011 para iniciar su segundo mandato.
Juan Manuel Abal Medina, Hernán Lorenzino y Norberto Yauhar fueron los tres nombres que la Presidente designó al calor del 54%. Son, paradójicamente, los tres que desplazó 96 horas atrás. Traducción: la Presidente desandó el esquema que armó para otro tiempo político y simbólicamente degolló al elenco del "vamos por todo".
La salida de Guillermo Moreno -ausente en la jura- moldeó el otro rasgo de los retoques del gabinete. La entronización de Jorge Capitanich cabalga sobre la impronta ejecutiva del chaqueño y certifica un rasgo político, pero encaja en el carácter de una tanda de cambios esencialmente enfocados en la cuestión económica.
Sablazos
La sospecha de un segundo sablazo agita la sístole y diástole de los ministros. El secretismo con que operó el gabinete justifica el pánico. El lunes el mediodía, Abal Medina llegó a Olivos listo para programar la fiesta del regreso.
Cristina lo saludó fresca y sonriente.
-Juan Manuel, vos sabés que te quiero mucho y que Néstor te quería mucho, pero necesito la Jefatura de Gabinete para Capitanich".
-Por supuesto -balbuceó Abal Medina.
Al atardecer, en Chaco, Capitanich -que recibió la oferta el martes anterior- se enteró de que Axel Kicillof sería el futuro ministro de Economía y lo telefoneó para felicitarlo.
El mecanismo de la reserva y de la toma de decisiones en la intimidad sigue, hasta ahora, intacto.
Ayer, entre los aplausos de la jura, abrumaron los rumores. En una especie de caza de brujas genérica se habló de cambios múltiples. Se susurró que Ricardo Echegaray, titular de la AFIP, deslizó que no está dispuesto a someterse al mando unívoco de Kicillof, pero que aceptaría que el organismo recaudador se incorpore a la Jefatura de Gabinete.
En Cancillería se aceleró mágicamente la confección de ternas para ocupar butacas diplomáticas libres. El salto de Augusto Costa a la Secretaría de Comercio desintegra el bloque económico del Palacio San Martín -perforado luego de la salida de Cecilia Nahón- y ramificó la intriga.
La vacante que dejará Juan Manzur en Salud es el insumo básico del temor a otro lapicerazo de la Presidente. Sólo el universo pingüino parece a salvo: al margen del antiguo rumor que indica a Andrés "Cuervo" Larroquecomo sucesor de Alicia Kirchner en Desarrollo Social, no hubo murmullos sobre Carlos Zannini, Julio De Vido y la cuñada presidencial. Son, en la mitología K, las tres vacas sagradas del sur.
Diálogo
En un déjà vu de la derrota de 2009, Cristina remixó otro elemento: como ocurrió luego de aquel derrape electoral, volvió a convocar al diálogo. Se declaró "dispuesta" a "escuchar todas las ideas", aunque pidió que expliquen "cómo se instrumentan. "Que nos traigan las mejores (ideas), que estamos dispuestos a escucharlas, porque no somos cerrados", prometió Cristina.
Citó, aperturista, un ejemplo puntual. Admitió por primera vez que la Asignación Universal por Hijo (AUH) fue un proyecto de la CTA de Víctor De Gennaro y Elisa Carrió, aunque no citó a la central obrera ni a la dirigente.
El primer episodio político de Capitanich como jefe de Gabinete será transformar esa parrafada de Cristina en hechos. En estas horas, el chaqueño convocará a todos los gobernadores, no sólo los peronistas, a una ronda de reuniones como indicio de que aporta, al menos, otros modos.
Damos aquí los principales párrafos de los dos discursos de ayer de Cristina de Kirchner en Casa de Gobierno:
Con la jura de sus nuevos ministros y la mira puesta en la política económica,Cristina Kirchner resaltó ayer que en la última etapa de su gobierno profundizará los ejes centrales del modelo, puso el eje en la soberanía energética y la reindustrialización, pidió diálogo entre los sindicatos y los empresarios y se recostó en la militancia, que le dio la bienvenida con una Casa Rosada colmada como no se había visto antes.
Los cuatro patios internos de Balcarce 50 rebasaban de seguidores. Hacia ellos fue la Presidenta apenas terminó de tomarles juramento a sus tres flamantes funcionarios, que asumieron ayer con el mandato de resolver dos temas urgentes: la inflación y la fuga de dólares. La ceremonia central fue en el Salón Blanco, con una Cristina que reapareció otra vez con un luto moderado.
