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Internacional
ECUADOR: KINROSS AVANZA EN SU PROYECTO FRUTA DEL NORTE
23/06/2010

La eólica en Argentina empieza a despegar, aunque sólo tiene 31 MW instalados, cifra que contrasta con los 16.754 MW de España, que tiene unos recursos eólicos muy inferiores.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) podría financiar parte de la construcción de tres centrales eólicas en las provincias de Buenos Aires, Chubut y Santa Cruz.

Si prospera el proyecto, en etapa de preparación, el organismo multilateral desembolsaría 80 millones de dólares, de los 550 millones de dólares totales presupuestados, informó el BID en un comunicado.

La puesta en marcha de centrales eólicas en las provincias de Buenos Aires, Chubut y Santa Cruz, de 30 MW, 60 MW y 120 MW de potencia respectivamente, permitiría incorporar 210 megavatios eólicos de potencia al Sistema Argentino de Interconexión (SADI).

Argentina sólo tiene 31 MW instalados, cifra que contrasta con los 16.754 MW de España, que tiene unos recursos eólicos muy inferiores. El potencial de desarrollo es inmenso, siempre que se adopten las políticas adecuadas.

La decisión del Gobierno argentino de avanzar con la instalación de parques que aseguren, de aquí a tres años, una producción de 300 megavatios (MW), abre la puerta a movimientos comerciales y de creación de empleo por más de 600 millones de dólares.

Si su territorio estuviera plagado de molinos, el país podría generar energía eólica por hasta 2.000 Gigavatios (GW), es decir, un potencial eólico de dos millones de megavatios, suficiente para abastecer de electricidad eólica a toda Suramérica. Pero los pocos emprendimientos de este tipo que existen aportan 30 MW, una ínfima parte del potencial. Lo reveló un estudio de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), que reclamó al Gobierno una política que estimule nuevas inversiones en ese sector.

La Argentina cuenta, a partir de la Ley 26.190/06, con un plan para el desarrollo de energías renovables. Su objetivo es que en 2016 ese tipo de energías lleguen a cubrir 8% de la demanda total, o el equivalente a 2.500 MW. Para esto, según la previsión oficial, se necesitarán instalaciones eólicas que demandarán inversiones por entre U$S 2.200 y 2.700 millones.

La CADER recordó que, sin embargo, pasados tres años todavía no se avanzó en la reglamentación de esa ley. Y señaló que, en ese contexto, "el marco legal vigente lamentáblemente no genera las condiciones" para el desembarco de las inversiones necesarias.

Desde 1994, en el país se han instalado 45 parques eólicos de baja potencia, principalmente de la mano de cooperativas eléctricas. La última incorporación ha sido una turbina de 2 MW instalada por la minera Barrick en su mina Veladero, de San Juan.

Y en danza hay una serie proyectos impulsados por el propio Estado en la región patagónica, que incorporarían 300 MW de potencia. Adicionalmente hay iniciativas privadas para generar 25 MW en La Rioja (IMPSA), otros 100 MW en dos parques en Comodoro Rivadavia (Pampa de Malaspina y Transpa) y unos 50 MW en Bahía Blanca (ABO Wind). Lejos del producto potencial.

Atentas al horizonte propicio que exhibe el sector, compañías como IMPSA, del grupo Pescarmona, y la patagónica NRG, lideran los principales proyectos promovidos por el Estado. Ambas compañías tienen a su cargo la instalación de equipamiento en Comodoro Rivadavia, Chubut, para la concreción del programa Vientos de la Patagonia I, una iniciativa que le asegurará a la provincia 60 MW de energía renovable.

Pescarmona ya instaló su primer prototipo de aerogenerador y NRG hará lo propio antes de junio. El rendimiento de esta capacidad inicial instalada será evaluado y, una vez ajustado a certificaciones internacionales, desde la provincia se liberará la autorización directa que habilita la instalación de un parque de 60 MW en territorio chubutense.

“Esta propuesta viene a sumarse a lo instalado en Comodoro Rivadavia, que ya produce 17 MW de origen eólico. El primer parque comenzó a funcionar en 1994 y hoy cuenta con 26 máquinas en funcionamiento, las cuales se instalaron por etapas. El nuevo parque retoma los incentivos para el desarrollo de energía eólica que fueron abandonados en tiempos de Menem y De la Rúa”, explicó Héctor Mattio, director del Centro Regional de Energía Eólica (CREE), ente que coordina y evalúa del desarrollo de la alternativa energética en el país.

Considerado el mayor especialista argentino en energía eólica, Mattio sostuvo que la puesta en marcha de Vientos de la Patagonia I no hace más que cumplir con los preceptos de la ley 26190 promulgada en 2007, la cual establece que el 8% de la matriz energética de la Argentina en 2015 debe ser provista por alternativas renovables.

