Con la ola polar que afecta a medio país, el invierno recrudece. Las temperaturas bajan, los hogares se enfrían y la necesidad de calefaccionarlos se convierte en un desafío cada vez más costoso. Este año, es por los fuertes e inusuales aumentos en las facturas de luz y gas, que se suman a subas de hasta el 46% en el precio de las estufas nuevas.
Los más perjudicados son los casi 600.000 usuarios residenciales que perdieron los subsidios al consumo de energía en los últimos meses. Por esa quita, más otros aumentos que aprobó el Gobierno, los vecinos están pagando boletas con incrementos de entre el 30% y el 350%, aunque se registran casos de subas aún mayores (ver El usuario...).
Además, quienes salen a comprar estufas y calefactores encuentran precios mucho más altos que el año pasado. Las grandes cadenas aseguran que las subas fueron leves: “No hubo aumentos sustanciales”, afirmaron en Garbarino. “Fueron de entre el 8% y el 13%”, detallaron en Frávega. Sin embargo, un relevamiento de Clarín sobre 11 modelos de calefactores verificó incrementos de hasta el 21% en los equipos a gas, y de hasta el 46% para los artefactos eléctricos.
Esto ocurre cuando, justamente, los eléctricos son los más buscados por la gente. “Lo que más se vende son los caloventores. Después siguen los aparatos a gas y más atrás se ubican otros eléctricos, como los paneles de mica y las estufas halógenas”, contaron en Frávega.
¿Están los consumidores invirtiendo bien? ¿Qué sistemas permiten reducir el consumo de una energía que tiende a encarecerse? Consultados por Clarín , expertos coincidieron en que, con las tarifas actuales, en Buenos Aires lo más barato es usar estufas gas.
“Las de tiro balanceado son las más seguras para el hogar, aunque parte del calor se pierde hacia afuera junto con los gases de la combustión”, explicó Ricardo Laureta, físico especialista en energía y profesor asociado del ITBA. “Las estufas sin salida al exterior, en cambio, aprovechan al máximo el gas, pero requieren ambientes siempre ventilados”, agregó.
Entre los eléctricos, los más eficientes son los aires acondicionados frío-calor. Según Ricardo Sardañons, asesor técnico de la Cámara Argentina de Calefacción, es porque funcionan con un sistema de “bomba de calor” capaz de producir hasta 2.800 kilocalorías por hora con solo 1.000 watts de energía. Esto es más del triple del calor que logran los caloventores y radiadores con el mismo consumo.
Eso sí, comprar un split demanda una inversión alta: al menos $ 2.600, contra los $ 800 de un tiro balanceado y los $ 140 de un caloventor barato. “El problema de caloventores y radiadores es que son poco eficientes. Por eso, no se los recomienda como forma habitual de calefacción, y sí para consumos transitorios como templar un baño”, aconsejó Sardañons.
“En calefacción no hay soluciones mágicas –concluyó Laureta–. Las opciones más eficientes son las más caras al momento de comprar. El resto resultan económicas al principio, pero luego condenan al usuario a pagar más para obtener el mismo servicio”.