El primero en asumir fue el nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que tomó licencia como gobernador de Chaco cuando la jefa del Estado lo convocó casi de urgencia para apuntalar la última etapa del gobierno en momentos en que la salud presidencial le jugó una mala pasada y la obligó a una licencia de 45 días y un regreso paulatino al día a día de la gestión.
Después le tocó el turno al ministro de Economía, Axel Kicillof , que juró sólo por la patria. Fue, sin dudas, el más ovacionado de la tarde. Como hizo con Capitanich, también hubo un gesto de cariño de Cristina hacia el joven cercano a La Cámpora que logró llegar al Palacio de Hacienda sin la sombra de Guillermo Moreno . El secretario de Comercio fue, sin dudas, el gran ausente de la tarde tras su sorpresiva salida. El último en jurar fue el nuevo ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, que sorprendió por su alto perfil. Ayer se dedicó a hacer todo tipo de declaraciones y aceptó cuanta entrevista le pidieron.
Como si el cambio de gabinete fuera consecuencia del inicio de una nueva gestión, toda la Casa Rosada vivió con clima de fiesta la jura de ministros. El regreso de la Presidenta a Balcarce 50 tras su larga licencia médica fue la excusa perfecta que convirtió un momento complejo del Gobierno tras la derrota electoral en un relanzamiento de la gestión.
Todas las agrupaciones kirchneristas aportaron militantes y las puertas de la Casa Rosada se abrieron para recibirlas. Como estaba previsto, Cristina no los defraudó, se acercó a hablarles para delinear el eje de la política que vendrá.
"Hay que seguir profundizando el modelo para que cada vez haya más argentinos incluidos y para que nunca más nadie pueda volver a arrebatarnos lo que nos corresponde", prometió, para delirio de la militancia. La mayor parte se ubicó en el Patio de las Palmeras, a metros del ingreso a la Casa Rosada. La Presidenta habló desde uno de los balcones, custodiada de cerca por el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y un grupo de jóvenes sub 20 con remeras de la agrupación Unidos y Organización de colegios secundarios que se llevaron el lugar más preciado: detrás de Cristina. A su lado daba vueltas Capitanich, su nuevo hombre fuerte en su equipo de colaboradores. Para entonces, Kicillof ya se había cruzado a su despacho. Como custodios, la rodeaban el diputado Carlos Kunkel; el líder de La Cámpora, Andrés "Cuervo" Larroque, y el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde.
En su primer discurso político tras el regreso, la Presidenta puso el eje en la industria, una de las áreas que podrían ser jerarquizadas a partir de la nueva gestión. "Tenemos que seguir profundizando y mejorando el aparato productivo nacional", reclamó, y apuntó a un acuerdo entre empresarios y sindicatos. "Quiero que unamos esfuerzos, que los trabajadores y los empresarios que han logrado mejores rentabilidades aprendamos el ejemplo de esta YPF recuperada", sostuvo.
Ése fue el segundo eje en el mensaje de regreso: reclamar mayor inversión como "la única manera de profundizar el proceso de industrialización". Fue entonces cuando se metió nuevamente en la coyuntura y defendió el acuerdo que la compañía estatizada firmó con la petrolera norteamericana Chevron. "Nos vamos a asociar en las condiciones más favorables para nuestro país donde tengamos que asociarnos", desafió, después de las críticas que despertó ese pacto en la oposición. "Yo no tengo anteojeras y sabemos que esto demanda capitales intensivos que o no están en la Argentina o los que los tienen, los tienen en algún otro lugar y no los quieren poner acá", azuzó.
Dejando claro hacia dónde intentará redireccionar su mandato, insistió en la necesidad de sumar inversiones. "Hemos terminado con el peso histórico de la deuda. Ahora tenemos que desarrollar una industria nacional competitiva en calidad y en precios", prometió.
No dejó a nadie con las ganas de verla. Se fue para un segundo patio, el de los Patriotas, para defender la gestión de Aerolíneas Argentinas y destacar las inversiones en el transporte ferroviario. Para entonces, su voz casi no se escuchaba por los cantos de los militantes. Siguió camino a los otros dos espacios que se habían reservado para sus seguidores. A todos les dijo lo mismo: "¡Cuántos los extrañé!".