“Para acercarnos a ese margen se está trabajando para lograr una producción de 300 MW en alrededor de tres años. Sesenta de esos MW corresponderán a Vientos de la Patagonia I, mientras que otros 60 MW provendrán del futuro Vientos de la Patagonia II (Santa Cruz), 100 MW de Vientos del Buen Aire (en la provincia de Buenos Aires), y el resto de parques que se instalarán en La Rioja, Neuquén y Río Negro”, dijo.

Los próximos Vientos de la Patagonia II y Vientos del Buen Aire también serán desarrollados por Pescarmona y NRG. Aunque todo dependerá de las certificaciones y buenos resultados que arroje la primera experiencia en Comodoro Rivadavia.

Más allá de los protagonistas, la oportunidad de negocios resulta altamente atractiva: la instalación de un parque eólico de 60 MW contempla la instalación de cerca de 40 aerogeneradores, lo cual demanda una inversión cercana a 120 millones de dólares.

La decisión oficial de llegar a 300 MW en 2012 garantiza a los proveedores posibilidades de negocios por 600 millones de dólares a medo plazo.

“Cada plan es visto como una oportunidad para generar nuevos puestos de trabajo, además de asegurar energía limpia y renovable. Si bien propuestas como ‘Vientos de la Patagonia I’ vienen frenadas desde el 2006, Argentina cuenta con capacidad tecnológica para recuperar el auge que alguna vez hubo en los años ‘90”, señaló.

Una muestra de la decisión por retomar la senda perdida parte de los lineamientos fijados por Chubut para Vientos de la Patagonia I. Así, el proyecto fija que el 60% de los componentes de las aerogeneradores a instalar sean de fabricación nacional.

“Ya para Vientos de la Patagonia II y Vientos del Buen Aire se contemplará que los equipos sean desarrollados 100% en el país. IMPSA y NRG podrían cumplir con este requisito, y lo mismo creemos de INVAP, que tiene un proyecto para desarrollar un equipo capaz de producir 1,5 MW”, indicó.

En la actualidad, la Argentina cuenta con una capacidad de generación instalada de 31 MW. Cutral-Có, Punta Alta, Tandil, Darregueira, Mayor Buratovich, San Juan y Comodoro Rivadavia son algunos de los puntos que ya cuentan con aerogeneradores instalados y en funcionamiento.

En la mayoría de los casos, los proyectos fueron impulsados por las cooperativas eléctricas de cada lugar. Pero también existen otras iniciativas privadas con posibilidades de desarrollo que permitirían alcanzar el 8% de cuota de energía renovable fijado para dentro de 6 años.

“Está el proyecto Malaspina en Chubut, por ejemplo, que contemplaría la instalación de 40 molinos eólicos y una producción de 80 MW, o Ingentis, también en la misma provincia, que garantizaría otros 100 MW si es concretado”, detalló Mattio.

Otra propuesta privada de relevancia es el parque eólico Arauco, en La Rioja, cuya licitación para el desarrollo de la segunda etapa del proyecto acaba de quedar en manos de Pescarmona.

A través de IMPSA el grupo instalará 12 aerogeneradores de 2,1 MW en un parque que, financiado por el Banco Nación y la provincia de La Rioja, demandará una inversión total de 230 millones de dólares.

La Patagonia y ciertas zonas de la llanura pampeana son ideales para generar una energía limpia, con pocos puntos en contra. Sin embargo, aún falta decisión política para encarar el reemplazo de los hidrocarburos.

Basta un ejemplo: el viento que sopla en Comodoro Rivadavia es el doble del que alimenta los aerogeneradores de Alemania, el país más avanzado en esta tecnología (sobrepasa los 20.000 megavatios eólicos instalados, cerca del total de la demanda energética argentina, que apenas tiene 31 MW eólicos).

A favor. “La Argentina sobresale por el potencial enorme de su viento, que es un recurso excepcional a nivel mundial. Tenemos estepas con baja vegetación y un corredor de vientos importante que sólo podría igualar algún parque off shore”, señala Hugo Brendstrup, directivo de INVAP, empresa del Estado nacional y de Río Negro, dedicada a energías no tradicionales.

Además de esas condiciones naturales únicas, el país cuenta con cierto grado de desarrollo técnico que debería aprovechar, entre otras razones para no perder terreno respecto de Brasil también en este ámbito (hoy el país de Lula tiene casi 100 veces la capacidad instalada nacional). “Este es uno de los pocos países de la región que tiene la infraestructura técnica y humana para fabricar equipamiento. Venimos trabajando desde hace cinco años, y creo que en un par de años más la energía eólica va a ser una realidad”, expresó Emilio Guiñazú, gerente general de IMPSA Wind, empresa perteneciente al Grupo Pescarmona que diseña y fabrica aerogeneradores de potencia, y acaba de terminar un parque de 100 MW en el estado brasileño de Ceará.

