Según los expertos, los seguros que pagan las petroleras para perforar en el agua van a encarecerse, al igual que los gastos en materia de seguridad. Eso terminará repercutiendo a la larga en un mayor precio del barril de crudo.
"Una fuerte sacudida hizo que la plataforma temblara en el Golfo de México. El tubo que bajaba al fondo del mar, a más de 1,5 kilómetros de profundidad, se partió en dos. Un grupo de trabajadores empezó a contener un derrame tóxico.
Esto ocurrió en 2003, siete años antes del desastre en la plataforma Deepwater Horizon, en el que murieron 11 personas y que causó el derrame de miles de barriles de petróleo. En 2004, gerentes de BP PLC, el gigante petrolero ligado a ambos incidentes, advirtieron en una publicación del sector que la empresa no estaba preparada para la tarea constante y a largo plazo de detener un derrame de crudo submarino. Es un problema que abarca a toda la industria. Sin una planificación adecuada para enfrentar cualquier imprevisto, el sector petrolero se ha concentrado en el desarrollo de equipos y técnicas experimentales para perforar en aguas cada vez más profundas, según un análisis de The Wall Street Journal de accidentes submarinos previos.
A medida que las petroleras ampliaban las fronteras de la perforación, las autoridades no exigieron planes de contingencia para afrontar desastres de esta naturaleza ni realizaron monitoreos independientes.
La breve historia de casi dos décadas de la perforación en aguas profundas ha estado marcada por serios problemas: incendios, fallas de equipos, pozos que colapsaron, plataformas que casi se hundieron. Desde julio pasado, una plataforma nueva fue destruida por un incendio y otra perdió el suministro de energía y empezó a moverse por la corriente del agua, lo que amenazó con desacoplarla de la entrada al pozo. El deficiente mantenimiento en una tercera plataforma produjo una seria filtración de gas, según documentos de las autoridades".
Tal es el cuadro de situación que describen los especialistas Ben Casselman y Guy Chazan de WSJ Americas. "El rápido avance de la exploración en aguas profundas significa que algunos proyectos dependen de tecnología que no ha sido usada.
Uno de los peligros de seguridad más serios en las plataformas son las explosiones, los flujos fuera de control de crudo y gas natural como los que derribaron la plataforma Deepwater Horizon. Este tipo de incidentes sigue siendo relativamente poco común, pero no tanto comparado con los años 60, cuando los equipos eran mucho más primitivos.
Esto se debe en parte a que, aunque el equipo usado para combatir las explosiones ha mejorado, la industria ha decidido perforar en aguas cada vez más profundas.
La perforación en aguas profundas es tan antigua como la propia industria petrolera. Desde 1890, las empresas pusieron la mira en reservas frente a las costas de California. En 1947, Kerr McGee Corp. (que hoy es una filial de Anadarko) perforó el primer pozo en suelo marino, en el Golfo de México.
En los últimos diez años, lo que había sido una marcha paulatina hacia las aguas profundas se convirtió en una carrera a toda velocidad, a medida que la cantidad de los yacimientos de acceso fácil empezó a disminuir.
Las compañías de perforación han ejercido presión sobre los límites de la tecnología en los dispositivos de seguridad, también conocidos como BOP. Varios reportes técnicos ponen en duda si los dispositivos son lo suficientemente fuertes como para cortar las tuberías de acero (y sellar el flujo) usadas en la perforación moderna de pozos en aguas profundas", explican.
El gobierno de EE.UU. aseguró que las consecuencias de la marea negra seguirán al menos tres años. Pero el verdadero desastre es el que no se ve, advirtieron los especialistas que creen que perdurará más. Ellos denuncian el surgimiento de una zona muerta bajo el mar.
Lo cierto es que el incendio de un pozo submarino a más de 1500 metros de la plataforma Deepwater Horizon, operada por la inglesa British Petroleum (BP en el Golfo de México, parece haber cambiado las reglas de juego del negocio off shore. Ya se habla de una mayor presencia del Estado en temas regulatorios, normas de seguridad para la explotación más estrictas y en definitiva mayor control sobre las compañías.
"Esto reviste más gravedad si tomamos conciencia que, en el plano ambiental, las empresas que cuentan con las concesiones en el Mar Argentino no son controladas por el Estado Nacional y no existe siquiera una normativa ambiental aprobada que regule la perforación off shore. No hace falta más que ver los estragos que la mala operación de BP causó en aguas del Golfo de México por su búsqueda inescrupulosa de ganancias para justificar la importancia de un correcto control de las operaciones de explotación y exploración.
En síntesis, el actual modelo netamente extractivo llevando adelante por empresas que solo ven en el petróleo y el gas meros productos para acumular ganancias sin reparar ni en el cuidado del ambiente ni en el valor estratégico que estos recursos significan para el país, es el que nos ha llevado al umbral de una crisis energética", disparó un ex funcionario nacional.
Según los expertos, los seguros que pagan las petroleras para perforar en el agua van a encarecerse, al igual que los gastos en materia de seguridad. Eso terminará repercutiendo a la larga en un mayor precio del barril de crudo".
Para José Luis Esteves, investigador en Oceanografía Química del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), la Argentina debe diseñar cuanto antes planes de contingencia creíbles y específicos que permitan enfrentar catástrofes como la del Golfo de México.
"Hay que trabajar en la modelización de las corrientes de marea las zonas críticas susceptibles de recibir el petróleo, las condiciones del agua y del sedimento, el estado de la migración de la fauna marina y la experiencia confirmada y los estudios psicofísicos de quienes tienen responsabilidades de conducción y mantenimiento, entre otros parámetros", puntualizó a la prensa.
Hoy el 75% de la superficie de la tierra está cubierta por los océanos. En la actualidad, cerca del 60% del petróleo producido en el mundo proviene de cuencas offshore. Un número más que interesante como para darse cuenta que el riesgo no es menor.