Las restricciones energéticas invernales afectan con mayor rigor a una industria con compromisos exportadores.

Otro período de incertidumbre, que puede ocasionar enormes pérdidas materiales, ha comenzado a afectar a la industria calera de San Juan por la restricción energética invernal. En esta temporada, el problema energético estacional se ve agravado porque no hay otras alternativas para alimentar a los grandes hornos de calcinación, ya que frente al corte del gas natural tampoco se asegura a las empresas suficiente carbón residual de petróleo, una variante que además incide en la rentabilidad de las empresas.

Esta es otra prueba irrefutable de la crisis en la matriz energética que se agudiza en el país por la ausencia de inversiones destinadas a la búsqueda de nuevas fuentes de energía -incluyendo las renovables no contaminantes-, con drásticos recortes en el abastecimiento al aparato productivo, como en este caso a la industria de la cal, debido a la total dependencia de proveedores que no garantizan en absoluto ese suministro vital. Enargas, lógicamente, da prioridad al servicio domiciliario y al GNC para los automotores, e YPF ha disminuido su capacidad de destilación y, por ello, tiene menor disponibilidad de carbón residual de petróleo, además de una situación interna complicada por las huelgas en el sur del país.

Según el presidente de la Cámara Minera de San Juan, las caleras son las que sufren más el impacto del déficit energético porque, como todas las industrias que tienen grandes hornos de calcinación, el combustible es un insumo básico dentro de la línea de producción. El carbón residual de petróleo, la parte sólida que queda del crudo luego de la destilación de los combustibles livianos y semipesados, es el paliativo de la falta de gas, pero también tiene faltantes de manera que los caleros sanjuaninos demandan tres mil toneladas más al cupo asignado de 10.500 toneladas mensuales de carbón, según el convenio suscrito con la Secretaría de Minería de la Nación y la compañía YPF. De aumentarse el cupo, según lo solicitado por el sector, el costo del carbón será de alrededor de 150 dólares la tonelada, una variante en el precio original de 108 dólares que también deberán absorber los mineros.

En este contexto se observan situaciones clave para potenciar una industria local que es líder por calidad y eficiencia, lo que le ha llevado a asumir compromisos en el exterior que no podrían cumplirse en tiempo y forma. Por otro lado, sin resolverse el problema de fondo -el suministro de combustible-, será difícil pensar en nuevas inversiones y menos ampliar los mercados externos porque no existen garantías para que la actividad privada se proyecte al futuro con la fuerza que requiere un país en desarrollo.