En contra. No son muchos los puntos negativos. Entre ellos, se menciona el tema del impacto visual que pueden provocar aerogeneradores de más de cien metros de alto. Otro inconveniente tiene que ver con la posible afectación de las aves migratorias.

El camino que ya se transitó en el orden local en general se debe a esfuerzos puntuales, sin una política clara al respecto. “No es que nuestro sector reclame beneficios sino que, al revés, si recibiéramos apoyo, eso redundaría en muchos beneficios que los políticos no terminan de entender”, señaló Guiñazú. Y agregó: “El más obvio es el de generar energía renovable, sin emisión de gases de efecto invernadero, a un costo competitivo comparado con la situación actual en la que generar energía eléctrica supera los 150 dólares por MWh; la eólica cuesta alrededor de la mitad”.

Argentina lo tiene todo. Una vez más, será cuestión de aprovechar la oportunidad. “La industria eólica crece a razón de 30% por año en todo el mundo. Argentina lo tiene todo para recuperar terreno en la región, y no estar tan lejos de países como Brasil, que en un principio estaba detrás de nuestro país y hoy cuenta con una capacidad instalada muy superior”, comentó.

Según Mattio, sumando iniciativas estatales y privadas, Argentina podría alcanzar los 700 MW para 2012. “Todo dependerá de la voluntad política y las inversiones”, dijo. Y añadió: “Y también del viento, claro. Como sucede con el agua en las hidroeléctricas, si no sopla entonces no habrá energía que garantizar”.

Contando la generación térmica, hidroeléctrica y nuclear, la potencia energética instalada en Argentina es de 24.033 megavatios (MW), mientras que los parques que capturan el viento apenas alcanzan los 31 megavatios. Apenas el 0,12 por ciento de la potencia total instalada, de acuerdo a un informe de la Asociación Argentina de Energía Eólica.

Mientras Europa siembra sus campos de molinos y la administración de Barack Obama puso el tema entre sus prioridades, la Argentina mantiene un enorme potencial para desarrollar energías renovables como las que surgen del viento, los mares, la tierra y el sol, pero avanza demasiado lento, coinciden fundaciones ambientalistas y estudios privados.

"En la actualidad, el país está en condiciones de entrar con 2.100 megavatios eólicos al Sistema Interconectado Nacional, 200 de ellos en forma inmediata", estima el mencionado informe de la Asociación que encabeza el austríaco Erico Spinadel. Eso, en la hipótesis de máxima, es 750 veces más de lo que los molinos aportan ahora, y resultaría en 75 veces más de recursos energéticos: un buen complemento para situaciones de crisis.

"Estamos retrasados, pero la Argentina tiene una proyección importante. Llegaron a existir más de 500.000 molinos en el país, no para generación eléctrica sino para riego y bebida del ganado, pero esa tradición se perdió", explica Hilda Dubrovsky, especialista de la Fundación Bariloche. A su juicio, "el potencial podría estirarse a los 3.000 megavatios, lo que significa un Yacyretá y medio".

Además del diseño, falta infraestructura, considera Alberto Anesini, coordinador del área de Energías Renovables del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI): "La red de distribución no está pensada para traer todas las energías que se producen en el sur. Si mañana se instala una gran planta de miles de megavatios más allá del paralelo 42, no hay forma de conectarla en forma eficaz con ciudades lejanas.

Como resultado, Argentina está muy lejos de los primeros puestos en el ranking de países que buscan en estas tecnologías los sustitutos del petróleo que se acaba y de los recursos naturales que se malgastan. A la cabeza van Alemania, Estados Unidos (el mayor emisor de gases contaminantes del efecto invernadero), España y e India. Portugal aparece en el décimo lugar y su electricidad proviene en un 43 por ciento de fuentes de energía renovables.

Argentina figura en el puesto número 40 de esa tabla preparada por la Asociación Mundial de Energía Eólica, por debajo Estonia y Luxemburgo.

En octubre pasado, el parque eólico Antonio Morán, que queda en Chubut y es el más grande del país, comenzó a entregar energía a los consumidores nacionales. El año que viene, además, comenzará a operar el parque eólico de Arauco, en La Rioja, que realiza la empresa IMPSA, del Grupo Pescarmona. "Es un hito -dijo la firma en un comunicado-, significará la independencia energética de la provincia", porque en la última etapa podrá abastecer el 45 por ciento de la demanda actual, que ahora se "importa" de otros distritos.


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