Los médicos presidenciales, al mando de Marcelo Ballesteros, siguieron ayer a Cristina Kirchner en cada uno de sus desplazamientos por la Casa Rosada. Cargaban dos pesadas valijas negras con todo lo necesario para cualquier urgencia. La humedad del día y el calor obligaron, incluso, al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, a reforzar los equipos de aire acondicionado portátiles que se colocaron en los salones para evitar sobresaltos en la salud en el regreso oficial de Cristina a la gestión.
La presidenta Cristina Fernández ratificó ayer que la petrolera nacional YPF se va a asociar con quien tenga que asociarse, y en las condiciones más favorables para el país, para lograr la meta del autoabastecimiento energético.
"La meta es recuperar la soberanía energética porque para eso recuperamos YPF. Y porque no tenemos prejuicios, nos vamos a asociar -en las condiciones más favorables para nuestro país- con quien tengamos que asociarnos", aseveró Cristina anoche tras tomar juramento a sus nuevos ministros.
La Presidenta formuló estos dichos al saludar a los militantes que la esperaban en el Patio de las Palmeras de Casa de Gobierno, luego de los 47 días de ausencia por el obligado reposo médico tras la intervención quirúrgica.
Ayer, por primera vez en un acto oficial, Cristina vistió de medio luto, con una pollera negra estampada en flores plateadas, luego de sorprender el lunes en un video luciendo una camisa blanca. De esta forma, rompió con tres años de vestir de estricto luto tras la muerte de su esposo, Néstor Kirchner.
Aprender de YPF
La petrolera nacional ya firmó un primer acuerdo con la estadounidense Chevron, que contempla una inversión inicial en el yacimiento de Vaca Muerta de 1.240 millones de dólares.
A esto sumó otro convenio con la firma química Dow Chemical para el desarrollo de gas no convencional en la cuenca neuquina. A comienzos de noviembre, se informó de otro acuerdo con Petrolera Pampa para la explotación de gas, por el que se prevé invertir 150 millones de dólares.
La mandataria aseguró que desde su nacionalización, la empresa que más ganancias dio en el país fue YPF. "Dio más ganancias porque está reinvirtiendo todo lo que gana en mayor inversión, que es la única manera de profundizar el proceso de industrialización", afirmó.
Pidió que "los trabajadores, los empresarios que han logrado mejores rentabilidades, también aprendamos el ejemplo de esta YPF recuperada para recuperar la soberanía energética, que también es soberanía nacional".
El reencuentro
Centenares de militantes de organizaciones estudiantiles, políticas, sociales y sindicales colmaron los patios de la Casa Rosada para ver la jura de los nuevos ministros y escuchar a la Presidenta, que se acercó para pronunciar dos emotivos discursos en los que agradeció las muestras de apoyo durante su internación.
El mayor número de jóvenes se concentró en el Patio de las Palmeras, donde Cristina apareció desde el balcón del primer piso rodeada de un puñado de militantes y dijo: "¡Cuánto los extrañé, por Dios!".
Tras hablar por más de 20 minutos dejó ese lugar, y cuando se alejaba, regresó para hablarle nuevamente a los militantes y así remarcar: "Vamos a ir por más. Vamos a ir por los trenes de carga para darle mas competitividad a la Argentina, vamos a ir por las vías navegables. En definitiva, vamos por una Argentina mejor para todos".
Destacó "los logros conseguidos por Aerolíneas Argentinas, que hasta lo destaca la propia competencia", y recordó haber recibido esa compañía "despedazada", antes de la estatización.
La vida por el pueblo
"Quiero agradecer esta tarde y en este día tan especial, la presencia de todos, trabajadores, sindicatos, movimientos juveniles, de todo lo que conforma este espacio político plural, diverso, que viene trabajando desde hace mucho tiempo en la Argentina", dijo sobre el final.
Los dos discursos estuvieron marcados por la emotividad del regreso. Cristina cerró su segundo discurso con el pedido a todos los argentinos de "que no nos dejemos robar la vida, las ilusiones y las esperanzas de una Argentina mejor porque la estamos construyendo y lo vamos a seguir haciendo".
En un permanente diálogo, Cristina respondió a los gritos que llegaban desde los patios. Ante un "te amo", respondió "yo también los amo mucho"; ante "la vida por la jefa", ella insistió "la vida por ustedes".