Aunque Amado Boudou no suelta prenda sobre el futuro de la economía en público, sus diálogos reservados con empresarios arrojan algunas pistas sobre los temas que le interesa tratar en el próximo gobierno.
El electo vicepresidente desiste de hacer declaraciones sobre la actual crisis cambiaria, pero le está prestando atención a las reservas.
Si faltan billetes estadounidenses, está la opción de ir a los mercados, una posibilidad resistida por otros integrantes del Gobierno, que prefieren "revisar todas las cajas existentes" antes de recurrir a recetas que ven como "ortodoxas".
El actual ministro de Economía también está explorando alguna forma de desarmar la montaña de subsidios a la energía y el transporte, que superan los $ 74.357 millones este año, según escucharon sus interlocutores. Su objetivo es un mayor equilibrio en las cuentas fiscales. "El presupuesto de 2012 prevé la vuelta a un importante superávit primario y también a recuperar el superávit financiero", expresó Boudou como lineamiento de los próximos pasos económicos del Gobierno.
La reforma en el sistema de obras sociales -que implicaría algún tipo de traslado de la gestión de $ 30.000 millones anuales de las manos de los gremios a la del Estado- es estudiada por el Gobierno. Pero algunos cuadros de la ANSeS la desaconsejan, ya que traería complejidades operativas en su implementación, dicen.
En cambio, Boudou cree que existe cierto consenso para ir descomprimiendo la cantidad de recursos que se asignan a los subsidios para las tarifas de la luz y el gas. El Gobierno posee un mejor mapa de la cantidad de hogares subsidiados (como en Capital Federal y Gran Buenos Aires) que pueden afrontar una suba de precios sin mayores costos políticos.
Se habla de "segmentación inteligente". "Lo que se está conversando no es bajar todos los subsidios de golpe, sino que tengan menor incidencia en el gasto público total", entiende Dante Sica, al que también le llegaron comentarios de hombres de negocios al respecto. Los subsidios son un 14% del presupuesto oficial ($ 74.357 millones sobre una pauta de 542.333 millones de pesos) este año.
"El Gobierno no los va a cortar, pero tampoco los aumentará. De esa forma, a medida que la economía crezca, los subsidios perderán peso sobre el total del gasto", describe Sica. En caso de no incrementarse, las erogaciones del fisco para mantener las tarifas congeladas morderían cerca de 11% del presupuesto 2012 ($ 668.291 millones). "Van ir perdiendo importancia y en cuatro años puede ser un problema resuelto, con tarifas reales", evalúa el economista.
Las cuentas públicas equilibradas son una prioridad para Boudou, según le dijo a empresarios. En ese sentido, ya contaría con un aval de la Presidenta. Otro aspecto relevante para el vicepresidente electo es contar con dólares para la próxima gestión.
Boudou cree que la Argentina conseguiría plata en los mercados si sale a buscarla, a tasas convenientes. Aldo Pignanelli (ex titular del Banco Central en 2002) dijo esta semana que, según tiene entendido, "ya hay un acuerdo con el club de París" y que sólo es cuestión de tiempo que se anuncie. El equipo de Boudou espera la decisión de la Presidenta al respecto, pero tiene casi todo listo si decide endeudarse.
Sin embargo, otros miembros del Gobierno que se identifican en torno a la figura de Carlos Zannini insisten en que "la plata está acá, no hay que pedir nada afuera, hay que secar todas las cajas existentes", lo que plantea algunas dudas para empresarios.
"El ratio reservas contra base monetaria no deja los US$ 5.400 millones necesarios para pagar la deuda -advierte Martín Redrado, ex presidente del Banco Central-.
No sé de dónde van a sacar la plata. Puede venir otro manotazo de alguna alcancía".
Boudou piensa que en algunas modificaciones en relación a los encajes a los depósitos bancarios, para que la formación de reservas de "libre disponibilidad" sea más sencillo que ahora. "Todo indica que habrá algunos toques en esa legislación", indica Ricardo Delgado, de Analytica.
En tanto, en las empresas se entusiasmaron con otra idea que se comenta. Y es que la ANSeS venda la participación accionaria que posee en las compañías, y que heredó de la estatización de las AFJP.
Con esa desinversión, el Gobierno tendría otra fuente de dinero fresco.